Donde nace la fuerza de voluntad

La fuerza de voluntad es la potencia requerida para materializar los cambios que pretendemos para nosotras o nosotros mismos y para nuestra vida. Se dice que cuando estamos bien motivados, la voluntad es mucha; pero cuando no, incluso el levantar un dedo nos cuesta horrores.

Al mismo tiempo, la imaginación es esa capacidad con la que todos los seres humanos estamos familiarizados, y que nos permite bocetar nuevas realidades y distintas alternativas de acción. Recordar es usar la memoria, imaginar es tomar un recuerdo y reelaborarlo desde diferentes perspectivas, cambiando las situaciones y dándole otros sentidos. Imaginar es tomar un elemento mínimo y construir historias completas, narrativas nuevas, aventuras sorprendentes.

La imaginación es también donde construimos expectativas y desde donde futurizamos. Los grandes proyectos personales son a primera instancia imaginados, después proyectados. Cualquier proyecto social es de inicio una imaginación.


La “idea” es la unidad mínima de la imaginación, y hay algo muy interesante con las ideas que tenemos, porque algunas tienen un peso propio y una forma tan específica que nos atraen a ellas para materializarlas, y cuando no lo hacemos nos frustramos. Una buena idea necesita ser platicada, compartida, ejecutada y aterrizada en la vida para cambiar la realidad.

La imaginación alimenta nuestra realidad a través de nuestros actos de voluntad; por ejemplo, si yo tengo la idea de que el idioma inglés es una lengua desagradable, el aprender a hablarlo me va a ser doblemente difícil que para otra persona que imagina cosas positivas acerca del mismo idioma, no tendré tanta voluntad para aprenderlo. A veces pasa que nos hemos imaginado cosas tan emocionantes para nuestro futuro, que lo último que queremos es quedarnos con las ganas, porque “quedarse con las ganas” es en sí mismo, el hecho de haber generado fuerza de voluntad y no permitirnos aprovecharla.

La fuerza de voluntad es el juguito que les sale a las buenas ideas, a esas ideas sólidas, emocionantes y con las que nos sentimos identificados. Cuando imaginamos una situación que sintoniza con nuestros valores, es necesario poner manos a la obra; y ese impulso es la fuerza de voluntad.

El gran inconveniente de la imaginación es que la tenemos muy desacreditada, ¿podría ser que fueras de esas personas que creen que la imaginación es nada más cosa de niños?, hay quienes piensan que cerrar los ojos y dedicarse a imaginar es una pérdida de tiempo, o que prestarle demasiada atención a nuestra imaginación puede conducirnos a la locura. En más de un sentido, la imaginación nos asusta, y la descartamos  afirmando que no es real. Pero lo cierto es que la imaginación es nuestra pre – realidad.

Supongamos que tienes una entrevista de trabajo importantísima y que te asusta mucho la posibilidad de no conseguir el puesto, imaginas al reclutador gritándote que te marches y que no le hagas perder el tiempo: “¿señorita, para que aplica a este puesto si es una incompetente?”, “¿caballero, en qué borrachera pensó que nos interesaríamos por usted?”. Cuando imaginamos escenarios catastróficos, nuestra fuerza de voluntad materializa realidades catastróficas.

Y lo bonito reside en que cuando imaginamos escenarios esperanzadores, materializamos realidades esperanzadoras, porque la realidad que vivimos es lo que construimos con nuestra voluntad, y si nos gustamos o no, si nos gusta nuestra realidad o no, es por como administramos esa fuerza.

Pero por alguna razón, mientras podemos imaginar escenarios catastróficos con absoluta espontaneidad y sin esfuerzo, los escenarios esperanzadores nos cuesta un poco más de trabajo.  Para hacernos la película donde el reclutador nos dice “será muy productivo el que usted se incorpore a nuestra empresa y le agradecemos que nos haya considerado en su proyecto profesional”, necesitamos manipular conscientemente la imaginación y construir estas expectativas que van a impulsar nuestra voluntad.

Si imagino escenarios catastróficos, debilito mi fuerza de voluntad. Si imagino escenarios esperanzadores, seré imparable.

Para operar de manera consciente mi imaginación, necesito primero observar cómo funciona cuando imagino escenarios catastróficos: probablemente son secuencias de colores vívidos, de sonidos claros y estridentes, con detalles muy definidos y una permanente sensación emocional que se ancla en mi cuerpo, estas imaginaciones aceleran mi ritmo cardíaco y me cortan el aliento.

Para imaginar escenarios esperanzadores que alimenten mi fuerza de voluntad, necesito visualizar entonces colores vívidos, sonidos claros, detalles definidos… la única diferencia es que deberé hacerlo de manera consciente y con total intención. Te apuesto a que con el tiempo, si lo haces las suficientes veces, empezarás a lograrlo de manera natural y espontánea porque se volverá un hábito nuevo.

¿Tienes una meta a la que te gustaría imprimirle más fuerza de voluntad?, imagínate alcanzándola, visualízate experimentando ya ese logro, imagina lo que te dirán las personas con quienes compartas ese éxito, lo que cambiará en tu vida como repercusión a ese objetivo alcanzado y las sensaciones emocionales y físicas que te generará la satisfacción por ese logro. Dalo por hecho, porque ya lo imaginaste.

Tu fuerza de voluntad nace de lo sólido que sea lo que tú te imaginas, vive tu imaginación como tu pre – realidad y moldea tu vida desde esta dimensión.


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