Las emociones ...qué susto!!

Pocas cosas forman tanta parte de la vida y nos inspiran simultáneamente tanto miedo como las emociones. La otra vez escuché a un científico afirmar que ojalá el conocimiento médico nos alcance un día para diseñar unas píldoras con las que pudiéramos regular nuestras emociones. Así solemos verlas: como una amenaza.

Por eso no es raro que muchos dediquemos una gran energía a censurar lo que sentimos, a despersonalizar nuestras emociones o a evadir el efecto que nuestras experiencias causan al interior de nosotros. ¿En que medida se puede hacer esto?, ¿de veras podemos hacer a un lado las emociones? 

Antes de responder, imagina cómo sería el ser humano que finalmente lo lograra. Sin emociones, esa persona permanecería impávida ante cualquier eventualidad, nada le espantaría, entristecería o perturbaría. Sin alegría, sin curiosidad. Hay estados emocionales que no ubicamos como tales, pero efectivamente lo son, como la confianza, el sentido de pertenencia o los celos, y ni que decir del amor, el cariño o la simpatía. 


Y el problema es que las emociones constituyen en un flujo único, que adquiere sentido a partir de la experiencia que estas viviendo. De este modo, no puedes bloquear solamente las emociones gratas y quedarte con las que te causan incomodidad; las bloqueas todas, o no bloqueas ninguna. Es decir, si bien no es posible para una persona "sana", nulificar la totalidad de sus sensaciones emocionales, si podemos desconectarnos de ellas, pero de todas y cada una de ellas. No se puede hacer con unas, pero no con otras. 

Formalmente, las emociones son experiencias subjetivas; o sea, totalmente personales que se definen según las vivencias y el entendimiento de cada quien. Las sentimos dentro de nosotros a nivel de consciencia, y en nosotros a nivel fisiológico. Por eso los nervios pueden revolotear como mariposas en el estómago, el enojo como fuerza que te trepa por los brazos, o el miedo como una placa apachurrándote el pecho. 

Hay quienes van más allá y te dicen que además de ser psicológicas y fisiológicas, tienen un componente social, por la relevancia con la que impactan en tus relaciones interpersonales, y un componente emocional. Al final, pareciera que no solo tenemos emociones, sino que nosotras y nosotros mismos SOMOS nuestras emociones.

A ver, ¿bloquea eso?

Si las miras de cerca, las emociones son cargas de energía que te movilizan en alguna dirección, o hacia determinada acción. La alegría te mueve hacia la gente con la que estas a gusto, la tristeza te sustrae hacia la soledad, el miedo te lleva a concentrar toda tu atención en algo específico, y la nostalgia a reelaborar tu pasado. Detente a explorar, en tu caso, que te invita a hacer cada una de tus emociones más frecuentes.

Porque, aceptémoslo, todos tenemos emociones de las que somos más clientes, ya sea porque tenemos emociones preferidas, o porque solemos mantener en nuestra vida la misma clase de experiencias, que nos motivan la misma clase de emociones.

Si bien cada emoción es energía anímica dirigida en una dirección, no siempre sabemos cómo canalizar su impulso: no siempre queremos dejar ver que algo nos molesta, no siempre tendríamos disposición para evidenciar nuestra tristeza, y así. Por eso el manejo de las emociones es un asunto complicado, para el que, como seguramente ya lo habrás notado, las personas crecemos sin demasiada preparación.

Son pocas las ocasiones en que recibimos la suficiente orientación acerca de cómo manejar nuestras emociones, al contrario: sabemos que los chicos no lloran o que una damita nunca se enoja. Dentro de un arriesgado error, nuestra cultura asume que hay emociones para ellos y emociones para ellas, pero como se trata de experiencias humanas que agarran parejo, más allá del sexo o el género de cada cual, entonces ellas terminan no sabiendo que hacer con el enojo, y ellos no tienen idea como funciona el estar triste.

Y entonces viene el sueño guajiro de conseguir no sentir, nos convencemos de que las emociones traen complejidad a la vida, cuando lo complicado es, en realidad, derivado de que no sabemos que hacer con lo que sentimos, ni cómo resolverlo.

¿Qué es lo contrario de la inteligencia emocional?, pues la estupidez emocional... Y lamentablemente todos crecemos con cierto grado de estupidez, hasta que caemos en la cuenta de que podemos tener vidas más plenas cuando conectamos con nuestras emociones y las resolvemos. ¿Cómo te va a ti con este reto?