En el estuche de herramientas de un psicoterapeuta, una de las estrategias más manoseadas es verdaderamente el: “una como quiera, pero ¿y las criaturas?”. Y es que no vamos a negar el valor de los clásicos.

En muchas ocasiones trivializamos las circunstancias tóxicas que vivimos día con día; ya sea porque uno a todo se acostumbra, o porque identificar ciertas situaciones como violentas, nos obligaría a tomar cartas en el asunto… y mejor preferimos justificar lo injustificable con tal de no sentir la obligación de actuar.
Una como quiera…
Pero cuando a una mujer que es mamá, le preguntas como podría ser que su hijo estuviera entendiendo los golpes que el marido le propina a ella, o como estaría el chilpayate asimilando los insultos que ella misma le dirige a su marido, entonces se ve en la imposibilidad de seguir tapándole el ojo al macho.