El dilema disfuncional de la Familia Ideal

Desde la década de los setenta ha habido una tremenda difusión a lo que los medios de comunicación primero, y después los programas gubernamentales han definido como la familia ideal. En las series de televisión hemos visto agrupaciones familiares donde, salvo algún que otro conflicto intrascendente, todo es armonía, amor y colaboración: la familia Ingalls en su casita de la pradera, los Adams que aunque un poco locos, bastante “funcionales”, y etcétera. No es difícil prolongar esta lista de aquél entonces, hasta la serie animada de “Padre de Familia” que dejará de transmitirse en el 2014.

El modelo de la familia ideal nos ha vendido, y nosotros nos hemos comprado, la sentencia de que para que una familia sea funcional, necesita incluir una mamá, un papá y al menos dos hijos para que se hagan compañía mutuamente, que según porque los hijos únicos crecen traumatizados. La familia ideal puede incorporar uno o ningún perro al grupo, según sea el gusto. Con este bombardeo cultural, en Latinoamérica y especialmente aquí en México, hemos asumido peligrosamente que una familia sin estos elementos es una familia incompleta y disfuncional.


Y no solamente atribuimos que para que una familia funcione debe contar con todas estas piezas; porque además, cada integrante de la familia ideal tiene una función específica que cumplir: el papá trabaja y trae dinero, la mamá cocina y cuida de la casa, el hijo es responsable de cuidar a su hermana y la hija ayuda a la mamá a servir la comida y ver que se le ofrece a su hermano. Y de nuevo, si hay alguien que no cumpla con la labor prescrita dentro de la familia, la familia entera recibe la etiqueta de disfuncional. ¿La mamá trabaja y el papá no encuentra un empleo?, ¿la hija sale a jugar fútbol americano y llega toda batida a casa?, ¿el hijo le ha dado por meterse al ballet?

Con esta carga de exigencias sociales, tendemos a olvidar que la función de una familia es aportar y contribuir a que personas de bien se incorporen en nuestra sociedad. Por eso es verdad que la estabilidad familiar es importante, o que lo que aprendemos en la familia determina como nos relacionaremos con las personas y las instituciones cuando seamos mayores, y así. Pero ¿qué es una familia disfuncional?

Según el modelo de la familia ideal, obviamente una familia disfuncional es toda aquella familia que no se apegue al patrón ideal. Y entonces uno sale a las calles buscando un ejemplo satisfactorio de “familia ideal” y regresa a casa si haber encontrado ninguna. Eso querría decir que lo habitual y cotidiano en las familias es ser disfuncionales; y en parte es correcto.

No se trata de que por formar parte de una familia donde los papás se han separado, o donde el hijo menor se hace cargo de la casa, todos estén condenados a la disfuncionalidad. Subrayo, no se trata de eso: el modelo de la familia ideal no es la clave de la armonía o la funcionalidad. La clave para una familia funcional es que cada familia encuentre su propia y única manera de funcionar, la manera de organizarse que más les acomoda y el estilo para comunicarse que mejor les resulta.

En cualquier ocasión en que una familia trata de seguir los patrones que otra familia mantiene para relacionarse, en ese momento empezarán a tener conflictos; básicamente porque el contexto que rodea a una, es bien distinto al contexto de todas las demás. No importa si a los Gutiérrez les funciona muy bien esa manera de hacer las cosas, a los Hernández no les va a resultar, porque ellos tienen que encontrar su propia manera.

¿Cómo saber si estamos funcionando? En primera instancia, olvidémonos de perseguir al fantasma de la familia ideal, ese solamente funciona en los cuentos modernos de las telenovelas mexicanas. Y eso a veces.

Sabrás que tu familia está funcionando cuando las reglas que se ponen para relacionarse, son reglas que se mantienen y no cambian de la noche a la mañana; es decir, no está padre si lo mismo que en su momento mereció un castigo, hoy causa indiferencia o incluso celebración.

Sabrás que tu familia funciona si los roles están definidos para cada quien según su edad, posición en la familia y recursos personales, pero esos roles se originan en el contexto de la familia, no de estereotipos donde “por ser el hombre tiene que traer dinero” o “por ser mujer no sale de la cocina”. Cuando los hijos regañan a los papás, por ejemplo, podemos intuir probablemente que los roles se han invertido.

Sabrás además que la comunicación no está funcionando en tu familia cuando las emociones se van quedando estancadas; es decir, cuando llegas a casa y todos están enojados en mayor o menor grado, cuando están más o menos nerviosos o asustados, tal vez tristes o etcétera. Las emociones fluyen conforme fluye la comunicación; por eso, si notas que a la dinámica emocional de tu familia ya se le trabó las velocidades, pregúntate de qué asunto importante no están hablando.

Vamos, que si en tu familia van a cambiar las reglas, es importante que hablen acerca de eso y puntualicen las razones de ese cambio y el modo en que se va a abordar eso mismo en el futuro. Los acuerdos son así también: si hoy acordaron hacer las cosas de cierto modo y en determinado momento ese acuerdo ya no funciona, en lugar de cambiar el acuerdo espontáneamente, háblenlo y planteen mediante una nueva negociación, una nueva estrategia.

La familia suele ser una estructura social jerarquizada, donde cuando hay hijos, ellos van abajo y papás y mamás van arriba; los adultos por su mayor experiencia de vida y amplitud al evaluar las circunstancias tienen derecho de veto y mayor opinión en la toma de decisiones. Está bien que involucremos a los niños en el proceso de decidir, pero es muy estresante para ellos hacerse responsables de las decisiones desde los recursos que tienen que, por ser niños, todavía son poquitos.

Todas las familias tienen lo necesario para funcionar, y estadísticamente, son más las familias que funcionan que las que no lo hacen. Una familia donde falta el papá, puede ser una familia muy funcional; también lo puede ser una familia con dos mamás o con dos papás; una familia sin papás, o una donde en vez de papás hay abuelos y etcétera. Lo funcional no depende de quiénes conforman la familia, sino la calidad de la comunicación entre sus integrantes y su capacidad para adaptar su organización según los retos que como familia van afrontando.

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