Casi todos sabemos querer, pero pocos sabemos amar. Y es que amar y querer no es igual, ¿amar es sufrir…? No, ahí si espéreme tantito, señor don Príncipe de la Canción.

José José le atinó cuando señalaba diferencias entre estas dos acciones románticas; aunque sin duda, me niego a reconocer que “amar es sufrir”, o que digamos que todo el tiempo “querer es gozar”; o dime tu, ¿porqué sucede que muchas personas pasan la vida persiguiendo un ideal romántico y cuando lo encuentran, inician un vía crucis de inseguridades y ansiedad?
…y es que amar y querer no es igual.
Yo puedo querer como quien quiere un auto, una playera, un vaso de agua o cualquier cosa, circunstancia, persona, flor o fruto que le venga haciendo falta a mi vida. Queremos desde la necesidad (que luego nos lleva a la necedad) o desde nuestras carencias; y cuando nos vinculamos afectivamente con aquello que satisface lo que necesitamos, lo hacemos porque nos es de utilidad.