Reflexiones acerca de la "Familia Natural"

Buenas tardes. Mi nombre es Hernán Paniagua y tengo formación profesional como Terapeuta Familiar por parte de la UNAM y el CONACYT. ¿Conoce usted al menos alguna de estas dos instituciones?, ¿identifica la relevancia que mi área de estudio tiene en el debate acerca de la "familia natural"?

Le comparto que si usted tuviera a bien pedir la opinión de un especialista en Ciencias de la Familia, esta persona le externaría varias preocupaciones extremadamente válidas a partir de las investigaciones sociales de carácter científico y antropológico que se han venido realizando en los últimos 50 años.

1. La primera es esta noción de "familia ideal" que trata usted de insertar con calzador en una realidad social donde tal cosa no existe. La familia es un organismo social que responde y se adapta a las necesidades de cada momento histórico y espacio cultural; de modo que restringir la diversidad de las familias a un solo modelo no solamente es patológico para su estructura en sí, sino determinante en un sentido negativo para los miembros adultos o menores de edad, que la conforman.

Control & Estabilidad

Nos hemos creído dos mentiras que condicionaron nuestra felicidad: una es el control y la otra la estabilidad.

¿Qué fenómeno hay en el universo que sea homogéneo o estable?, mientras más alto miramos, más evidente es que nada permanece, que nada es eterno, que la naturaleza no sabe de lo que significa ser estable. Nada es eterno, ni siquiera las cosas buenas de la vida, o siquiera las malas; incluso yo mismo no soy eterno.

Y vivimos una vida sin garantías. No podemos garantizar que el futuro será malo, ni podemos asegurarnos de que será bueno. No lo podemos controlar. El esfuerzo por hacerlo nos quema las manos hasta que aprendemos a soltar. Y la gran paradoja de la vida es que aquello que intentemos controlar, a su vez nos controlará, pero con mayor éxito.

¿Y sabes?, piénsalo... eso está bien. Desprendernos está bien, el cambio también.


La familia tradicional

Ah!, lo que no haríamos por preservar la Familia Tradicional, esa institución tan sagrada que nació en el s. V de la Roma Antigua y que se mantiene incólume hasta nuestros días. Núcleo de nuestras sociedades, constituida por ese conjunto de personas que pertenecen al paterfamilias, quien debe alimentar tanto a hijos como a su dama para que le sirvan y honren como los estatutos sociales mandan.

Cada paterfamilias tiene efectivamente a su dama, que etimológicamente significa "domada", de la misma raíz latina que "domicilio", "dominio" o "dominación". ¿Quo vadis, domine?

Cuando una joven se casaba, se le ¿regalaba? un yugo que debía colocarse en torno al cuello para que otros señores supieran que ella ya estaba prometida; tiempito después el matrimonio se consumaba sexualmente tras aparecer la menstuación. Ella era poseída por fin, por su señor. Y si a veces este yugo que la marcaba iba en el cuello, también en ocasiones podía ir en la muñeca o tobillo, y se le llamaba "esclava"; o en el dedo, como un anillo.

De oro por supuesto, y con pedrería bonita para que se notaran las riquezas del señor.