Según voy entendiendo, me parece que hay personas que no creen en la psicoterapia… como quien no cree en Santa Claus o en el ratón de los dientes. Pero yo vengo a decirles hermanos, que la he visto; que mis ojos han mirado de frente a la psicoterapia, que mis oídos la han escuchado, y que mis labios la han nombrado por alguno de sus múltiples nombres.

Por eso vengo ahora, hermanas y hermanos, a hablarles de la palabra “Psicoterapia”.
La psicoterapia es el arte de hacer magia con el lenguaje, donde cada comunicación tiene su poder intrínseco y un peso específico sobre quien pronuncia una palabra… o sobre quien la calla.
Es la conversación en si misma, como un acto de gran significado, que a su vez genera una sucesión de nuevas acciones y mucho movimiento.
Hacer psicoterapia es enfrentar la realidad de que lenguaje ni es inocuo, ni es inocente, de que además es imposible no comunicar, y que cada una y cada uno de nosotros, somos la consecuencia de nuestras elecciones en el contexto del lenguaje que nos repetimos o comunicamos.