Mujeres de éxito... y solteras

En la sociedad que tenemos hoy, es difícil encontrar una persona, hombre o mujer, que no quiera el éxito. Pareciera que ese es especialmente un elemento del proyecto de vida de cualquiera que viva en una de estas ciudades masivas repletas de gente, retos, actividades y posibilidades. Pero, ¿bajo qué criterio defines el éxito?

Cabe más preguntar cuál es el criterio que determina tu propio éxito. Para mi abuela, por ejemplo, el éxito era ver a sus hijos casados y con sus respectivos hijos; para algunos de mis amigos, el éxito implica tener la libertad que una buena posición económica les puede proveer. Hay quienes buscan la madurez personal para considerarse exitosos, mientras hay los o las que lo exitoso les va en el camino de la buena economía o una determinada posición social; todo depende de cómo hemos vivido y qué hemos aprendido acerca del éxito a partir de nuestras experiencias.

Lo cierto es que hay una definición generalizada de éxito que la sociedad pone a nuestra disposición como un machote sobre el cual elaboramos nuestras definiciones personales, mucho más específicas y adecuadas a nuestra circunstancia (cualquiera que esta sea); por eso hace treinta años el éxito estribaba en formar una familia que le diera hijos a la sociedad; hoy no son muchas las personas que hacen esta apuesta para su futuro. Aparentemente en este nuevo siglo nos hemos volcado más hacia nosotros mismos y pensamos antes que nada en qué queremos hacer de nuestra vida para uno mismo o una misma, en lugar de pensar en el modo de darle un sentido a nuestras metas a futuro a través de lo que pudiéramos hacer por los demás.


¿Individualismo alienante o identidades autorreflexivas?, responder a esta incógnita nos llevaría todo un texto aparte.

Más allá de que estemos haciendo las cosas bien o no, que no sería una evaluación sencilla de hacer, vivimos un momento en el que salimos al mundo a buscar un desarrollo más integral de nosotros mismos mediante terapias alternativas, retos profesionales, psicoterapia, metas personales y etcétera; tanto hombres como mujeres. Un detalle importante es que hasta hace algunas décadas al éxito se le ligaba al conjunto de atributos que asumimos masculinos, de manera que hablar de mujeres exitosas nos resultaba casi cacofónico; pero hoy en día vamos abandonando las cacofonías y la mujer de éxito se vuelve un personaje con quien nos vamos topando cada vez más en nuestras cotidianidades.

Así, hoy las mujeres están buscando el éxito de formas distintas al proyecto de ser madre o una buena esposa que se realiza a través de los hijos, que no necesariamente es un mal plan, pero ha dejado a todas luces de ser el único.

Las mujeres de éxito representan un acontecimiento interesante, y un reto urgente para nuestra sociedad: imagina a Silvia, una chica que ha terminado sus estudios de posgrado en ciencias de la comunicación y ha escalado en la empresa de medios donde labora, hasta alcanzar un nivel ejecutivo y de mando. Silvia ha dado mucha importancia a su proyecto profesional y a sus treinta años tiene el éxito con el que se visualizaba en el pasado. Está satisfecha de sí misma: es proactiva, sabe solucionar problemas con eficacia, es autónoma y sabe para dónde va su vida. Silvia no se ha casado, en su agenda de vida es justamente el proyecto que sigue.

Silvia ha estado saliendo con hombres y ellos la encuentran guapa, divertida y agradable, pero a veces sucede que ellos le plantean cómo una vez que lo suyo arranque en firme y se casen, ella no tendrá que trabajar más y se dedicará cómodamente a cuidar niños conforme los vaya pariendo. Por una parte, pareciera que ellos creen que Silvia trabaja mientras encuentra un marido, no como un proyecto propio. Una vez que se enteran que ella no dejará de trabajar porque mantiene sus metas profesionales tan alto como las personales, se van.

Conozco muchas mujeres como Silvia, que a diferencia de ella, son reales y no meros planteamientos hipotéticos. Mujeres en sus treintas que han hecho cuanto han querido y se sienten satisfechas de  eso; en la check list de su vida tienen palomeado todo lo que va antes de construir una relación de pareja, y una vez que llegan al momento en su proyecto  en que deben emparejarse con un hombre, se topan con la perspectiva de que su mismo éxito puede ser un estorbo para iniciar una relación.

¿Mujeres de éxito y eternamente solteras?

La situaciones que ellas me han platicado siempre varían en torno a un mismo tópico, mira: no solamente está la fantasía de "en cuanto nos casemos dejarás tu vida para dedicarte a ser mi esposa",  también está la premisa de que en una relación heterosexual es el hombre quien debe ser el proveedor y ganar dinero y la mujer concretarse a recibirlo y administrarlo. En nuestra sociedad habituamos a que el hombre sea el que mande, la mujer debe someterse a las decisiones de su marido y respetar su autoridad.

Por eso, cuando ante una mujer de éxito el hombre se encuentra frente a la perspectiva de una relación de pareja que en verdad sea pareja y equitativa, se siente abordado por la incertidumbre de no saber quién va a ser la autoridad de la relación o de cómo hacer una relación donde nadie mande.

Unas se encuentran con que siendo mujeres de éxito, los hombres las buscan para ser las amantes. Otras encuentran que su pareja se transforma en su pupilo o aprendiz, y a lo largo de la relación el hombre va evolucionando y aprendiendo de ella a ser exitoso; cuando consigue entonces llegar a la cima, termina la relación y reinicia otra con una mujer más sumisa. Hay también las que se enfrascan en relaciones de pareja con un hombre de éxito que se siente en competencia y la cotidianidad en pareja es una sucesión de confrontaciones que se van escalando hasta estallar en la violencia, ya física o verbal, pero violencia al fin.

Así como hay las relaciones donde la mujer de éxito le sirve al hombre como un impulso al estrellato, también hay relaciones donde el hombre se dedica a descalificar los logros de ella y también a ella misma, hasta que con la práctica y el esfuerzo, ella termina convenciéndose de que no es una mujer de éxito, que no es buena en nada, que no vale nada, que el hombre le hace el favor de estar con ella y que, finalmente, sin él, ella no haría nada de su vida. Cuando la relación, por alguna razón acaba, ella está tan disminuida que efectivamente, renuncia a ser una mujer exitosa porque ha dejado de creer en sí misma.

Hubo un tiempo en el que a las mujeres de éxito se las identificaba con esa gran mujer que está detrás del gran hombre, y entonces la visión, inteligencia y habilidades de ella se ponían del todo a disposición de su marido, novio o amante y a veces simplemente amigo, para hacerle brillar a él con una luz que no le era propia. Esto era tremendamente conveniente para los hombres, claro. Hoy las mujeres quieren usar su luz para ser ellas quienes brillen, y también para sintonizar ese brillo con el resplandor de su pareja.

La demanda de muchas mujeres es que quieren un hombre de éxito a su lado, se visualizan admirables y quieren a su vez admirar, sin tener que reducirse ellas en el proceso.

Esta situación habla de un avance en nuestra sociedad, uno en el que las mujeres pueden permitirse hacer apuestas de vida distintas a la de realizarse como madres; hoy una mujer tiene la posibilidad de realizarse como persona. Pero frente a este cambio se mantienen en nuestras cabezas ciertas premisas que estorban el proceso, por ejemplo: “las buenas mujeres se sacrifican por los demás”, de modo que una mujer debería abandonarlo todo por su familia, o “los hombres saben mejor del mundo que las mujeres”, de modo que si él se topa con una mujer exitosa, buscará el modo de convencerla de que no sabe nada y que sin él no podría llegar lejos.

¿Otras ideas erróneas y destructivas?, a veces es divertido el solo hecho de enunciarlas: “los hombres son superiores a las mujeres y deben ser la autoridad en la relación”, “los hombres deben proveer lo material y económico, eso lo hace hombre”, “un hombre es hombre porque es el que manda” y una más, “las conductas son masculinas o femeninas: llorar y ser débil es de mujeres, tener éxito o iniciativa es de hombres”. Con estas ideas, el hombre que se topa con una mujer de éxito ve confrontada su masculinidad y nace en él  la necesidad de reafirmarse frente a ella, no para que ella le vea más hombre, sino para él mismo no ver disminuida su masculinidad.

Hasta este momento, son probablemente aun pocos los hombres que sustentan su virilidad e identidad personal en sí mismos; ellos pueden tener una relación de pareja con una mujer exitosa y acompañarla en su carrera profesional, sin necesidad de competir contra ella y continuando él mismo con su proyecto propio. El que sean pocos implica que la mujer de éxito deberá cultivar la paciencia en la espera de encontrar el hombre adecuado para construir una relación, una espera que sin duda valdrá la pena.

El gran error en que incurren muchas mujeres exitosas al momento en que se ven rechazadas por un hombre es asumir a priori que el error es de ellas, y que son ellas las que deben cambiar. Ok, puede ser. A veces tenemos hábitos poco agradables o manías extrañas que no aportan mucho en el proceso de ligue; pero creer que debemos ser menos de lo que somos con tal de estar con alguien es un error terrible que puede tener muy desagradables consecuencias. Recuerda esto: quien te ama estará feliz de verte crecer y acompañarte sin interferir en el proceso.

Y a todo esto, ¿quiénes son las mujeres de éxito?; bueno, son aquellas que sintiéndose satisfechas por los logros que han alcanzado, pueden decir en voz alta: “sí, soy una mujer exitosa”. Y sucede que algunas de esas mujeres buscan un hombre con el cual compartir esa satisfacción.

2 comentarios:

  1. Muy bueno! plagado de muchas reflexiones y de "pistas", Se agradecen aportes como estos caramba! ;)

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  2. yosoy una mujer de exito en todo tengo 60 años viudahace muchotiempo,nose por que no tengo pegue no soyfeamas bienbonita, hacetiempo me enamore de un hombreyme dejoporuna de 72 años nomejorfisicamente queyo. esperosu respuesta

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