Hombres y violencia de género

Cuando se toca el tema de “violencia de género”, la conversación tiende habitualmente a irse del lado de las mujeres, que son víctimas de nuestras estructuras tan rígidas de lo que es ser mujer en nuestra sociedad. Violencia de género, grosso modo, consiste en limitar el desarrollo de una persona por el solo hecho de que tenemos unas expectativas distintas hacia ella, unas que ni tienen que ver son sus propios deseos, necesidades o historia de vida, sino más propiamente, con lo que nos apetece para ella por el solo hecho, en este caso, de que es mujer.

Cuando se trata de las mujeres, nuestra sociedad les impone jornadas laborales que son más semejantes a lo que vivían los esclavos en tiempos de la colonia, que a lo descrito en la Ley Federal del Trabajo; hoy en día, además de cuidar de los niños, educarlos y hacer las labores cotidianas del hogar y responsabilizarse del mantenimiento de la casa, debe también hacer la vida cómoda para su marido, lavarle, plancharle, cocinarle los alimentos, porque eso es lo que todos y todas esperamos de ella. Como estamos en crisis económica, ella debe también buscar un empleo remunerado, además del empleo diario no remunerado del que se encarga en casa, para que la economía familiar no se colapse. Esa sobrecarga de labores es violencia de género.