Las emociones ...qué susto!!

Pocas cosas forman tanta parte de la vida y nos inspiran simultáneamente tanto miedo como las emociones. La otra vez escuché a un científico afirmar que ojalá el conocimiento médico nos alcance un día para diseñar unas píldoras con las que pudiéramos regular nuestras emociones. Así solemos verlas: como una amenaza.

Por eso no es raro que muchos dediquemos una gran energía a censurar lo que sentimos, a despersonalizar nuestras emociones o a evadir el efecto que nuestras experiencias causan al interior de nosotros. ¿En que medida se puede hacer esto?, ¿de veras podemos hacer a un lado las emociones? 

Antes de responder, imagina cómo sería el ser humano que finalmente lo lograra. Sin emociones, esa persona permanecería impávida ante cualquier eventualidad, nada le espantaría, entristecería o perturbaría. Sin alegría, sin curiosidad. Hay estados emocionales que no ubicamos como tales, pero efectivamente lo son, como la confianza, el sentido de pertenencia o los celos, y ni que decir del amor, el cariño o la simpatía. 


Lo bueno & Lo malo

Tenemos demasiada prisa en determinar que es bueno y que es malo, y frecuentemente la vida nos demuestra que lo bueno no lo era tanto, y lo malo no era tan malo.

Ojalá tuviéramos el hábito de darle chance a las circunstancias, de dejar que la vida nos sorprendiera. Pero ordinariamente, tachamos de malo aquello que no cubre nuestras expectativas, y aplaudimos cuando la vida es condescendiente con nosotros.

Lo que se ajusta a nuestra obsesión por controlar es bueno, pero lo que se nos escapa es perturbador, atemorizante, condenable y susceptible de ser nulificado, si podemos. Sino, solo lo sufrimos, alimentando nuestra imaginación con escenarios catastróficos y las mil posibilidades de finales desastrosos.

¿Como sabes que esto que te sucede es malo?, ¿sabes ya cómo termina la historia?, ¿por qué no puedes esperarte al desenlace?


Cuida tus palabras

No es por hacer chisme, pero en el cerebro tenemos un sistema detector de peligros, justo en el centro de nuestro sistema emocional: la amígdala. Ella registra todo el tiempo amenazas a nuestra tranquilidad y bienestar.

No es por hacer chisme, pero en el cerebro tenemos un sistema detector de peligros, justo en el centro de nuestro sistema emocional: la amígdala. Ella registra todo el tiempo amenazas a nuestra tranquilidad y bienestar.

Pero la amígdala no solo está al pendiente de lo que sucede a tu alrededor, también monitores las acciones que eliges hacer desde la superficie de tu cerebro (neocortex), de modo que si piensas en monstruos, tu amígdala reaccionará como si hubiese cerca un peligro monstruoso. Es muy paranoica, ella.


El mito del sexo sin compromiso (Publinota)

Por Mario Alberto Reyes/ Agencia NotieSe

El no involucramiento de las emociones durante las relaciones sexuales fortuitas es una falacia, porque no obstante los cuerpos se liberan de la ropa, simultáneamente se visten de anhelos, expectativas y deseos que conducen a un aislamiento de la realidad en el que los individuos se pertenecen mutuamente y dejan de sentirse solos, señaló el psicólogo Hernán Paniagua.

Explicó que contrario a las expectativas de mucha gente que busca sexo sin establecer compromisos, por lo menos siempre está presente el relacionado con tener relaciones sexuales con la persona contactada, porque en caso de negarse, surgirán las reclamaciones y el recordatorio del compromiso de acostarse con ella.


Homosexualidad: hoy en día

[Documento de la American Psychiatric Association, extraído de http://www.sexovida.com/psiquiatria/apa.htm]

En Diciembre 1998, se emitió una declaración de posición con respecto a que la American Psychiatric Association (A. P. A.) se opone a cualquier tratamiento psiquiátrico, tal como terapia “reparadora” o de conversión, que se base sobre asumir que la homosexualidad per se es un desorden mental o en el supuesto que el paciente debería cambiar su orientación sexual homosexual (ver Apéndice1). Con esto la A. P. A. se unió a muchas otras organizaciones profesionales que se oponen o son críticas con las terapias “reparadoras”. La siguiente Declaración de Postura se explaya y elabora sobre la declaración emitida a fin de dirigirse más a preocupaciones públicas y profesionales sobre terapias dirigidas al cambio de orientación o identidad sexual del paciente. Aumenta la declaración de 1998 más que reemplazarla:

En el pasado, definir a la homosexualidad como una enfermedad atrincheraba el oprobio moral de la sociedad con las relaciones entre el mismo sexo. En el clima social actual, declarar que la homosexualidad es un desorden mental surge de los esfuerzos para desacreditar una creciente aceptación de la homosexualidad como variante normal de la sexualidad humana. Consecuentemente, la cuestión de cambiar la orientación sexual se ha politizado mucho. La integración de gays y lesbianas al cauce principal de la sociedad Americana encuentra la oposición de aquellos que temen que tal integración esté mal moralmente y sea dañina para la trama social.


Discriminación en el Ghetto; la homofobia Gay

Según la Real Academia de la Lengua Española, discriminar es dar un trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc. Estos caballeros de la academia no tuvieron a bien incluir a los motivos sexuales de discriminación en su definición, pero el etcétera nos autoriza a meterle lo que queramos. A fin de cuentas, para discriminar hacen falta solo las ganas, aunque no tengamos ningún motivo.

La homofobia es, efectivamente, un tipo de discriminación que se deriva de las actitudes que una persona tiene hacia la orientación sexual que no es heterosexual. En la actualidad no es algo que pueda presentarse abiertamente en la calle o algún otro espacio público, particularmente en las grandes ciudades donde discriminar abiertamente se ha convertido algo “políticamente incorrecto” que despierta la desaprobación de quienes se rigen por las buenas costumbres y lo más básico de la urbanidad. Claro, esto no implica que la conducta homofóbica haya desaparecido, solo se ha encubierto: la gente discrimina en voz muy baja, o cuando están entre gente de confianza que, se asume, es heterosexual.

Este reprobable fenómeno se da entre personas heterosexuales aun pese a la censura social y, por irónico que parezca, también entre homosexuales. Dentro de la comunidad gay, la discriminación no esta mal vista ni se la censura; de hecho se la aplaude dentro del formato del llamado perreo.

Cuéntame un cuento... sin sangre

“...y entonces, su mamá advirtió a Caperucita: toma el camino largo y no te detengas para que llegues antes de oscurecer, evita el camino corto porque ahí acecha el lobo feroz, y si te encuentra te va a comer y no volveremos a verte…”
I.

De manera muy desenfadada podríamos hablar de dos momentos históricos para los cuentos de hadas: uno marcado por la creatividad de Charles Perrault y los hermanos Grimm, y otro que se define por la narrativa moderna de Walt Disney.

En el primer momento, los cuentos para niños estaban plagados de escenas de horror, muerte y sangre al más puro estilo de Quentin Tarantino; y posteriormente ya no, gracias al toque de Disney. A los niños de la actualidad les horrorizaría saber que en un principio la sirenita no solo pierde su voz, sino que el príncipe nunca la pela y ella termina sola y disolviéndose en espuma sobre las olas del mar.


La necesidad de vincularnos

Los seres humanos pasamos la mayor parte de nuestras vidas buscando pertenecer a algo, desde complejas religiones con las cuales identificarnos, hasta una empresa donde trabajar, una familia o una pareja con la cual caminar por la vida. Ya se trate de grandes sistemas sociales o pequeños, a las personas no nos gusta quedar aisladas, porque somos animales sociales que en épocas muy tempranas descubrimos que nuestra sobrevivencia está en los números.

Y así como fue al principio de los tiempos, lo sigue siendo hoy en día en la vida de cada uno de nosotros y nosotras: queremos pertenecer. Buscamos incorporarnos a la vida de los demás y recíprocamente, incorporar a los demás a nuestra vida volviéndonos mutuamente significativos. A eso le llamamos “relaciones”, y cotidianamente solemos afirmar que no hay cosa más complicada que eso.


¿Qué es lo que vuelve complejas las relaciones interpersonales?


La fatiga del cuidador I

Cuidadores primarios son personas que mantiene el contacto humano más estrecho con un paciente incapacitado o enfermo. Su principal función es satisfacer diariamente las necesidades físicas y emocionales del paciente, le mantiene vinculado con la sociedad y lo provee de afecto. Su trabajo adquiere una gran relevancia para las personas que rodean al enfermo conforme progresa la enfermedad, puesto que además de brindarle atención directa al paciente, adquiere un papel importante en el mantenimiento y cohesión de la familia.

Cuando mamá enfermó, dice, me di cuenta que alguien de su edad no puede ya vivir sola; y como en ese momento yo no tenía trabajo o ningún otro compromiso al que dedicarme, me pareció que los más oportuno era mudarme con ella para cuidarla y que tuviera una compañía. A mis hermanos les pareció buena idea también, y quedamos en que me iban a pasar un dinerito cada mes para comprar las medicinas de ella y yo tuviera un apoyo económico.

Así comienza esta historia cuando la vejez llega a la familia, a veces acompañada de enfermedades crónicas u otras circunstancias que merman la calidad de vida y autonomía del adulto que al ser ya mayor, se vuelve vulnerable para hacer frente a los quehaceres más cotidianos de su vida. Pagar una enfermera o enfermero de planta que le brinde los cuidados que papá o mamá necesitan es algo que pocas familias pueden permitirse, y cuando no es uno, sino ambos padres quienes requieren de esta atención, la inversión financiera constituye un sacrificio real.


El rompecabezas de la pareja

Imagina que por azares del destino, necesitas armar un rompecabezas de 5,000 piezas; o de cualquiera de esos que te tardas en resolver poquito más de una semana. Supongamos que por alguna extraña razón, repartieran las piezas de una forma en que tú te quedaste con la mitad y alguien de tu entera confianza recibió la otra mitad. Este es un trabajo en equipo, evidentemente.

Estamos entonces, en el entendido de que deberás reunirte con la otra persona para cumplir el reto: ambos, cada cual con la mitad de las piezas del rompecabezas, van a colaborar hasta el final y por partes iguales. Sin embargo, ¿sabes lo que sucede recurrentemente en el contexto de este experimento hipotético?, que cada uno de los participantes del juego se retira a un rincón aislado e individualmente busca terminar el rompecabezas completo con solamente la mitad de las piezas.

Evidentemente no se trata de si se es el armador de rompecabezas número uno mundial o la persona más inteligente de todos los tiempos; en cualquiera de los casos se está condenado a fracasar porque este juego es un reto colaborativo.


Donde nace la fuerza de voluntad

La fuerza de voluntad es la potencia requerida para materializar los cambios que pretendemos para nosotras o nosotros mismos y para nuestra vida. Se dice que cuando estamos bien motivados, la voluntad es mucha; pero cuando no, incluso el levantar un dedo nos cuesta horrores.

Al mismo tiempo, la imaginación es esa capacidad con la que todos los seres humanos estamos familiarizados, y que nos permite bocetar nuevas realidades y distintas alternativas de acción. Recordar es usar la memoria, imaginar es tomar un recuerdo y reelaborarlo desde diferentes perspectivas, cambiando las situaciones y dándole otros sentidos. Imaginar es tomar un elemento mínimo y construir historias completas, narrativas nuevas, aventuras sorprendentes.

La imaginación es también donde construimos expectativas y desde donde futurizamos. Los grandes proyectos personales son a primera instancia imaginados, después proyectados. Cualquier proyecto social es de inicio una imaginación.


La psicoterapia, hoy.

La psicoterapia es una disciplina que ha venido modificándose y adaptando con el paso de las décadas; existe tan en función de la sociedad, que cuando las sociedades cambian, lo mismo lo hace la psicoterapia y en este contexto, también el psicoterapeuta.

Su objetivo es proporcionar soluciones a los problemas cotidianos, y al mismo ritmo en la sociedad cambia la definición de “problema” o “salud”, y la manera de abordar las dificultades, también cambia y se adaptan las premisas de la psicoterapia. No es necesario abundar mucho en el cómo hace cincuenta años algo podía ser un grave problema y hoy apenas un asunto simple y habitual de la vida cotidiana. Los valores de las sociedades evolucionan, como también lo hacen nuestros intereses, expectativas y recursos personales de los que echamos mano para afrontar la vida.