lunes, 19 de enero de 2009

Causas y peligros del auto - boicot

Cuando trabajas en un consultorio, es sorprendente el número de personas que acuden a psicoterapia tras el final abrupto de una relación de pareja. Entre ellos, es aún más sorprendente la cantidad de personas que terminan su relación por problemas relacionados con su celular.

Imaginemos la historia de Juan e Israel:

Cuando Juan se quedó solo en el departamento, descubrió que Israel, su novio, había dejado olvidado su teléfono celular en el buró del dormitorio. Juan lo tomó y mientras miraba la televisión, jugueteaba mecánicamente con el aparatito entre las manos.

“La tentación era demasiada”, me dijo en el consultorio un mes después. Lo abrió rápidamente entre un comercial para aspiradoras y un adelanto de la telenovela, cuidándose de que Israel no apareciera de repente cruzando la puerta.

Juan se dirigió directamente a los mensajes de texto recibidos en los últimos días. Nunca antes lo había hecho y tampoco esperaba encontrar nada en específico. Al menos eso es lo que él dijo.

El hecho es que entre los mensajes, además de encontrar los que él mismo le había escrito a Israel, se topó con varios de un tal Gerardo X., quien en un mensaje confirmaba una cita dos días antes, en otro avisaba que llegaría tarde a la susodicha, y en algunos más le enviaba una dirección o un número de teléfono. Juan estaba furioso, eso ya se lo imaginaba, ahora para él todo tenía sentido.

Causas y peligros del auto - boicot

Cuando trabajas en un consultorio, es sorprendente el número de personas que acuden a psicoterapia llevados por el final de una relación de pareja que acaba de manera abrupta; y entre ellos, todavía más sorprendente es el número de gente que termina su relación por problemas con su celular.

Me explico:

Cuando Juan se quedó solo en el departamento, descubrió que Israel, su pareja, había dejado olvidado su teléfono celular en el buró del dormitorio. Juan lo tomó y mientras miraba la televisión, jugueteaba mecánicamente con el aparatito entre las manos. "La tentación era demasiada", me dijo en el consultorio un mes después; lo abrió rápidamente entre un comercial para aspiradoras y un adelanto de la telenovela, y cuidándose de que Israel no apareciera derepente cruzando la puerta. Juan se dirigió directamente a los mensajes de texto recibidos en los últimos días; nunca antes lo había hecho, tampoco esperaba encontrar nada en específico.