miércoles, 18 de agosto de 2010

Identidad gay: ¿realidad o simple mito?

Es muy probable que hayas alguna vez escuchado un chiste, de entre los tantos que se cuentan con desenfado en las fiestas familiares y reuniones de trabajo, que habla de cómo un hijo llega tímidamente con su padre y le dice: “Papa, soy gay”, a lo que el padre responde con una serie de cuestionamientos acerca de si el chamaco en cuestión tiene un departamento en la Condesa, un auto BMW o estudios hechos en alguna universidad de muy elevado prestigio. Ante las sucesivas negativas del hijo, quien estudió en una universidad pública, viaja en metro a dondequiera que va y vive con sus padres en un departamento de interés social, el padre concluye tajantemente que su confundido retoño definitivamente no es gay, sino un homosexual ordinario.
Hasta hace algunos años, ser gay era socialmente visto como una sofisticación de lo homosexual, una moda frívola que trataba de abordar con eufemismos todo lo relacionado con una sexualidad disidente; percepción que aparecía en los chistes, en los medios de comunicación y donde fuera que el tema saliera a flote. Quién se decía gay, entonces, adquiría la obligación de ser tan sofisticado y socialmente exitoso como la misma palabra lo era; y, como en el chiste líneas arriba, si no eras suficientemente “gay”, según el estereotipo, no tenías posibilidad de dejar de ser un simple homosexual.
Hoy, ser gay aún involucra la posibilidad de ser todo lo anterior, pero no exclusivamente. De hecho, sucede que actualmente puedes ser homosexual, pero jamás considerarte gay; ¿qué es ser gay, entonces?

Vamos desde el principio. Un día, no habiendo llegado siquiera a la edad de la pubertad, caes en la cuenta de que sientes más atracción por tus compañeritas que por tus compañeritos de la escuela, o, si eras niño, más por ellos en sus uniformes de educación física que por ellas queriendo jugar contigo a la casita. Paulatinamente te vuelves consciente de que eso no es lo que se acostumbra, ya que creciste al cobijo de unos padres heterosexuales y muy de cerca a personas de comportamiento heterosexual. Llega ese momento y de golpe te cae el veinte: eres diferente.

Vas creciendo y la consciencia de esa diferencia es cada vez más contundente, mientras escuchas a tu madre hablar de cuando tu tengas tus propios hijos, de cuando su hijito encuentre una mujer que le aguarde en casa o, en su caso, cuando su pequeña consiga a un hombre al cuál amar para toda la vida. Te cuentan historias heterosexuales de personajes heterosexuales en situaciones heterosexuales para que aprendas como funciona el mundo: te consigues una pareja de sexo distinto al tuyo, repito: distinto, y haces una familia a la cual vas a mantener o vas a cuidar celosamente desde el seno del hogar; serás el pilar de un nuevo núcleo social y preservarás nuestras tradiciones y nuestros genes. Estarán orgullosos de ti.
¿Y quién no quiere que estén orgullosos de uno?
Pero te gustan los otros niños o las otras niñas que, en definitiva, no tienen un sexo diferente al tuyo, y el tiempo pasa y el conflicto crece, hasta el momento en que tienes que elegir. Tienes dos posibilidades, en una de ellas puedes hacer como que nada sucede; todo esto es transitorio y con el tiempo, más tiempo todavía, se te irá pasando. Aprenderás a no querer tanto, a enamorarte de las unas y no de los otros, o corregirás tus afectos para sentir lo que te han enseñado que es lo correcto sentir. Como nadie tiene que enterarse, guardarás silencio y harás justo lo contrario de lo que sientes que es tu deseo hacer. Y al final, frente a tu conducta heterosexual, tus padres sonreirán por ver en ti lo que siempre pensaron que serías, en tanto que tú reprimes tu frustración ante todo esto que jamás hubieras querido ser y guardas tu homoerotismo dentro de una permanente clandestinidad. Elegiste no ser gay.
La segunda posibilidad te lleva al sentido contrario, es decir, asumes que tus emociones hacia quienes son de tu mismo sexo son claras, es socialmente incómodo, pero así eres, y decides trabajar en reconciliarte con ese homoerotismo. También es un camino difícil, porque ya nadie hay que te diga como funciona el mundo, no hay quién te de consejos o te oriente a lo largo del proceso. De estar solo o sola, empiezas a hacer distancia de quienes te piden una conducta heterosexual y te aproximas a quienes pueden entender la manera en que se manifiestan tus sentimientos; en breve, descubres que no es necesario estar solo.
Habiendo aceptado amar a otros hombres o a otras mujeres, y renunciado a mucho de lo que implica ser heterosexual, encuentras a gente que también ama como tú lo haces, y que puede entregarse a personas de su mismo sexo con idéntica pasión. Te identificas con ellos y adoptas para ti ese estilo de vida gay, donde carece de importancia si eres una mujer que ama a otras mujeres o un hombre que se enamora de otros como él.
Esta posibilidad es, efectivamente, elegir ser gay, si bien jamás elegiste que te gustaran otros hombres u otras mujeres; y a partir de esa elección continúas construyéndote como un ser humano, integralmente, involucrando la importancia de tus afectos en tu proyecto de vida y recibiendo el apoyo de otras personas. Al definirte gay puedes incluir a otros en la estructura de tu vida, quienes elijas, incluidos aquéllos que en otro momento esperaron de ti una forma distinta de amar; sin embargo esa es otra decisión que depende tan sólo de ti.

Nadie puede decirte que elección es la mejor ni cuál te garantiza la felicidad. No hay garantías. Pero lo que es claro, es que decirse gay no es obedecer a una moda o tratar de ser mas sofisticado, ser gay es sentir que formas parte de algo y haber elegido crecer sin negar tus emociones o tu necesidad de amar; un acto de valor del que finalmente, bien puede uno sentirse plenamente orgulloso.
Una psicoterapia de enfoque humanista y sistémico, diverso y sensible al género: T+C

Identidad gay: ¿realidad o simple mito?

Es muy probable que hayas alguna vez escuchado un chiste, de entre los tantos que se cuentan con desenfado en las fiestas familiares y reuniones de trabajo, que habla de cómo un hijo llega tímidamente con su padre y le dice: “Papa, soy gay”, a lo que el padre responde con una serie de cuestionamientos acerca de si el chamaco en cuestión tiene un departamento en la Condesa, un auto BMW o estudios hechos en alguna universidad de muy elevado prestigio. Ante las sucesivas negativas del hijo, quien estudió en una universidad pública, viaja en metro a dondequiera que va y vive con sus padres en un departamento de interés social, el padre concluye tajantemente que su confundido retoño definitivamente no es gay, sino un homosexual ordinario.

Hasta hace algunos años, ser gay era socialmente visto como una sofisticación de lo homosexual, una moda frívola que trataba de abordar con eufemismos todo lo relacionado con una sexualidad disidente; percepción que aparecía en los chistes, en los medios de comunicación y donde fuera que el tema saliera a flote. Quién se decía gay, entonces, adquiría la obligación de ser tan sofisticado y socialmente exitoso como la misma palabra lo era; y, como en el chiste líneas arriba, si no eras suficientemente “gay”, según el estereotipo, no tenías posibilidad de dejar de ser un simple homosexual.

Hoy, ser gay aún involucra la posibilidad de ser todo lo anterior, pero no exclusivamente. De hecho, sucede que actualmente puedes ser homosexual, pero jamás considerarte gay; ¿qué es ser gay, entonces?


domingo, 8 de agosto de 2010

Los Trimonios, parejas de tres

Coloquialmente, reconocemos en el entorno gay a las “parejas abiertas” como aquellas que han elegido abrir su relación de pareja para integrar a terceros, ya por una sola noche y un solo encuentro sexual, ya para que el tercero se instale como un miembro permanente de la relación, la que evidentemente deja de ser una pareja para convertirse en trío o “trimonio”, como algunos prefieren denominarla. Es un acuerdo mutuo entre ambos integrantes de la relación y consecuentemente producto de nuevas reglas del juego.
La situación concreta es: un día uno de ellos le propone al otro el salir a conocer gente, salen y ligan a ese tercero, o salen y alguno de ambos va de ligue y trae al tercero para presentarlo a su pareja. Los motivos para hacer algo como esto son varios, cada pareja es muy distinta de las demás, distinta incluso de las que en el pasado pudieron sostener los mismos integrantes de la relación; frecuentemente se vuelven víctimas de una fatiga crónica, una suerte de hastío que sucede tras meses o años de vivir juntos sin la oportunidad de abrirse a otros vínculos sociales, en otras ocasiones la pareja se ha desconectado emocionalmente y extraviado su correspondiente encanto sexual.

Cuando esto u otras situaciones aparecen bajo el aspecto de un aburrimiento frente al otro miembro de la pareja, de una pérdida de la química sexual o de un déficit importante en la comunicación, algunas parejas eligen romper, asumir el dolor de la perdida y el fracaso y buscar la construcción de una nueva relación, cada cual por su lado. Algunas otras identifican el problema cuando aún es posible negociar, y eligen concretamente abrir su relación.

Es imposible determinar el modo en que esta alternativa puede rescatar la relación, dado que la dinámica de cada pareja es distinta y lo que funciona bien para una, puede ser catastrófica para otra. Así que, si efectivamente abrir la relación es una alternativa, es necesario considerar estos cuatro aspectos:

– Tu pareja y tu deberán tomarse un tiempo para sentarse y poner las cartas sobre la mesa: ¿Quién propuso abrir la relación?, ¿Porqué? Es menester que quede bien identificada la necesidad que van a satisfacer o lo que solucionará esta decisión y si tal necesidad es personal o compartida.

– Una vez identificada la necesidad que van a cubrir abriendo la relación, establezcan reglas, no obvien nada ni den por hecho que el otro sobreentendió algo que no fue dicho. ¿Hasta donde permitirán que el tercero o los terceros penetren en la relación?, ¿Con que frecuencia?; ¿Será solamente sexual la interacción con el tercero, o lo incorporarán a su vida como pareja?, ¿Valdrá enamorarse?, ¿Se valdrá verlo cada cual por su lado, o siempre deberán involucrarse con terceros como pareja?

– Definan un espacio intocable, un momento o actividad que jamás será compartida con nadie y será terreno exclusivo para los dos. Ningún tercero tendrá acceso a este marco de intimidad.

– Finalmente, definan cómo será esa persona a la que buscarán para incluirla en la relación: su edad, nivel sociocultural, etcétera, según los atributos que para ambos sean importantes. Esto será una pauta para salir a la búsqueda.

Cuatro puntos que tienen por ingrediente central a la negociación. Hay que ser claros al hablar y tomar este diálogo tan en serio como seria sea su relación, de esto depende que lo que pudiera ser una ayuda, lo sea tal cual y no la sentencia final para la pareja. Consideren, sin embargo, que pueden existir espejismos que los conduzcan a un importante error en su decisión, algunos son, por ejemplo, el buscar fuera de su relación las respuestas que únicamente pueden encontrar al interior de ésta, a veces es mejor checar si han sido suficientemente honestos entre ambos para darse a conocer el modo en que cada cual está experimentando la relación que comparten; a veces el amor ya se terminó, e incluir a un tercero es una manera de buscar enamorarse de nuevo sin enfrentar el fracaso de la relación, ni la soledad de la despedida; y a veces uno de los dos simplemente no sabe cómo comunicarse y plantearle al otro sus necesidades, por lo que incluir a alguien más es, en realidad, agregarle un mediador a la dinámica de pareja.

¿Cómo saber que no estás equivocándote al elegir? La comunicación con tu pareja es la clave; mientras sea honesta y persistente, tendrás una mayor certeza de cómo va tu relación. Para una excelente comunicación: la confianza plena en tu compañero o compañera. No busques consejo con otros respecto a si debes o no abrir tu relación, esa cuestión les concierne a ustedes y finalmente no se trata de algo bueno ni malo, no implica necesariamente adicción al sexo o una mala relación de pareja; si lo consideras necesario, no dudes en revisar la idea con tu compañero.

Una psicoterapia de enfoque humanista y sistémico, diverso y sensible al género: T+C

Los Trimonios, parejas de tres

Coloquialmente, reconocemos en el entorno gay a las “parejas abiertas” como aquellas que han elegido abrir su relación de pareja para integrar a terceros, ya por una sola noche y un solo encuentro sexual, ya para que el tercero se instale como un miembro permanente de la relación, la que evidentemente deja de ser una pareja para convertirse en trío o “trimonio”, como algunos prefieren denominarla. Es un acuerdo mutuo entre ambos integrantes de la relación y consecuentemente producto de nuevas reglas del juego.

La situación concreta es: un día uno de ellos le propone al otro el salir a conocer gente, salen y ligan a ese tercero, o salen y alguno de ambos va de ligue y trae al tercero para presentarlo a su pareja. Los motivos para hacer algo como esto son varios, cada pareja es muy distinta de las demás, distinta incluso de las que en el pasado pudieron sostener los mismos integrantes de la relación; frecuentemente se vuelven víctimas de una fatiga crónica, una suerte de hastío que sucede tras meses o años de vivir juntos sin la oportunidad de abrirse a otros vínculos sociales, en otras ocasiones la pareja se ha desconectado emocionalmente y extraviado su correspondiente encanto sexual.


jueves, 5 de agosto de 2010

¿Qué es T+C?

Terapia y Conversaciones es T+C, un espacio virtual para quienes han iniciado el camino hacia su recuperación emocional o están en busca de medios y estrategias para conocerse mejor a sí mismos o a sí mismas. Los artículos aquí reunidos son textos centrados en el Desarrollo Humano y originales de Hernán Paniagua, de lectura sencilla y sobre tópicos relevantes al bienestar emocional, desde un enfoque humanista y sistémico, diverso y también sensible al género.

Si los contenidos en T+C son de tu agrado, no dudes en dejar alguna opinión que nos oriente acerca de cómo mejorar este espacio.

De igual modo, si no estás de acuerdo con alguna idea en estos textos, o te generan más dudas que necesiten respuestas, será grato contestar a tus comentarios al pie de cualquiera de los artículos o directamente en el correo electrónico: xiu.cuautli@gmail.com.

Físicamente, T+C se ubica en Insurgentes Sur 534, col. Roma Sur. Ciudad de México. Informes y citas al número de whatsApp: 55 1507 5382, o mediante el correo electrónico.

Horario de lunes a sábado en horas previamente convenidas.

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¿Qué es T+C?

Terapia y Conversaciones es T+C, un espacio virtual para quienes han iniciado el camino hacia su recuperación emocional o están en busca de medios y estrategias para conocerse mejor a sí mismos o a sí mismas. Los artículos aquí reunidos son textos centrados en el Desarrollo Humano y originales de Hernán Paniagua, de lectura sencilla y sobre tópicos relevantes al bienestar emocional, desde un enfoque humanista y sistémico, diverso y también sensible al género.

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