Identidades en construcción

Y a todo esto, ¿quién dices eres tú?; ok, más allá de cómo te llaman, que no me dice demasiado y mucho más allá de esas frases hechas y tan tremendamente comunes que ya han dejando de decir algo, ¿quién eres tú?, ¿cómo defines lo que eres y, especialmente, cómo defines la manera en que sientes?

Hace algunos años, cuando tomé la decisión de hacer la tesis para convertirme finalmente en un psicólogo hecho y derecho, me motivaba particularmente un capricho por rascarle más al asunto de las identidades. Tiempo después, durante el desarrollo de ésta investigación teórica aterrizada en el tema gay, me he sorprendido ante el alcance que este sencillo concepto tiene; no sólo por su belleza teórica que, por teórico, a nadie le sirve, sino por la posibilidad que tiene para dar explicaciones acerca de lo que nadie se pregunta, pero que a todos nos mueve... de alguna manera.

Por ejemplo, ¿te has detenido a pensar cuantas cosas tenemos seguras en la vida? o dime por favor una verdad que sea absolutamente irrefutable.


Contra el Sida, una buena calidad de vida

Carlos es un hombre que llegó un día a consulta, considerando que era ya tiempo de ver como andaba su infección por VIH. Me sorprendí mucho al verlo entrar: un tipo alto y atractivo, cercano a los cuarenta, de cuerpo extremadamente atlético, bronceado y de movimientos enérgicos. Llegó sonriendo, haciendo bromas como si la entrevista que habríamos de sostener fuese de lo más cotidiano, y con toda la tranquilidad del mundo, me contó su breve historia.

Sucede que él fue uno de aquellos hombres que se infectaron de VIH en la década de los ochenta, y entre orgías, fiestas y parrandas, un día, por la mañana, decidió hacerse la prueba de detección de anticuerpos al virus y ver como andaba la cosa. El resultado fue positivo. Ser seropositivo a los veinticinco años no era el sueño de su vida, pero no por vivir con el VIH iba Carlos a renunciar a sus proyectos que ya empezaban a materializarse.

Y cuenta que asimilarlo fue muy difícil. Pasó de una etapa de negación a la de enojo y por ahí a todas las fases que se viven a lo largo del duelo, pero paulatinamente fue descubriendo que, al menos en su caso, el VIH no tenía que ser el protagonista de su historia, porque el protagonista verdadero era Carlos; y así empezó a vivir.