miércoles, 7 de octubre de 2020

Detrás de cada gran hombre...

Cuándo hacemos un repaso de los nombres que tapizan la historia de la humanidad, tenemos un aplastante porcentaje de nombres masculinos por encima de algún que otro nombre femenino en algún arte o acontecimiento memorable.

Esto le funciona a muchas personas, como una evidencia a favor de que ¿los hombres somos más proactivos en el desarrollo y progreso de la humanidad?

La verdad es que estos datos están trucados y sirven de muy poco al momento de articular una estadística. 

¿Por qué no hay más mujeres trascendiendo en la historia de la humanidad?

Vamos a dejar para después, el argumento de que la historia es un ejercicio narrativo escrito por los ganadores… y en esta guerra de los sexos que nos hemos inventado, parece que las mujeres van perdiendo. 

Detrás de cada gran hombre...

Cuándo hacemos un repaso de los nombres que tapizan la historia de la humanidad, tenemos un aplastante porcentaje de nombres masculinos por encima de algún que otro nombre femenino en algún arte o acontecimiento memorable. Esto le funciona a muchas personas, como una evidencia a favor de que ¿los hombres somos más proactivos en el desarrollo y progreso de la humanidad? La verdad es que estos datos están trucados y sirven de muy poco al momento de articular una estadística. 

¿Por qué no hay más mujeres trascendiendo en la historia de la humanidad? vamos a dejar para después, el argumento de que la historia es un ejercicio narrativo escrito por los ganadores… y en esta guerra de los sexos que nos hemos inventado, parece que las mujeres van perdiendo. 

Esto nos deja espacio para preguntarle a la gente que sabe de feminismo, cómo es que las mujeres llegaron a ser borradas de la historia. Tu feminista escribida’ y leída de confianza, posiblemente va a llegar y contarte acerca de lo que es en ciencias, el llamado Efecto Matilda. 

En 1997, la revista Nature publicó un estudio sobre unas becas de investigación otorgadas por el Consejo de Investigación Médica de Suecia, en el que se demostraba que las mujeres debían presentar hasta 2,4 veces más méritos que los hombres para obtener la misma beca, algo que obligó al gobierno sueco a replantearse este tipo de convocatorias.