Cuando hablas con la gente acerca de si en sus casas “saben” (acerca de su orientación sexual), una gran proporción de tus interlocutores te responderán que sí, que obviamente: “bueno, yo no les he dicho; pero son mis papás… claro que saben ya”, suelen agregar. Aquí es de donde llega la invitación a hablar de los mitos del clóset.

Para tu familia, especialmente cuando compartes un techo con ellos, será evidente que hace ya algunos años que no te ven con una novia, o si eres mujer, que lo mismo llevas tiempo sin un novio. Notan que eso no pareciera molestarte particularmente. Entonces comienzan a elaborar sus conjeturas; muy pocas veces te lo van a preguntar directamente. Las conjeturas pueden ser: “es que es muy madura para los chavitos de su edad”, “es que se ha aplicado tanto a sus estudios/trabajo, que ni tiempo le queda para andar de novio”, etcétera.
La negación familiar y la sceptación de la homosexualidad
La cosa sería distinta si se tratara de alguien externo a la familia, cuya sospecha podría conducir directamente a una conjetura sobre su orientación sexual. Piensa ¿mal? de las o los demás, y acertarás; dicen por ahí.