Malos Hábitos

Es muy fácil construir hábitos, porque el cerebro  humano tiene una configuración de fábrica que le permite volver automáticas aquellas actividades que realizamos consuetudinariamente, como caminar, cerrar la puerta cuando salimos de casa o ponernos los zapatos.

La ventaja de construir hábitos es que podemos retirar nuestra atención de lo que ya dominamos, y redirigirla hacia aquello que nos es más demandante por ser complejo, novedoso o desafiante. De esa manera, podemos dejar que nuestros hábitos se encarguen de que caminemos por la calle sin acabar rodando por el piso, al mismo tiempo que leemos y mandamos mensaje de WhatsApp.

Ahora, si un extraterrestre de ocho patas te pidiera asombrado, que le expliques cómo le haces para caminar con tan solo dos pies, ¿podrías explicarle?

La ventaja de desarrollar hábitos, es que aportan mucha economía de  recursos intelectuales para poder hacer más de una cosa por vez, pero la desventaja es que algunos de estos automatismos nos sabotea algunas estrategias que perseguimos cotidianamente. De nuevo, es tan fácil formar hábitos, que muchas veces construimos algunos que son nocivos para nosotros, y nos cuesta trabajo dejarlos.

El origen de los malos hábitos reside en respuestas que hemos dado a un entorno demandante con el fin de adaptarnos, pero una vez que hemos salido de ese entorno, el hábito que nos construimos contribuye a sabotearnos. Es decir, lo que en origen sirve para adaptarnos, luego nos vuelve inadaptados.

Nuestro cerebro toma decisiones permanentes para circunstancias temporales. Puede ser que fumar parezca buena idea en un momento de gran ansiedad, pero se convierte en un obstáculo cuando se nos vuelve un hábito; renunciar a nuestros problemas a veces puede ser prudente, pero nuevamente, será un problema recurrente cuando ya es un hábito.

¿De qué manera te sabotean a ti tus malos hábitos?

Una manera de abandonar los malos hábitos, consiste en aplicar la estrategia del "solo por hoy"; es decir, "solo por hoy no voy a morderme las uñas" o "solo por hoy no voy a comer harinas refinadas". Una vez que nos hemos planteado esta estrategia, hay que ir refinándola a la medida de nuestros hábitos, es decir, si no consigo respetar el contrato conmigo de que "en este día no voy a comerme las uñas", entonces probablemente convenga reducir el rango de tiempo para mi contrato conmigo.

"En la próxima hora no voy a morderme las uñas", o si el hábito está muy arraigado, entonces "no voy a morderme las uñas en los siguientes 15 minutos". Y si ocurre que encuentro el rango de tiempo adecuado para respetar este contrato que he hecho conmigo, entonces renuevo mi contrato por 15 minutos más, por una hora más o un día más. Se que parece el cuento de nunca acabar, pero la realidad es que en la medida en que empezamos a asumir control sobre nuestros hábitos, ellos van debilitándose progresivamente hasta que podemos establecer el contrato de "por esta semana no me morderé las uñas".

En la construcción de hábitos nuevos, o el abandono de hábitos viejos, todos tenemos lo que se llaman "recaídas", pero no hay que desmoralizarnos, en realidad estas supuestas recaídas son una parte importante del proceso de cambio y no debieran tener mayor importancia. Cuando noto que estoy recayendo no me persigo, no me descalifico ni me agredo, simplemente regreso mi atención a mi objetivo original y siendo gentil conmigo, pero con firmeza, me devuelvo al camino de mis hábitos deseables.

¿Cuantas veces he de regresarme al buen camino de los hábitos saludables? Las que sean necesarias.

Crearnos hábitos saludables es muy importante, o diciéndolo de forma diferente, hábitos que nos conduzcan a procesos que sintonicen mejor con el tipo de vida cotidiana que preferimos. Es muy fácil crear hábitos nuevos, lo hacemos incluso inconscientemente, el problema es que demanda una talacha cotidiana.

¿Cuánto tiempo necesitamos para crear un hábito nuevo? Probablemente haya los que requieran simplemente de 21 días, pero la realidad es que hay hábitos más complicados que otros, y unos van a tardarte menos, y otros van a tardar más en consolidarse. Por eso insisto: si descubres que has olvidado de que estabas construyéndote un hábito, entonces retómalo, con amabilidad hacia tu persona, pero también con firmeza.

En el día a día, mantenemos conductas habituales, pensamientos habituales y sentimientos habituales. Es real: a veces podemos sentirnos atacados porque nos hemos construido el hábito de estar a la defensiva; o solemos deprimirnos porque nos hemos habituado a alimentar nuestra tristeza. No todos los hábitos residen directamente en nuestra conducta, aunque frecuentemente acaban por manifestarse así.

Otra manera de eliminar los malos hábitos reside en identificar cuál conducta, pensamiento o sentimiento pueden estorbar para su desarrollo. Existen hábitos que son contradictorios entre si, y cuando tenemos dos compitiendo simultáneamente, va a sobrevivir aquél que alimentemos más con nuestra atención.

Por ejemplo, no es posible mantener el hábito de estar depre (llamémosle "depre" para no confundirla con una depresión clínica, para la que ya utilizaríamos palabras mayores) y simultáneamente, tener el hábito de experimentar gratitud. Con esta clave, si todos los días alimento la gratitud con reflexiones conscientes, el hábito de buscar razones para deprimirme va a debilitarse hasta desaparecer.

La estrategia de prestar atención a los buenos hábitos es tan simple, como afirmar que nadie puede alimentar el hábito de dormirse tarde y de despertarse temprano simultáneamente; así que si me busco una actividad interesante para empezar el día y la vuelvo habitual, el hábito contradictorio va a desvanecerse por falta de alimento.

Así que una estrategia poderosa no reside en preguntarme qué hábitos no deseo, sino en aquellos que si quiero cultivar.

La importancia de generarme hábitos que sintonicen con mis estrategias de vida, reside en que de ese modo me facilito alcanzar mis propias metas, al tiempo que mediante ellos, voy dandole forma a mi vida para que sea un reflejo del tipo de persona que me gusta ser.

En conclusión, visualiza qué metas tienes en puerta, y plantéate los hábitos que te facilitarían alcanzarlas. No pierdas tiempo identificando los hábitos que no quieres tener y dirige mejor tus energías hacia aquellos que vas a construir. Entonces has contratos contigo para mantener ese hábito estratégico por una semana, y si no lo consigues, reduce el contrato a un día o una hora, y a partir de ahí trabaja en alimentar los nuevos hábitos.

Recuerda: sin prisas, pero siendo consciente de tus avances progresivos. Y si en el camino olvidas que estabas alimentando un hábito nuevo, entonces con amabilidad, pero con firmeza, te devuelves nuevamente al camino deseado.

No hay comentarios.:

Me interesa conocer tu opinión, escríbela y te responderé en breve: