Creo en la psicoterapia

Según voy entendiendo, me parece que hay personas que no creen en la psicoterapia… como quien no cree en Santa Claus o en el ratón de los dientes. Pero yo vengo a decirles hermanos, que la he visto; que mis ojos han mirado de frente a la psicoterapia, que mis oídos la han escuchado, y que mis labios la han nombrado por alguno de sus múltiples nombres.

Por eso vengo ahora, hermanas y hermanos, a hablarles de la palabra “Psicoterapia”.

La psicoterapia es el arte de hacer magia con el lenguaje, donde cada comunicación tiene su poder intrínseco y un peso específico sobre quien pronuncia una palabra... o sobre quien la calla. Es la conversación en si misma, como un acto de gran significado, que a su vez genera una sucesión de nuevas acciones y mucho movimiento.

Hacer psicoterapia es enfrentar la realidad de que lenguaje ni es inocuo, ni es inocente, de que además es imposible no comunicar, y que cada una y cada uno de nosotros, somos la consecuencia de nuestras elecciones en el contexto del lenguaje que nos repetimos o comunicamos.

Porque el lenguaje crea realidades individuales y compartidas, puede ser bálsamo o puede ser toxina... por eso la psicoterapia es un proceso que construye, destruye, y reconstruye...


  • Identidades: siendo una persona cualquiera, yo soy los calificativos que elijo dirigir hacia mí, los decretos que verbalizo cuando reflexiono sobre mi vida, y las creencias que me repito incesantemente antes de actuar. Por eso cuando utilizo la psicoterapia para cambiar, uno aprende a modificar las cosas que me digo o las que digo acerca de mí cuando hablo con los demás.
  • Relaciones: en la psicoterapia encuentro la posibilidad de entender la influencia que tengo sobre los demás, y la que ellas y ellos tienen sobre mi actuar, mi sentir, y mi pensar. Es identificar la responsabilidad que tengo dentro de mis relaciones y el nivel de autoría que tengo frente lo que sucede con la gente que me importa.
  • Compromisos: porque en la psicoterapia, los enunciados que empleamos, forman acuerdos conmigo mismo y hacia los demás, alimentando mi sentido de congruencia personal, y mi autoconcepto. Porque la libertad que poseo, solamente adquiere valor cuando la comprometo en negociaciones, acuerdos y contratos, y eso alimenta la poca estabilidad que humanamente puedo lograr en la vida.
  • Posibilidades: a través de la conversación y el lenguaje, la psicoterapia abre puertas e ilumina caminos, para momentos de esos en que sentimos que la vida es un callejón sin salida. Es propio de la psicoterapia ampliar el horizonte que percibimos, para prevenirnos de como a veces somos capaces de ahogarnos en un vaso de agua.
  • Futuros: el proceso de la psicoterapia nos sugiere mejor no delegar el curso de nuestro futuro a circunstancias ajenas o a intereses de otros, permitiéndonos acceder a una mejor negociación con las circunstancias o a una mejor gestión de nuestros recursos personales, para edificar un destino más sabroso, emocionante y a la medida de nuestras propias expectativas.
  • Mundos: la psicoterapia busca resaltar el modo en contribuimos todo el tiempo a dar forma al mundo en que vivimos, y cuando incorporamos las posibilidades, las realidades, los compromisos, nuestras relaciones más saludables y una identidad personal más sintonizada con la mejor versión de nosotras y nosotros mismos, damos forma a mundos nuevos para ser más felices nosotros y las personas que nos rodean.


Por estas razones y bastantes otras, habemos muchas personas que creemos en la psicoterapia, pero vale la pena recordar que esto es algo que uno realiza siempre en primera persona: nadie puede hacer psicoterapia por ti o por mí, ni siquiera un psicoterapeuta.

Personalmente, a veces pienso que esa es la razón por la que hay quienes no creen en psicoterapia… porque tal vez, su verdadero problema no es la psicoterapia, sino que no creen en ellos mismos.