En México no sabemos discutir… y tampoco le venimos manejando eso que le llaman “maneras respetuosas” de estar en desacuerdo; pero no es directamente nuestra culpa, somos la consecuencia viviente de una educación que nos condicionaba a guardar silencio.

Calladitos nos veíamos más bonitos…
Yo por ejemplo, soy lo que queda del “no los quiero ver discutiendo en clase¡!”, o de la chancla voladora que aspiraba a quitarme lo rezongón. Preguntar ¿porqué? se traducía como un conflicto con la autoridad; buscar entender era como confrontar, y confrontar era ser todo un anarquista.
No es mi intención poner en tela de juicio el flaco liderazgo de las autoridades que conocí de niño… mi problema es con esta situación actual del no saber no estar de acuerdo.
Si mi pareja me pide abrir la relación, me bloqueo a sus argumentos para no seguirle escuchando. Si me señalan lo que hago mal, me cierro porque me atemoriza ser cuestionado. Si me hablan de feminicidios, les digo feminazis para no conectar con nada de lo que escucho. Como no se discutir, mis únicas respuestas posibles son de sumisión, de ataque o de huida.