lunes, 3 de abril de 2017

Cultura de la fragilidad

abril 03, 2017 Hernan Paniagua
Me parece que hoy vivimos envueltos en una cultura de la fragilidad. Cada que nos damos cuenta, nos agregan una cosa, situación, persona, flor o fruto que representa una nueva amenaza a nuestra vida.

Comer huevos va a matarte, la carne da cáncer, la leche tiene bacterias... prácticamente toda la canasta básica urde un complot en nuestra contra. El sol causa melanoma, sólo el agua embotellada está pura... la mafia del poder te quiere esclavizar, Trump es una amenaza para México... ponte suéter o morirás de neumonía...

¿Qué tan frágil te consideras?, ¿cuáles de estas alertas tienen verdaderamente fundamento, y cuáles no?

El riesgo de habernos vuelto consumidores masivos de información, está en no ser críticos con esa información que anexamos a nuestro sistema de creencias, y de ahí a la interpretación que hacemos de la realidad.

¿Consecuencias?, alimentamos nuestra inseguridad personal, nos volvemos progresivamente más renuentes a tomar decisiones y reforzamos de a poquito más cada día, esta falta de esperanza en el futuro.

Afrontando la depresión

A veces la depresión me asalta, y creo que es algo bastante normal, que no necesariamente es un problema clínico.

Las razones por las que habitualmente podemos sentir depresión son bastante variadas, algunas son más orgánicas o bioquímicas, y otras puramente existenciales o emocionales.

Para mi, saber distinguir qué genera mi depresión, me permite tomar cartas en el asunto; y digamos que de vez en cuando, tengo de cada una de estas al menos un poco:

Cuando duermo mal y ando todo zombie y con déficit de sueño, seguramente voy a deprimirme porque los mismos neurotransmisores que sustentan el lado bioquímico de mis emociones están deprimidos, o sea que andan escasos y desgastados.

Afrontando la depresión

A veces la depresión me asalta, y creo que es algo bastante normal, que no necesariamente es un problema clínico. Las razones por las que habitualmente podemos sentir depresión son bastante variadas, algunas son más orgánicas o bioquímicas, y otras puramente existenciales o emocionales. Para mi, saber distinguir qué genera mi depresión, me permite tomar cartas en el asunto; y digamos que de vez en cuando, tengo de cada una de estas al menos un poco:

Cuando duermo mal y ando todo zombie y con déficit de sueño, seguramente voy a deprimirme porque los mismos neurotransmisores que sustentan el lado bioquímico de mis emociones están deprimidos, o sea que andan escasos y desgastados. Esa depresión se arregla duermiendo, así me tenga que tomar el día o dormirme temprano para reponer mis horas de sueño.