El camino a la asertividad

La palabra asertivo, de aserto, proviene del latín assertus y quiere decir "afirmación de la certeza de una cosa", de ahi se puede deducir que una persona asertiva es aquella que afirma con certeza y seguridad en lo que dice. La asertividad en términos generales, es un modelo de relación interpersonal que consiste en conocer los propios derechos y defenderlos, respetando a los demás; por supuesto, su premisa fundamental es que toda persona, tú, ella, ellos o yo, poseemos derechos básicos.

Como estrategia y estilo de comunicación, la asertividad se diferencia y se sitúa en un punto intermedio entre otras dos conductas polares: la agresividad y la pasividad. Suele definirse como un comportamiento comunicacional maduro en el cual la persona no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos. Es también una forma de expresión consciente, congruente, clara, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia.


En torno a este tema se suele hablar de unos "Derechos asertivos", que son precisamente los principios a los que tenemos derecho al entrar en contacto con las y los demás; finalmente ser asertivo es tener la capacidad para expresar o transmitir lo que se quiere, lo que se piensa o se siente sin incomodar o herir los sentimientos de la otra persona, y estoy principios surgen de esa consideración:

1. Derecho a ser tratado con respeto y dignidad.

2. Derecho a tener y expresar los propios sentimientos y opiniones.

3. Derecho a ser escuchado y tomado en serio.

4. Derecho a juzgar mis necesidades, establecer mis prioridades y tomar mis propias decisiones.

5. Derecho a decir “no” sin sentir culpa.
 
6. Derecho a pedir lo que quiero, dándome cuenta de que también mi interlocutor tiene derecho a decir “no”.

7. Derecho de opinión, idea o línea de acción.

8. Derecho a cometer errores.

9. Derecho a pedir información y ser informado.

10. Derecho a obtener aquello por lo que pagué.

11. Derecho a ser independiente.

12. Derecho a decidir qué hacer con mis problemas, cuerpo, tiempo, etc., mientras no se violen los derechos de otras personas.

13. Derecho a tener éxito.

14. Derecho a gozar y disfrutar.

15. Derecho a mi descanso y aislamiento.

16. Derecho a superarme, aun superando a los demás.

Aprender a desarrollar una comunicación asertiva es imprescindible para desarrollar relaciones sanas con los demás y de las que podamos recibir estímulos que nos ayuden a ser mejores con los demás y sobre todo, con nosotros mismos. Así que la asertividad en un sentido práctico no es otra cosa que el hacernos valer y respetar, decir lo que pensamos y opinamos sin temor a las represalias, eso si, haciéndolo siempre con elegancia y desde una posición de respeto máxima. Frecuentemente cuando evitamos decir lo que pensamos, lo hacemos porque queremos eludir el conflicto que la comunicación honesta podría ocasionar; pero al final del día, no haber sido asertivos causa un malestar mayor que el que hubiéramos afrontado con el conflicto que nos preferimos ahorrar.

Es imprescindible considerar que la asertividad no es un conjunto de estrategias para eludir los conflictos; pensar esto implicaría en primera instancia que la conducta asertiva es una conducta de evasión, cuando en realidad lo es de afrontamiento, y también que los conflictos son indeseables, cuando es precisamente mediante ellos como obtenemos oportunidades para evolucionar y estrechamos nuestros vínculos con los demás. La asertividad es el medio para lograr crecimiento a partir de los conflictos.

Ser asertivo se basa en coger lo que es tuyo. La típica escena que refleja muy bien la asertividad es cuando por ejemplo, pedimos una Coca - Cola y el camarero nos trae una Pepsi, nosotros por vergüenza y falta de asertividad decimos: “no pasa nada” y nos bebemos nuestra Pepsi para no molestar al camarero. La parte totalmente desproporcionada y contraria a esta escena sería que esa misma persona en vez de pedir educadamente que le traigan la Coca - Cola que ha pedido, empiece a gritar e insultar al camarero. En medio de ambas reacciones está la respuesta asertiva: "no pasa nada caballero, por favor llevese esta Pepsi y traigame la Coca - Cola; gracias".

Ser asertivo no es ser maleducado y mucho menos agresivo, pero tampoco se trata de solicitar lo que necesitamos con mil excusas de pormedio y pidiendo perdón ante la ineludible necesidad de solicitar lo que queremos. Por eso, para practicar la asertividad debemos ser muy precisos pero elegantes al hablar, dándole importancia a nuestras necesidades, pero sin dejar de expresar respeto por nuestro interlocutor. Una persona asertiva no duda de lo que dice, dado que se comunica con certeza. La comunicación asertiva se basa en transmitir de forma clara, concisa, rápida y con contundencia lo que queremos, dándole mayor posibilidad a nuestro mensaje de ser entendido y aceptado.

De lo anterior se entiende que antes de expresarte de manera clara, necesitas saber con claridad qué es lo que quieres expresar y cómo vas a presentarte en el momento en el que te expresas. De ser posible, antes de ser asertivo, date un instante de honestidad contigo mismo o contigo misma: ¿qué es lo que necesitas?, ¿qué esperas que la otra persona haga para solucionarlo?, ¿Qué concepto  quieres que tu interlocutor tenga de ti mientras habla contigo? Si tu tienes para ti esta claridad, vas a poder proyectarla a la persona con la que hables, él o ella en mucho, va a responder a tu propia expectativa de la solicitud que le harás: si tu crees que accederá, tu manera de comunicarte será una, y distinta a la que tendrás si piensas que te dará una negativa, serás quizá más abierto o abierta, hablarás de manera más fluída o con mayor desenfado, lo que facilitará la empatía de tu interlocutor haca ti y su consiguiente disponibilidad.

Así que, si sientes que te van a decir que no o que saldrás perdiendo en la negociación, antes de pensar cómo le venderás la idea a esa persona, piensa en cómo te la venderás a ti mismo o a ti misma, y por qué razón mereces satisfacer esta necesidad que tu tienes. Por principio de cuentas, si piensas que recibirás un "no", le predispondrás a negarse ante lo que sea que le estés pidiendo.

Otro ejemplo de comunicación no asertiva sucede cuando el camarero nos pregunta "¿que desea?", y le respondemos "pues verás, no lo tengo del todo decidido; por una parte, verás, lo que yo quiero exactamente y espero que puedan traérmelo es algo que me quite la sed, ya sabes, tal vez una Coca - Cola, ¿me entiendes lo que quiero?". Este mensaje kilométrico se entiende: lo que queremos es una Coca - Cola, pero para pedirla nos hemos tardamos casi cinco minutos;  además le hemos dado tantas vueltas a la pregunta, que es probable que el camarero se haya retirado confundido y al rato regrese trayéndonos una Pepsi.

La sencillez es elegante: “quiero una Coca - Cola, por favor”.  Esta afirmación es asertiva y no deja un lugar a la confusión.

El ejemplo del camarero y la Coca - Cola es muy elemental, pero el mismo principio se extiende a incontables ámbitos de la vida; por ejemplo, el estudiante que necesita pedirle a su  profesor que le permita entregar el trabajo más tarde que el resto de sus compañeros. En esta situación, una comunicación no asertiva hará que el profesor deseche la solicitud.

Una forma de abordar al profesor es: Disculpe profesor. Verá, no sé si podré presentar el trabajo que pidió, tengo muchas cosas que hacer y no se si me va a dar tiempo; puedo intentarlo si quiere,  pero la verdad creo que no puedo porque va a estar bien difícil,  por eso le pido que por favor, si no le es mucha molestia, me haría el favor, por favor, de entregarlo un poquito más tarde.

Otra manera es ésta: Hola profesor, no me es posible entregar el trabajo a tiempo. El motivo es que tengo 2 trabajos de historia también para mañana, y en la tarde tengo una cita con el médico que también me quitará mucho tiempo. Por eso, le pido que me deje presentarle este trabajo puntualmente el próximo jueves.

¿Cuál es la manera en que te gustaría que alguien te pidiera algo importante? En la primera opción, vemos que el estudiante pierde la mayor parte del tiempo en pedir perdón, titubear, redundar y prestar excusas, y al final termina siendo vaga la urgencia de su demanda. En la segunda opción el estudiante es más concreto al expresar lo que necesita y plantear los motivos de su demanda, además da una alternativa para la situación, él dice: no se lo entrego hoy, sino el jueves entrante.

Una clave de asertividad para estos casos es puntualizar qué queremos, los motivos (ojo, no las excusas) de lo que necesitamos y la alternativa o alternativas de solución que podemos plantear. Nada más. Si lo que queremos lo expresamos de manera rebuscada e incluso descalificando nuestra propia petición, probablemente quien nos escucha se impacientará y decidirá decirnos que no, aún antes de que hayamos terminado de hablar.

Pese a que la comunicación asertiva tiene un porcentaje alto de eficiencia, no olvidemos que no hace magia, aumenta nuestro éxito pero no nos asegura que obtendremos respuestas positivas el 100% de las veces; sin embargo, su uso consuetudinario marca una diferencia significativa en el momento en que logramos o no alcanzar nuestras metas. Eh aquí algunas técnicas y trucos que te pueden permitir salir avante de algunas situaciones donde mantenerte asertivo o asertiva puede ser complicado:

1. Rendición simulada: consiste en mostrarnos de acuerdo con los argumentos de nuestro interlocutor pero sin abandonar nuestra postura; puede parecer que cedemos, pero solo tomamos impulso. Es útil en negociaciones de todo tipo. Ejemplo: “Entiendo cómo te sientes y estoy seguro que yo vería las cosas del mismo modo, pero pienso que sería oportuno considerar otros enfoques”. Su ventaja es que quien discute con nosotros ya no se siente tan confrontado o confrontada, ni tan a la defensiva.

2. Ironía asertiva: ante una crítica agresiva o fuera de tono, no debemos responder en el mismo tono a nuestro interlocutor; podemos buscar maneras de responder sin abandonar nuestra postura de calma, y posiblemente también con una elegante ironía: “no sabía que me percibías de ese modo, muchas gracias por compartirlo”. Con esta estrategia ahogamos lo que podía haber sido una discusión acalorada que podría desviarnos del tema que se debate.

3. Movimientos en la niebla: tras escuchar los argumentos de la otra persona podemos favorecer la empatía aceptándolos y parafraseándolos, pero agregando lo que defendemos. Es parecido a la rendición simulada pero incorporamos con ella nuestras propias ideas: “Entiendo lo que dices, y pienso que podríamos también hacer lo otro simultáneamente”. De este modo nuestro interlocutor se sentirá escuchado y que entendemos sus argumentos, y ademas probablemente se mostrará mas accesible para aceptar los nuestros.

4. Pregunta asertiva: en ocasiones es necesario iniciar haciendo una paráfrasis, para luego obtener información más precisa con la cual fortalecer nuestra argumentación: “dice que no te convence mi idea, pero ¿qué es lo que no te gusta exactamente?”. Con esta pregunta asertiva declaramos nuestro interés por lo que nuestro interlocutor argumenta, y recabamos información más profunda acerca de lo que no le agrada de nuestra postura.

5. Acuerdo asertivo: en ocasiones tenemos que admitir los propios errores, dado que no hacerlo empeoraría las cosas. En este caso se puede procurar alejar esa falla de nuestra personalidad. Ejemplo: “si, como una circunstancia excepcional, llegué tarde esta mañana”. Con ella empiezan a establecerse pequeños acuerdos para dar paso a los que son más significativos; además nos permitimos ser quien cede primero sin que implique una pérdida real para la negociación.

6. Ignorar: al igual que la ironía asertiva, es una herramienta a utilizar en caso de interlocutores “violentos” o alterados. En este caso se procura retrasar la conversación para otro momento donde ambos estén en buena predisposición para el diálogo. Ejemplo: “creo que ahora estás un poco alterado. Lo mejor es que te tranquilices y hablemos cuando estés calmado”. Es una táctica extrema que resulta especialmente útil cuando uno mismo está a punto de perder la calma.

7. Romper el proceso de diálogo: cuando se quiere cortar una conversación se pueden utilizar los monosílabos y la comunicación breve para mostrar desacuerdo, desinterés, etc.  La utilidad de esto radica en los momentos en los que tenemos prioridades distintas y queremos expresar que no es el mejor momento para la conversación. Ejemplo: “no pinta mal”, “si”, “quizás”, “si no te importa hablamos luego”.

8. Disco rayado: no tiene por qué significar que tengamos que repetir la misma frase todo el tiempo, lo cual es de poca educación. Me refiero a repetir nuestro argumento tranquilamente, empleando distintas palabras y sin dejarnos despistar por asuntos poco relevantes. Ejemplo: “si, pero lo que yo digo es…”, “entiendo, pero creo que lo que necesitamos es…”, “la idea está bien pero yo pienso que…”. Es una estrategia adecuada cuando lo que pretendemos es no perder terreno y no consideramos prudente ceder.

9. Manteniendo espacios: cuando uno da la mano no es raro que te cojan el brazo. En estos casos hay que delimitar muy claramente hasta dónde llega un punto negociado. Ejemplo: “sí, puedes utilizar la sala de reuniones pero para coger el proyector primero debes hablarlo con administración”. De este modo delimitamos los aspectos en los que estamos dispuestos a ceder, sin que esto implique que perdamos el control de la negociación.

10. Aplazamiento: en una reunión es buena idea llevar un papel o cuaderno donde tomar notas. En este caso podremos anotar consultas o críticas para abordarlas en otro momento y así no alejarnos del objetivo del momento. Ejemplo: “tomo nota para hablarlo en la próxima reunión”.

2 comentarios:

  1. Bien interesante el escrito de haberlo leído antes posiblemente muchas de las decisiones que he tomado al relacionarme con mi entorno habrían sido distintas. Probablemente en lugar de "cambiar de auto" tal vez habría optado por cambiar "las ruedas del auto"; que al final de cuentas son las que merecían ser reemplazadas. Gracias por ser y por estar. Excelente blog!!!

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    1. Esta fabuloso esa metafora de cambiar de auto... ¿me la puedo quedar? Que bueno que te sirvió, gracias por comentarlo. Saludos!!

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