viernes, 25 de enero de 2019

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El triunfo de Sísifo

A Sísifo se le daba muy bien desafiar a los dioses, y éstos a su vez ya no hallaban como hacer que el hombre entrara en cintura.

Cuentan que en una ocasión, hartos de que los desafiara con su ingenio, los residentes del Olimpo decidieron enviarle a Tánatos para que le quitara la vida… pero cuando se descuidó, Sísifo tuvo a bien ponerle grilletes al titán y por esa razón nadie en el mundo murió durante un tiempo.

Entonces los dioses, que no iban a dejar que este antiguo rey de Corinto se saliera con la suya, se propusieron darle un elaborado, muy elaborado, castigo. Básicamente, porque eso de maldecir y castigar mortales era el pasatiempo no. 1 de los olímpicos en aquellos días sin Netflix ni Televisión por Cable.

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El triunfo de Sísifo

A Sísifo se le daba muy bien desafiar a los dioses, y éstos a su vez ya no hallaban como hacer que el hombre entrara en cintura. Cuentan que en una ocasión, hartos de que los desafiara con su ingenio, los residentes del Olimpo decidieron enviarle a Tánatos para que le quitara la vida... pero cuando se descuidó, Sísifo tuvo a bien ponerle grilletes al titán y por esa razón nadie en el mundo murió durante un tiempo.

Entonces los dioses, que no iban a dejar que este antiguo rey de Corinto se saliera con la suya, se propusieron darle un elaborado, muy elaborado, castigo. Básicamente, porque eso de maldecir y castigar mortales era el pasatiempo no. 1 de los olímpicos en aquellos días sin Netflix ni Televisión por Cable.

El olímpico castigo para Sísifo consistió en ser arrastrado al Inframundo para ser condenado a una inmortalidad infinita empujando una roca redonda hacia la cima de una montaña, donde llegando a la parte más alta, la roca rodaba cuesta abajo y había de volverla a empujar a la cima nuevamente. Una y otra vez... por toda la eternidad.

lunes, 14 de enero de 2019

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Pigmalión & Galatea

A veces somos afortunados /as en el trabajo y desafortunadas /os en el amor.

Pigmalión exactamente así. Él era de esos artistas famosos, onda los Marín o los Ponzanelli, cuyas esculturas adornaban los jardines de las mansiones más prominentes de Grecia; pero simultáneamente, con los temas del romance, el chavo estaba verdaderamente negado.

A la postre, era experto en encontrarle defectos al ligue que se consiguiera: unas veces que muy flaca, otras que muy gorda, que si era tonta o que se pasaba de lista, que si pero se conocieron en Tinder, que si le gustaban las bacanales, que si en su juventud había sido una virgen vestal… total, que con ninguna mujer quedaba contento.

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Pigmalión & Galatea

A veces somos afortunados en el trabajo y desafortunados en el amor. Pigmalión exactamente así. Él era de esos artistas famosos, onda los Marín o los Ponzanelli, cuyas esculturas adornaban los jardines de las mansiones más prominentes de Grecia; pero simultáneamente, con los temas del romance, el chavo estaba verdaderamente negado.

A la postre, era experto en encontrarle defectos al ligue que se consiguiera: unas veces que muy flaca, otras que muy gorda, que si era tonta o que se pasaba de lista, que si pero se conocieron en Tinder, que si le gustaban las bacanales, que si en su juventud había sido una virgen vestal... total, que con ninguna mujer quedaba contento.

Una mañana, como él era escultor, le llegó en un embarque fenicio, un bloque de granito de la más tremendamente hermosa composición: tenía unas vetas minerales y unos colores en su superficie, realmente espectaculares. Tornasolados, bien padrísimos y así. Él decidió que iba a usar tan buen material para un proyecto personal: se le ocurrió esculpir con el, a la mujer más hermosa que jamás hubiera conocido. Literalmente, aquella a quien jamás habría conocido.