Soltería gourmet, un estilo de vida delicatessen.


“Supongamos que yo quiero que Fernando me escuche, que me abrace, que esté conmigo porque hoy no me vasto yo solo. Y supongamos que Fernando no quiere.
Incluso supongamos que Fernando no me quiere.
Entonces, en lugar de quedarme llorando, en lugar de manipular la situación para obtener de Fernando lo que él no quiere darme, en lugar de buscar que él me necesite, me tenga lástima, que me odie o que me tema, en lugar de ese perverso recorrido, quizá pueda preguntarle a María Inés si quiere quedarse conmigo.
Yo no me basto, pero tampoco necesito de Fernando, sino de mí. Yo sé lo que necesito, y si Fernando no quiere dármelo, quizá María Inés…
Y si Fernando no tiene para mí lo que necesito, y si María Inés tampoco, quizá yo pueda seguir buscando hasta encontrarlo.
¿Dónde sea?
Si, donde sea.”
 -Jorge Bucay

Con estas palabras el autor de El camino de la autodependencia describe lo que entiende por justamente ese concepto: la autodependencia. Bucay identifica que no hay un ser humano independiente o que no necesite de los demás, logística o emocionalmente, pero piensa que es una necedad buscar que sea una única persona en específico la que deba satisfacer nuestras necesidades. No es buena estrategia pretender que una persona se haga cargo de lo que yo necesito, porque si esa persona no quiere o no puede, entonces trataré de obligarla, ya sea por coerción o chantaje.


Dime quien eres... y sabre que identidad tienes


Una es más auténtica cuanto más se parece a lo que siempre soñó de sí misma
-La Agrado, en Todo sobre mi madre

Si te llamo por tu nombre y te pregunto quién eres, ¿qué sería lo primero que responderías? La identidad es esa explicación que haces de ti, tan simple o tan compleja como tú mismo o como tú misma quieras describirte. Cada persona desde el momento en que nace, afronta el reto de convertirse en el tipo de ser humano que va soñando ser, y ese sueño y esas ganas de un “yo ideal” es la primera piedra para la elaboradísima estructura de su identidad, y el primer paso en el camino de alcanzarla.

Se dice por ahí que construimos nuestra identidad cuando somos más jóvenes, y una vez que nos hacemos adultos, la identidad queda terminada e inquebrantable. Se habla mucho de crisis de identidad o de búsquedas por la identidad que son un reflejo del buen o mal trabajo que he hecho al constituir este quien creo y afirmo que soy.


Radiografía: Ser mujer en México


Lo mismo que los hombres, las mujeres definen quienes son a partir de sus perspectivas individuales,  de sus relaciones con los y las demás, y de los grupos sociales a los que pertenecen, para vincular sus identidades con atributos específicos tanto de sus propios cuerpos, como del lugar que cada una de ellas ocupa en la sociedad y del conjunto de creencias, mitos y expectativas que han aprendido acerca de sí mismas o que de manera autónoma han construido a lo largo de sus experiencias de vida.

Así y con tantas variables interviniendo en la manera en que una mujer define quién es, es que se desarrolla una manera de ser mujer… por cada mujer que se identifique como tal. Esto es que tantas mujeres hay en el mundo, como formas de ser mujer existen en el preciso instante en que escribo esto. Por eso, en lo abstracto queda bien hablar de “la feminidad” para expresar un atributo humano, pero en la práctica no queda de otra que hablar de “las feminidades”, porque cada mujer individualmente constituye y se vive a sí misma desde una feminidad personal que está hecha a la medida de sus propias expectativas y opiniones que mantiene acerca de ella.

Cada cabeza, un mundo. Cada mujer, una feminidad. Cada hombre también, una masculinidad.


¿Familia ideal o familias diversas?

Definir qué es familia nos obliga a referirnos a un grupo social que en las últimas décadas se ha diversificado y complejizado para adaptarse a los eventos sociales y culturales de nuestro tiempo que son por si mosmos tan diversos y complejos como propiamente, las mismas familias.

En términos bien generales, la familia constituye el núcleo de la sociedad (una afirmación que suena más a frase hecha que a verdad incontrovertible). Su estructura entrelaza aspectos biológicos, económicos, jurídicos, socioculturales, y etcètera. En lo particular, el de la familia mexicana, es un tema que puede abordarse desde más de una perspectiva de análisis, como la de las identidades o el género.

Desde este doble enfoque podemos acceder no solo al cómo definimos a las familias a partir de lo teórico, sino también, y teniendo quizá mayor relevancia, a cómo las familias se definen a sí mismas y los retos que necesitan enfrentar para consolidar este autoconcepto (concepto de si mismas) y encontrar su validación o reconocimiento como  familia "completa" en nuestra sociedad.


El arte de la conversación


A lo largo de mi carrera como terapeuta, me he sentido conducido a la profundidad de un centenar de conversaciones donde las palabras que he intercambiado con mis clientes han edificado nuevas realidades, han abierto posibilidades y han sacado a luz mejores versiones de los involucrados en la terapia, es decir, de mis clientes y de mí mismo.

Siempre he creído que una buena sesión de psicoterapia, de esas que dan mucho material para reflexionar, es buena porque la conversación va desarrollándose de manera fluida. También he creído que la psicoterapia es como un modelo a escala de la vida, donde se suscitan experiencias que nos invitan a ver el mundo de formas nuevas y con una mayor riqueza. Y si mis dos creencias son correctas, entonces una buena vida es una que reboza de buenas conversaciones. ¿Será que el arte de conversar sea una de las vías para una vida plena?


La Familia Ideal y la Iglesia


Si bien nuestro país es oficialmente laico debido a que Iglesia y Estado se conducen de forma independiente desde 1917, aproximadamente el 88% de los mexicanos se identifican como católicos, hay cerca de 11,000 iglesias de esta religión y casi 14,000 miembros de este clero (INEGI, 2002). Por esta razón, para hablar de qué es y cómo funcionan las familias (católicas o no) es relevante tomar en cuenta la influencia social de esta institución.

El objetivo más importante de la iglesia católica es el mantenimiento del bienestar moral de las familias; así lo declaró el Papa Juan Pablo II en su Carta a las Familias. Desde esta noción, el obispo de Matehuala, que es Presidente de la Comisión Episcopal Pastoral Familiar, identifica que la familia mexicana vive situaciones que la ponen en alto riesgo moral, tales como violencia intrafamiliar, la desintegración familiar, la pobreza extrema (por que obliga a emigrar y dejar la familia incompleta), el aumento del índice de familias monoparentales, y, finalmente, la influencia de lo que llaman una mentalidad “divorcista”, además de la creciente influencia de las perspectivas de género [sic].


Decisiones, relaciones de pareja... y pasteles

Todos podemos desear más de una cosa al mismo tiempo, pero a veces entre estos deseos simultáneos hay varios que se contraponen mutuamente: podemos querer un pastel de chocolate con mucho merengue, cerezas y trocitos de nuez, acompañado con una copa de chocolate espumoso para una tarde lluviosa de domingo; pero a la vez podríamos desear no subir de peso  y mantenernos esculturales para el próximo verano en la playa; entonces deberemos elegir pastel de chocolate o modelito playero, una cosa u otra, pero no podemos tener ambas. Tomar una decisión implica que renunciaremos a algo, ese algo es justamente la alternativa que no estamos eligiendo.

Es sencillo captar la idea central de algo que parece un completo absurdo: buscamos con afán nuestra rebanada de pastel de chocolate con merengue y nueces, para luego no poder comérnoslo porque la culpa nos impide disfrutarlo plenamente. Elegir comerme el pastel entero implica que subiré un poco de peso, particularmente si ya rebaso la tremenda brecha de los 30 y soy adulto contemporáneo. Renunciar a mi deseo verme como quiero y lucirme en la playa es lo que duele, y de lo que no me puedo desprender fácilmente a favor de la otra alternativa.


Día de la familia


En el mes de marzo del año 2009 el Consejo de la Comunicación promovió la Encuesta Nacional de la Dinámica Familiar, que en el marco del llamado Día de la Familia, fue llevada a cabo en colaboración con el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia con el objetivo de conocer los valores, intereses, retos y perspectivas de la actual familia mexicana.

Entre los resultados obtenidos de este estudio se encuentra que la familia mexicana parece, en la práctica, favorecer el apoyo, la unión, la entrega, el amor y la alegría de sus integrantes, buscando generar valores comunes como sencillez, solidaridad, trabajo y esfuerzo, así como el resguardo de la tradición. Sin embargo resultó notorio que los más jóvenes identifican que la familia mexicana no favorece la disciplina, ni una actitud ganadora o de aceptación del éxito: con frecuencia refuerza una visión conformista y “perdedora” que se refleja a nivel social en conductas inseguras y sumisas.


Mujeres de éxito... y solteras

En la sociedad que tenemos hoy, es difícil encontrar una persona, hombre o mujer, que no quiera el éxito. Pareciera que ese es especialmente un elemento del proyecto de vida de cualquiera que viva en una de estas ciudades masivas repletas de gente, retos, actividades y posibilidades. Pero, ¿bajo qué criterio defines el éxito?

Cabe más preguntar cuál es el criterio que determina tu propio éxito. Para mi abuela, por ejemplo, el éxito era ver a sus hijos casados y con sus respectivos hijos; para algunos de mis amigos, el éxito implica tener la libertad que una buena posición económica les puede proveer. Hay quienes buscan la madurez personal para considerarse exitosos, mientras hay los o las que lo exitoso les va en el camino de la buena economía o una determinada posición social; todo depende de cómo hemos vivido y qué hemos aprendido acerca del éxito a partir de nuestras experiencias.

Lo cierto es que hay una definición generalizada de éxito que la sociedad pone a nuestra disposición como un machote sobre el cual elaboramos nuestras definiciones personales, mucho más específicas y adecuadas a nuestra circunstancia (cualquiera que esta sea); por eso hace treinta años el éxito estribaba en formar una familia que le diera hijos a la sociedad; hoy no son muchas las personas que hacen esta apuesta para su futuro. Aparentemente en este nuevo siglo nos hemos volcado más hacia nosotros mismos y pensamos antes que nada en qué queremos hacer de nuestra vida para uno mismo o una misma, en lugar de pensar en el modo de darle un sentido a nuestras metas a futuro a través de lo que pudiéramos hacer por los demás.


Niñ@s: educación para la violencia


¿Cuándo fue la última vez que te escandalizaste al saber que un niño era agredido por alguien mayor que él?, ¿te indignaste? Quizá pienses que es raro que un niño o una niña sufra violencia, probablemente asumas que es obligación de los adultos cuidarlos y responsabilizarnos de su desarrollo; lamentablemente en la práctica, aquí en México, esos ideales distan mucho de reflejar la realidad que viven los miembros más vulnerables de nuestra sociedad. Según el informe de 2006 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre violencia infantil, en México sufren violencia familiar 3 000 000 de niños, ocasionando la muerte de al menos 80 000 cada año debido a la inexistencia de una política de Estado que los proteja. Según organizaciones de la sociedad civil mexicana, estas cifras se incrementan a 8.5 millones los niños y niñas sujetos a la violencia.

Además, entre 80 y 98 por ciento de los niños y niñas en el país son víctimas de castigos corporales, pues como una “forma de educación”, los padres propinan golpes en sus manos con correas, alambres, cables y objetos diversos como piedras o zapatos, llegando incluso a quemaduras severas, ante lo que los niños no están protegidos porque estas prácticas están disfrazadas de disciplina y se las acepta tanto por tradición como por costumbre, por lo que existe un alto nivel de tolerancia para la violencia que se ejerce contra la población infantil.


¿Cómo funciona la psicoterapia?

La principal ventaja de una psicoterapia estriba en su cualidad de abrir posibilidades en torno al problema por el que una persona puede solicitar la consulta. Usualmente cuando tenemos alguna dificultad, tendemos a hacer una sola y única definición de la situación en la que vivimos, una definición que al solo repasarla mentalmente nos sofoca y hace sentir atrapados. Los problemas mas grandes en nuestra vida  funcionan de esa manera, y además son aquellos que vemos como laberintos irresolubles; a veces por ellos nos resignamos a vivir con nuestra felicidad a medias, y a veces nos rebelamos contra lo que nos causa el malestar y hacemos cosas, como tomar terapia.

Es cierto que nadie necesita la psicoterapia como una fórmula única para solucionar sus conflictos; probablemente cualquier persona, si se toma el tiempo y dedica a su mundo interior la suficiente reflexión, tarde o temprano resolverá su propio laberinto. El apoyo que brinda consultar a un terapeuta reditúa, tanto en reducir el tiempo en que tardaríamos en resolver nuestro problema, como en incrementar la precisión de nuestros esfuerzos para alcanzar justa y exactamente el objetivo que nos habíamos propuesto.


Hablando de VIH: el juego de la ruleta rusa

Llegado tu turno, tomas el revólver de la mesa y lo levantas, comprobando cuán frío y pesado te resulta. Tu mirada no puede apartarse del cañón que lentamente vas aproximando hacia ti, ascendiendo por tu pecho con los dedos de tu mano crispados alrededor de la empuñadura. Mecánicamente te ves poner el índice sobre el barril del arma con sus cámaras vacías, salvo por una bala. Lo haces girar con energía, y éste, obediente, da varias vueltas antes de detenerse tras un último clic y quedar listo.

El revólver se vuelve más pesado, o así te lo parece, mientras lo acercas a tu boca que se va abriendo cansinamente. Luego, a lo largo de un segundo que dura eternidades, jalas del gatillo con el filo del cañón cosquillando tu paladar. Un resorte se libera, oyes un chasquido que martillea en tu mente con un eco que jamás conseguirás olvidar, se hace una pausa que pervive eternidades. Y no pasa nada, esta vez no te pasó nada.

Y hasta ahí llega mi parco intento literario; porque ahora que lo pienso, mi intención era hablarte un poco sobre el VIH.

Bienvenido a la crisis de los treinta

Cuando eres estudiante, tu existencia esta repleta de certezas: sabes qué cosa sigue a cada experiencia que estas viviendo, tienes un proyecto de vida claro, entiendes cuál es tu papel en la sociedad e incluso, por el simple hecho de estar estudiando obtienes gratuitamente un cierto prestigio social, particularmente cuando estas en la universidad. Cuando tienes veintitantos, tu vida está igualmente definida: eres “chavo”, careces de responsabilidades y si te equivocas no falta quien se haga cargo por ti, nadie espera que seas especialmente maduro o etcétera; además de que cuando ves el discurso mercadológico de los medios, te es claro que el ochenta por ciento de los spots, escaparates y anuncios publicitarios te hablan a ti.

Cuando estás en los veintes y eres estudiante, es fácil encontrar oportunidades para relacionarte con los demás: en el antro, en el salón de clases, en la explanada de la universidad. Basta dar a conocer estas dos categorías fundamentales (veinteañero + estudiante) para que el otro se identifique contigo y obtengas el intro para una hermosa amistad. Pero nada dura para siempre, o como solía decir mi traqueteada abuela: todo por servir se acaba.


Y tu, ¿crees que son tod@s iguales?

A través de los tiempos, al hablar del amor y de los enamorados se han vertido galones de tinta, perfume y suspiros en el afán de explicar esa aparente locura que todo lo confunde. Para algunos es una reacción fisiológica absolutamente explicable, predictible y lógica que corresponde con las leyes mecánicas de la causa y el efecto; para otros hablar de amor es describir a detalle un pequeño milagro para dos, de entre los pocos milagros que se dan hoy en día. En lo que todos coinciden, desde las mentes científicas hasta los idealistas filosóficos, es que el amor es un fenómeno que inesperadamente transforma a quienes están involucrados, algunas veces para bien y otras para no tan bien.

Ahí radica la riqueza de las relaciones interpersonales en general, y de las relaciones de pareja en particular, en las que cada uno deja una huella indeleble en las esencia del otro: el trato mutuo les cambia y al final cada cual termina siendo alguien muy distinto a como fue en un principio. Cuando vemos esta mutación desde afuera, se ve como una clara locura dentro de la que el enamorado hace lo que nunca hubiera hecho, habla de cosas que otrora le aburrían y es precisamente hoy como siempre juró que jamás sería. A veces esto dura solamente lo que dura el enamoramiento, acaso 6 meses, lo que tarda en extinguirse la pasión; y a veces la transformación es permanente.


Erastes del siglo XXI: los roles sexuales

En la Grecia Clásica era común el que los hombres tuvieran sexo con otros hombres, era un rasgo de virilidad, quizá no era tan común la misma práctica entre mujeres, pero entre varones se le asociaba a elementos sociales de poder y enseñanza. Los hombres de mayor rango, principalmente mayores en edad, eran los erastes, o quienes tenían un rol activo durante el acto sexual; los erómenos, por el contrario, solían ser más jóvenes y quienes debían ser sexualmente receptivos. Tal era la usanza y la tradición.

De esta manera, cada hombre tenía, si bien la oportunidad de mantener una sexualidad homoerótica a su antojo, también la obligación de ser erastes o erómenos según su rango, su edad y algunas otras circunstancias; era inalienable. Esto es que si un erómenos tenía a bien adoptar un papel activo en el coito, la sociedad al enterarse lo tachaba de insubordinado; y si a un erastes se le antojaba ser penetrado en el acto sexual por su compañero, la misma sociedad le volvía objeto de burla y escarnio. Finalmente, aún entre los griegos había una notoria intolerancia sexual.

Pero eso es lo que sucedía en aquél entonces, momento histórico en el que un hombre solamente tenía a su disposición una alternativa para buscar el placer homoerótico. Años ya han pasado a montones, y sin duda muchas cosas han cambiado conforme el tiempo ha transcurrido hasta traernos a nuestra época.


El tema del sobrepeso en la actualidad

Platicaba un día con mi amigo acerca de cualquier cosa, cuando de repente saltó a la conversación la palabra gordo, y no es que sea una mala palabra, ni altisonante por demás, pero mi amigo se alebrestó ante la sola mención y protestó sintiéndose peyorativamente aludido. Mi amigo, quien por cierto tiene 31 años y es ganador de varios certámenes de culturismo, hasta hace algunos años estaba gordo, muy gordo. Que loco, ¿no?

Punto número uno: ¿Es válido decir que alguien es gordo o es mejor decir que está gordo? Vamos, “estar” gordo implica que se tiene sobrepeso, que la cintura mide cierta cantidad de jocosos centímetros extra y que probablemente los hábitos alimenticios le queden un poquito desordenados. Pero con estas características no decimos de quién se trata ni hablamos de su identidad, solo decimos que, sea quien sea, está gordo. Otro cantar es decir que alguien “es” gordo, la onda se vuelve más personal. Decir que se es algo, es definir con totalidad a la persona, y a pocas personas les gustaría ser definidas mediante un calificativo tan poco halagüeño como “gordo”, o “flaco” o “pecoso”, porque a todas luces somos más que eso. No son características relevantes que te digan como es uno en esencia, y cuando son usadas de esta manera, da la impresión de que no hay nada más trascendental respecto a alguien que el hecho de que está gordo.

Así que no es lo mismo estar gordo que ser gordo. Ontología para principiantes.


Mío, tuyo... y nuestro

Inicialmente, previo a que la historia de amor comience, tienes un grupo de amigos a los que ves con regularidad, una serie de actividades que te hacen sentirte contento contigo y ciertos hábitos que se vuelven tremendamente característicos de ti para los ojos de los demás. Luego, conoces al amor de tu vida.

Felizmente, inicias entonces la bella historia de una nueva relación de pareja, con el corazón inflamado y tu alma retacada de las más positivas expectativas; el enamoramiento fugaz da pie al amor y al compromiso, y paulatinamente tu pareja cobra mayor importancia en tu universo personal. El o ella se convierte en tu mundo. Ahora ya no sales tanto con tus amigos, ni tienes las mismas actividades que en otro momento te satisfacían, porque ahora sales con el; tu media naranja es hoy lo suficiente para cubrir todas tus necesidades y le confías la responsabilidad de seguirlo siendo. O con ella, el punto es que  tu pareja se convierte en todo para ti.


Para bajar de peso, ¡cuidado con las dietas!

Hablar de nutrición se presta a muchos errores cuando no ubicamos bien lo que es una dieta, así que para prevenir futuros quebraderos de cabeza, hablemos un poco la dieta en singular y las dietas en plural.

Primero lo básico, lo que comemos son alimentos, y estos pueden ser de buen sabor algunos y otros de un gusto no muy agradable, pero todos ellos contienen moléculas de sustancias que nos son indispensables: los nutrimentos. Algunos nutrimentos son fuente de calorías, es decir, la energía que nuestro cuerpo necesita para seguir funcionando; nutrimentos son como los carbohidratos, las proteínas y los lípidos, ellos dan energía; otros son constructores e intervienen en la construcción y reparación de tejidos, como el calcio, el fósforo y nuevamente las proteínas y los lípidos. Hay un tercer grupo formado por las vitaminas, los aminoácidos esenciales y los minerales, que es llamado el de los nutrientes reguladores, porque influyen en la resistencia a enfermedades y facilitan casi todos los procesos que ocurren en nuestro organismo.

Si el interés es mantener a nuestro organismo sano, y probablemente lo es, necesitamos utilizar la comida de forma adecuada para obtener una alimentación equilibrada y variada que nos proporcione las cantidades necesarias de estos nutrimentos. Ese es el secreto de una buena nutrición y la clave para un envidiable estado de salud física y mental. Con la intensión de lograr una alimentación satisfactoria, las personas se alimentan según el tiempo del que disponen, los alimentos que tienen al alcance, sus gustos personales y sus creencias ideológicas. Todo esto determina la dieta que siguen.