Rompe el miedo: ¡hazte la prueba!

Usualmente no nos gusta hablar de SIDA o VIH, e incluso, muchas veces es molesto el simple hecho de que se nos mencione el tema. Nos causa inseguridad, nos despierta el miedo porque, muy probablemente, todos alguna vez en nuestra vida hemos tenido conductas sexuales de alto, mediano o bajo riesgo. A todos alguna vez se nos ha roto el condón, o tuvimos relaciones sexuales sin siquiera sacar al preservativo de su bolsita, o al menos una vez hemos hecho sexo oral sin protegernos. Y al final, cuando nos ponemos a sacar cuentas, resulta que mejor no queremos ni hablar de eso.

De eso. El SIDA es un fantasma que forma parte de las vidas de muchas personas que viven sin haber sido infectados por el VIH, o quizá habiendo sido infectados; la cuestión es que no saben, ni tienen idea. Para sí mismas, reconocen que pudieron haberse infectado con el virus “la noche aquella, entre copas, con aquel moreno ardiente, en esa playa sin testigos y un calor que te ponía la libido al cien”, pero evitan pensar en ello y tajantemente descartan de entre sus alternativas la idea de hacerse la prueba.