Hola, yo soy de esas personas que aman abrir un buen libro a media noche, regalarse una rica velada de música o salir a dar un paseo cuando la contaminación emocional y auditiva de la ciudad es mínima porque al rededor, el resto mundo duerme.

También es en la noche cuando soy más creativo o cuando el bombardeo sensorial de voces, imágenes y personas colisionando contra uno, se reduce significativamente.
Soy más productivo, me gusto más… el mundo me gusta más.
Pero como sucede con una buena copa de vino o quizá un cigarrito de vez en cuando, los problemas físicos, psicológicos y hasta sociales llegan cuando de lo esporádico pasas a cultivar un hábito consuetudinario.
Detrás de la experiencia hedonista de trasnochar, hay todo un conflicto bioquímico que eventualmente nos pasa factura.