“Supongamos que yo quiero que Fernando me escuche, que me abrace, que esté conmigo porque hoy no me vasto yo solo. Y supongamos que Fernando no quiere.Incluso supongamos que Fernando no me quiere.Entonces, en lugar de quedarme llorando, en lugar de manipular la situación para obtener de Fernando lo que él no quiere darme, en lugar de buscar que él me necesite, me tenga lástima, que me odie o que me tema, en lugar de ese perverso recorrido, quizá pueda preguntarle a María Inés si quiere quedarse conmigo.Yo no me basto, pero tampoco necesito de Fernando, sino de mí. Yo sé lo que necesito, y si Fernando no quiere dármelo, quizá María Inés…Y si Fernando no tiene para mí lo que necesito, y si María Inés tampoco, quizá yo pueda seguir buscando hasta encontrarlo.¿Dónde sea?Si, donde sea.”
-Jorge Bucay
Con estas palabras
el autor de El camino de la autodependencia describe lo que entiende por justamente
ese concepto: la autodependencia. Bucay identifica que no hay un ser humano
independiente o que no necesite de los demás, logística o emocionalmente, pero
piensa que es una necedad buscar que sea una única persona en específico la que
deba satisfacer nuestras necesidades. No es buena estrategia pretender que una
persona se haga cargo de lo que yo necesito, porque si esa persona no quiere o
no puede, entonces trataré de obligarla, ya sea por coerción o chantaje.
A Bucay su texto le sirve para hablar de la autodependencia, pero a mí me es útil para referirme a la soltería. ¿Te has dado cuenta cuán poca atención ponemos sobre este tema?, cuando se habla de soltería, uno escucha con pesar, contrastándolo con el “estar en pareja” y definiéndolo como “la ausencia de una relación”, del mismo modo que definimos la enfermedad como la ausencia de salud. Pero ¿en verdad la soltería es un estado de carencia, o un tiempo perdido que queda atrapado en la insípida espera del ser amado? Ver la soltería como un estilo de vida indeseable nos impide detectar las delicias de estar soltero o soltera y puede arrastrarnos sin querer a descalificar al hombre o mujer que no tiene una relación "como dios manda". Dime, ¿qué piensas de una mujer ya entrada en su sexta década de vida y que jamás se ha casado?
En la
sociedad que conformamos, descalificamos a las personas que no tienen una
relación de pareja mediante una variopinta colección de adjetivos que no me
detendré a mencionar, pero que tienen un peso considerable en el autoconcepto
de las y los solteros. Por eso, tanto las unas como los otros se presionan por
encontrar pareja lo antes posible para poder satisfacer una demanda social.
Vamos, evidentemente hay quienes se presionan genuinamente porque desean una
relación; pero también hay las que y los que no tienen interés en tener pareja,
o si lo tienen pero no están dispuestos o dispuestas a sacrificar su actual estilo
de vida por el mantenimiento de una relación: quizá se trate de dejar de
asistir dos horas diarias al gimnasio, o tal vez de mudarse a su casa para
vivir juntos, o reducir al mínimo la
cantidad de parejas sexuales, etcétera; el punto es que hay quienes no tienen una necesidad real, pero viven la presión de que "no está bien no tener pareja".
Con esto
salta un poco a la vista las virtudes de la soltería, al menos en lo que a libertades refiere. ¿Son mayores las ventajas
de estar soltero que las de estar en una relación?, no. ¿Son menores las
ventajas de estar soltero que las de estar en una relación?, tampoco. Ambas
condiciones tienen tantos pros como contras en su haber; ninguna es mejor, solamente son
distintas.
Pero
regreso al punto en el que la presión social y el mito de “estar en pareja es
estar mejor”, impiden que la soltería sea un bufet que el soltero o la soltera
puedan saborear a sus anchas. ¿Cómo hacer para lograr una soltería gourmet? El
primer paso remite a las palabras de Bucay: si Fernando no me da lo que
necesito, lo buscaré con María Inés. Es simple, si nos permitimos no apegarnos.
Todo cuanto necesitas de una relación de pareja puedes obtenerlo de una red
social suficientemente diversificada: para la necesidad de compartir momentos
memorables, la necesidad de sentirte querida o sentirte querido, la necesidad
de que alguien te conozca como nadie jamás te haya conocido, la necesidad de
sentirte protegida o protegido, o la necesidad de tener alguien a quién prodigarle
ternura; para cada una de ellas puedes tener a una amiga o un amigo o varios, o
alguien de tu familia. Y si hoy miras a tu alrededor y no cuentas con alguien
con quién satisfacer alguna necesidad, busca. ¿Dónde sea?, si, donde sea…
¿Y la
necesidad de tener deliciosas experiencias sexuales?, aja… esa también.
Desde la
psicología es evidente cómo la salud individual depende en su mayor parte de lo
nutrida que sea nuestra red social; por el contrario, cuando una persona cuenta
con una red pequeñita y poco diversificada, corre el constante riesgo de sufrir
por las crisis y adversidades de la vida. Alguien con una gran red social se
repone más rápido y responde mejor a los retos que enfrenta, tiene un mejor
autoconcepto de sí y vive más feliz. ¿Quiénes conforman esa red?, esta dichosa
red se conforma por aquello que le llaman “la familia de elección”, es decir, los
amigos y amigas que has venido incorporando a tu vida, los miembros de tu
familia de los que has elegido mantenerte cerca, y todas las personas extra que
apenas vas conociendo pero que ya van ganándose para ti un espacio emocionalmente
cercano. Por eso tu red social jamás deja de crecer, y gira y se transforma
conforme tu misma o conforme tu mismo vas evolucionando.
Así que ahí
tienes una manera de disfrutar tu soltería. Existen otras más, una infinidad de
ellas que si te das la oportunidad vas a ir descubriendo paulatinamente, pero
si quieres comienza por esta que te sugiero. Habitualmente vemos la soltería
como un estado transicional que desemboca inevitablemente en el matrimonio, o mínimamente
en una idílica vida en pareja; ¿pero qué hay con quienes planean no casarse
nunca?, ¿qué hay con la mujer de sesenta años que nunca se casó ni le hizo
falta hacerlo? Aunque usted no lo crea, para quien así lo elije, la soltería es
un fabuloso estilo de vida, porque estar soltero no significa estar solo, ni
significa estar sola, la soltería significa una posibilidad para múltiples y
diversas maneras de satisfacer nuestras necesidades individuales, y significa también
la posibilidad de estar ahí para escuchar a nuestra vez, las necesidades de nuestros
más cercanos compañeros y compañeras de vida.
…aunque si tú
no elegiste estar soltero o soltera y sin embargo lo estás, no pasa nada; o al
menos no debiera pasar nada. Si sabes no apegarte demasiado a nadie en específico
y encontraste el modo de nutrir tus necesidades con la compañía de tus amigos o
con personas de tu familia, entonces podrás esperar el tiempo que necesites
hasta encontrar a alguien adecuado y sin que la desesperación se convierta para
ti en un mal consejero. Recuerda protegerte siempre de las compras de pánico.