Juegos de pareja

Si, para mi las relaciones de pareja son un juego. Tan serio y tan estructurado como solo un juego podría serlo: hay dos participantes, hay muchas reglas, y hay un objetivo que cuando lo alcanzas, se gana.

Algunas relaciones son juegos de ganar - ganar, y otras son de suma cero. En las primeras, todos los participantes ganan de manera equitativa; pero en las segundas, la misma proporción en la que uno de los jugadores gana, es la misma proporción en la que el otro participante pierde.

Hay quienes juegan a ganar, pese a quien le pese o incluso pese a la relación misma; y hay también los que juegan a perder, porque tenían tantas ganas de jugar, que sacrificarían lo que fuera por mantenerse jugando.

A veces las reglas están hechas para que nadie gane, y es una necedad seguir jugando. Piensas que no'mas no ganas por tu propia torpeza, no se te ocurre voltear a cuestionar a las reglas; pero a veces tienes la lucidez de tocar la bas' y proponer cambiar esas reglas: y negocias, aclaras tus espectativas, escuchas y entonces ambos retoman el juego con nuevas reglas.


De individuos a personas

Cuando yo nací, lo primero que fui fue individuo. Básicamente dedicaba mi vida a alimentarme material y simbólicamente.

Posteriormente descubrí con sorpresa que además de alimentarme de cuanto me rodeaba, también podía aportar al mundo y a los demás. Fue entonces cuando empecé a ser persona.

Desde la antropología filosófica, alguien que dedica su vida solamente a alimentarse se despersonaliza, quedando en la calidad existencial de mero individuo; pero cuando das es cuando eres persona y reafirmas tu personalidad.

¿Que tan persona vamos siendo?, en esta época donde miramos al prójimo con distancia y desconfianza, solamente jalamos para nuestro molino... nos limitamos a ser individuos, sin darnos chance de desarrollar nuestras personas.

La idea de una alimentación “correcta"

I.

En los tiempos actuales, la alimentación ha cobrado una creciente relevancia que no parece tener intenciones de menguar, de modo que las ciencias de la nutrición han expandido sus fronteras hasta conectar con otras disciplinas del conocimiento con las que antes ni se vinculaban tan directamente, como la química, la antropología, la medicina o la psicología, por dar solo unos ejemplos.

Hoy en día, en nuestras sociedades occidentales, sabemos que la manera en que nutrimos nuestros organismos tiene una estrecha relación con nuestra salud física y emocional, y que nuestra salud física y emocional repercute en cómo nos alimentamos. Hemos comprendido que no podemos exagerar nuestro consumo de carnes rojas o nos arriesgaremos a ciertos tipos de cáncer, diabetes y trastornos cardiovasculares; pero de igual modo sabemos que enfatizar una alimentación con omega 3 proveniente de pescados como el atún o el salmón, puede ayudarnos a prevenir la depresión, lo mismo que las vitaminas B1 y B3 C o el ácido fólico.