Para bajar de peso, ¡cuidado con las dietas!

Hablar de nutrición se presta a muchos errores cuando no ubicamos bien lo que es una dieta, así que para prevenir futuros quebraderos de cabeza, hablemos un poco la dieta en singular y las dietas en plural.

Primero lo básico, lo que comemos son alimentos, y estos pueden ser de buen sabor algunos y otros de un gusto no muy agradable, pero todos ellos contienen moléculas de sustancias que nos son indispensables: los nutrimentos. Algunos nutrimentos son fuente de calorías, es decir, la energía que nuestro cuerpo necesita para seguir funcionando; nutrimentos son como los carbohidratos, las proteínas y los lípidos, ellos dan energía; otros son constructores e intervienen en la construcción y reparación de tejidos, como el calcio, el fósforo y nuevamente las proteínas y los lípidos. Hay un tercer grupo formado por las vitaminas, los aminoácidos esenciales y los minerales, que es llamado el de los nutrientes reguladores, porque influyen en la resistencia a enfermedades y facilitan casi todos los procesos que ocurren en nuestro organismo.

Si el interés es mantener a nuestro organismo sano, y probablemente lo es, necesitamos utilizar la comida de forma adecuada para obtener una alimentación equilibrada y variada que nos proporcione las cantidades necesarias de estos nutrimentos. Ese es el secreto de una buena nutrición y la clave para un envidiable estado de salud física y mental. Con la intensión de lograr una alimentación satisfactoria, las personas se alimentan según el tiempo del que disponen, los alimentos que tienen al alcance, sus gustos personales y sus creencias ideológicas. Todo esto determina la dieta que siguen.

Es una creencia errónea pensar que la dieta es un régimen restrictivo de alimentos que pueden o no ingerirse según lo determine un profesional; la dieta es lo que alguien suele comer cotidianamente: hay quienes se prohiben ingerir cerdo y por ello excluyen los embutidos de su dieta; otros comen poco y tienen una dieta pobre, dado que carecen del tiempo para preparar sus alimentos; y algunos más no tienen los recursos económicos para proporcionarse grandes menús, lo que evidentemente también empobrece su dieta. El factor común en la mayoría de los casos es que las personas improvisan la estructura de su dieta, según las limitaciones y ventajas con las que cuentan, en pocos casos se organiza la alimentación para volverla variada y equilibrada.

Por lo general cada alimento contiene varios nutrientes, pero ninguno los contiene todos; además el tipo y la cantidad de nutrimentos contenidos en determinado alimento pueden ser escasos. Por ejemplo, la leche contiene proteínas, grasas, carbohidratos, calcio, fósforo, rivoflavína y otras vitaminas del grupo B y vitaminas A y D, pero en cambio tiene muy poco hierro y muy poca vitamina C. La falta de un nutrimento no puede compensarse ingiriendo en exceso algún otro.

Por eso, para garantizar que nuestro organismo reciba todo lo que necesita, es aconsejable variar los alimentos. Si un día preparamos frijoles, es recomendable la próxima vez preparar sopa y la siguiente lentejas; si ayer compramos naranjas, mañana comprar manzanas. Así evitamos que, de comer frijoles durante un mes entero, nuestro cuerpo reciba sólo los nutrimentos contenidos en ésta leguminosa. No es necesario conocer con exactitud que vitaminas hay en cada alimento, que minerales o que aminoácidos, basta con hacer esta continua variación en la dieta para que recibamos lo suficiente de cada uno de ellos.

Y si ya variamos la dieta, sólo hace falta equilibrarla. La persona quien cada día come tacos al pastor, cena tacos al salir de su trabajo y compra tacos para ver el televisor con sus amigos una tarde de domingo, no sólo no esta dándole variedad, sino que tampoco la está equilibrando. Equilibrar lo que comemos significa ingerir proporcionadamente los alimentos altos en carbohidratos, como la fruta o las verduras; en proteínas, como la carne y los lácteos; y en lípidos, como los alimentos grasosos en general. Equilibrando nuestros alimentos prevenimos que un exceso de lípidos se cumule al interior de nuestras arterias dificultando la labor del corazón o causándonos la incómoda “llantita” alrededor de la cintura; igual que un innecesario incremento de proteínas que facilite la aparición de dolores musculares.

Con lo anterior en mente podemos analizar un par de regímenes que suelen gozar de gran popularidad entre las personas, pero su beneficio a la larga puede resultar muy cuestionable.

El vegetarianismo es un régimen dietético que organiza la alimentación excluyendo los productos animales. Se dice que este tipo de dieta alimentaria posee virtudes, que son difíciles de demostrar, como prolongar la expectativa de vida; sin embargo seguirla de forma estricta puede causar enfermedades carenciales como la anemia y algunos trastornos del sistema nervioso, que aparecen cuando hay un déficit de vitamina B12 y algunos minerales. Hay variedades, como la dieta lacto – vegetariana o la lacto – ovo – vegetariana que, al incluir la ingestión de huevos, leche y derivados, si cumple con los requerimientos nutritivos humanos.

La alimentación macrobiótica es un estilo de vegetarianismo mezclado con principios provenientes de la filosofía Zen – budista. En este tipo de dieta, tanto los nutrientes como los alimentos se clasifican en dos categorías: yin (femeninos) y yang (masculinos). Entre los primeros se encuentran, por ejemplo, los dulces, numerosos frutos y algunas vitaminas; entre los segundos están la carne, los huevos, etcétera. Según los principios de este régimen, es necesario un perfecto equilibrio entre alimentos yin y yang para liberar al organismo de los venenos que encierra y asegurar una vida saludable.

Este tipo de alimentación, introducida y divulgada por George Oshawa, consta de diez niveles dietéticos y en cada uno de ellos la persona va suprimiendo un grupo de alimentos, de modo que en las etapas iniciales se incluyen todavía sustancias de origen animal, pero en las finales sólo se consumen granos de cereales completos. Por eso la dieta macrobiótica no es recomendable, ya que no cubre los requerimientos mínimos de algunos minerales, de ciertas vitaminas y carece de proteínas de alto valor biológico. Al mismo tiempo, este régimen limita el agua de bebida, lo que además puede causar deshidratación y trastornos renales.

También podemos repasar algunas de los regímenes mas recurridos por la gente para reducir su peso: las llamadas dietas milagrosas, que no sólo no promueven una alimentación equilibrada y variada, sino que además ponen en riesgo la salud.
  • Dietas para perder 3 kilos o más en una semana: En general este tipo de dietas son poco efectivas porque fisiológicamente no es posible perder tres kilogramos de grasa corporal en una semana y lo único que consiguen que se pierda es agua y músculo, causando descompensación de sales y deshidratación, por no mencionar la pérdida de masa muscular.

  • Dieta de la luna: Es aquella dieta que consiste en tomar durante 3 días solamente agua natural cada primer día de la luna llena. Este tipo de dietas pueden ocasionar desmayos, fatiga y bajo rendimiento, ya que no se obtiene la energía suficiente proveniente de los alimentos, además de que lo perdido será recuperado inmediatamente al regresar a la alimentación normal.

  • Dieta de Beverly Hills: Este tipo de dietas consisten en consumir durante el día solo un tipo de fruta: Lunes - uvas, martes - sandía, etcétera. Al igual que otra clase de dietas en donde sólo se consume un solo tipo de alimento, éstas no proporcionan todos los nutrimentos que se necesitan para mantener las funciones del organismo.

  • Dietas altas en proteínas y bajas en carbohidratos: Son aquellas basadas en el consumo de alimentos de origen animal, que principalmente aportan proteínas, y grasas, como el chicharrón, la carne, los huevos, el queso, etcétera, y en las que se elimina el consumo de alimentos que contienen carbohidratos como los cereales y la fruta. Este tipo de dieta puede ser riesgosa para la salud, ya que al consumir en exceso proteínas y grasas, los niveles de colesterol y triglicéridos pueden aumentar y con ello la predisposición a desarrollar afecciones cardiovasculares. En cuanto a la falta de carbohidratos, ésta puede causar mareos, dolores de cabeza y dificultad para poner atención, ya que son la única fuente de energía que utiliza el cerebro para funcionar.
Por otra parte, hay alimentos solos que por alguna razón han sido asociados con consecuencias negativas al organismo, lo que ha llevado a quienes los consumen a hacerlo con una cierta culpa o a no consumirlos del todo. Aquí mencionamos algunas de estas creencias para tu consideración:
  • Se dice que el huevo aumenta mis niveles de colesterol: Se creía que consumir huevos durante la dieta diaria era dañino por el incremento de colesterol, sin embargo la Sociedad Americana de Cardiología señaló que se pueden consumir 2 huevos al día sin ese incrementar, además de que su consumo puede prevenir el riesgo de padecer cáncer de mama en las mujeres.

  • Beber agua durante la comida hace daño: Se dice que consumir agua durante la comida diluye los jugos gástricos y perjudica la digestión. Efectivamente si existe una dilución de los jugos gástricos pero no interfieren con la digestión, se puede beber agua en cualquier momento del día y durante las comidas, mejorando nuestra sensibilidad a los sabores de los alimentos.

  • Los mariscos son indigestos: En realidad son buenos para la salud siempre y cuando se consuman con moderación y bajo un régimen nutricional, ya que ayudan a prevenir la diabetes, cánceres, infartos y Alzheimer, además de ser ricos en zinc.

  • El café es dañino para el organismo: El café es una bebida muy funcional para el organismo siempre y cuando no se consuma en exceso. Esta bebida es capaz de prevenir el desarrollo de cáncer de colon, cálculos de vesícula, cirrosis hepática y Parkinson con el solo hecho de consumir 1 ó 2 tazas al día. Sin embargo sigue si ser recomendable para personas embarazadas, hipertensas y con reflujo gastroesofágico.

  • El vino durante la comida es para alcohólicos: Investigaciones recientes han demostrado que el consumo de una o dos copas de vino al día puede prevenir el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, cáncer de pulmón y de próstata, además de que el vino durante las comidas es un excelente digestivo.

  • Si como muchos dulces me volveré diabético: Que una persona consuma azúcar en grandes cantidades no significa que desarrollará el padecimiento, pues éste se debe a la combinación de varios factores de riesgo como la herencia, el sedentarismo y el sobrepeso, sin embargo, el exceso de dulces provoca aumento de peso y por tanto incrementa las posibilidades de desarrollar diabetes. Pero, si ya se tiene la enfermedad, comer dulces desencadena un aumento en los niveles de glucosa, por lo que se recomienda a quienes la padecen mesurar su consumo.

    1 comentario:

    1. Cuando miro a tu blog en Safari, se ve bien sin embargo
      cuando se abre en Internet Explorer, que tiene algunos
      problemas de solapamiento,
      My webpage: Ardella Wooderson

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