No es por hacer chisme, pero en el cerebro tenemos un sistema detector de peligros, justo en el centro de nuestro sistema emocional: la amígdala. Ella registra todo el tiempo amenazas a nuestra tranquilidad y bienestar.
No es por hacer chisme, pero en el cerebro tenemos un sistema detector de peligros, justo en el centro de nuestro sistema emocional: la amígdala. Ella registra todo el tiempo amenazas a nuestra tranquilidad y bienestar.
Pero la amígdala no solo está al pendiente de lo que sucede a tu alrededor, también monitores las acciones que eliges hacer desde la superficie de tu cerebro (neocortex), de modo que si piensas en monstruos, tu amígdala reaccionará como si hubiese cerca un peligro monstruoso. Es muy paranoica, ella.
Tu amígdala monitorea tu lenguaje. Cuando hablas mal de ti, generará una respuesta de rechazo emocional contra tu propia persona. Cuando utilizas una palabra que te es altisonante, genera una respuesta de ataque generalizado o de huida.
- Por eso una persona que tiende a hablar mal de si misma, está alimentando un desagrado por su propia persona.
- Y una persona que utiliza groserías innecesariamente, vive más a la defensiva y tiende mayormente al mal humor.
Por eso es importante cuidar las palabras que empleamos, el primerísimo que las escucha, asimila y es influenciado por ellas, es nuestro propio cerebro.