El arte del perdón

Cada vez que una persona logra perdonar honestamente y desde su tierno corazón, un ángel en el cielo gana sus alas... pero luego se les llenan de ácaros y hay que darles mantenimiento y desparasitarlos, o se atoran en las turbinas de los aviones y causan accidentes y así. Por no mencionar anécdotas como la que nos cuenta García Marquez, acerca de "un señor muy, muy viejo con las alas enormes", que vino a perturbarle la vida a una sencilla familia colombiana, al caerles súbitamente sobre las láminas de su granero.

No, por practicidad hay que poner a revisión el perdón, para no andar por ahí haciendo estropicios.

Para muchas religiones, el perdón es un acto de amor al prójimo, que tiene un poco que ver con aquella cuestión de poner la otra mejilla. Perdonar es reencontrarse con la persona que debido a un descuido o acaso franca estupidez, te ha lastimado. Para el #budismo, el perdón es un acto de compasión que, empleando otras palabras, consiste en ponerte en los zapatos apretados de la otra persona. Él o ella te han herido porque a su vez, arrastran un gran sufrimiento y es eso lo que tienen para dar.

Nadie da lo que no tiene, como el olmo, que no tiene ni una sola pera para ofrecer. Y si en mi interior hay sufrimiento de sobra, eso es precisamente lo que tengo para compartir.


Para muchas orientaciones en desarrollo humano y bienestar emocional, el perdón es un acto de amor a ti mismo o a ti misma; no es un reencuentro sino un ejercicio de sanación desde el que se rompe un vínculo emocional que no es constructivo. A través del rencor que alimentamos, estamos preservando una relación tóxica con quien nos ha lastimado, impidiendo tanto relacionarnos saludablemente con nosotros mismos, como también, la posibilidad de construir un nuevo vínculo, mas constructivo, con esa misma persona.

Piensa en la pareja de alguien: mientras no haya perdón, no queda espacio para el amor o la confianza.

Así que ahora, aquí tienes la pregunta del millón: ¿a tu situación actual, cual versión del perdón te aplica mejor? La elección es absolutamente personal, porque quien tiene que hacer la chamba de elaborar el perdón, eres solamente tu. Y es verdad que implica una chamba, un proceso que empieza en el instante en que tomas la decisión de perdonar.

Para elaborar el perdón como un reencuentro con la persona que te ha lastimado, y verte capaz de dirigir hacia él o ella mucha luz y amor, lo cual es una opción más que válida, busca el apoyo de un especialista, tal como un sacerdote de la orden o religión que haga mejor match con tus creencias, un asesor espiritual o algo así.

Para elaborar el perdón como una manera de terminar con un vinculo que es tóxico para tus emociones, que es igual de válida que la opción anterior, pero más centrada en ti y en el amor que cultivas hacia ti misma o hacia ti mismo, puedes buscar el apoyo de un especialista en bienestar emocional o desarrollo humano, una o un terapeuta, un consejero o algo así.

Y bueno... déjame contrate un cuento super breve:

Érase una vez en un reino muy lejano, un príncipe que vivía felizmente adentro de su castillo… lo mismo podría ser una princesa, y la cosa daría exactamente igual. La cuestión es que era muy feliz y estaba bien bonita su carita; se miraba en el espejo y le gustaba su belleza exterior que era un suave reflejo de su belleza interior. Todo el mundo en el reino le amaba, y tal.

En el segundo acto se le aparece de súbito un obscuro hechicero, una bruja perversa, una madrastra malvada... o lo que gustes y mandes, que le hace comer una manzana encantada, le propina un sopapo con su varita de hueso, o le susurra unas palabras ominosas que al ser un horario familiar, yo no te podría repetir, y el príncipe, princesa o la bendición genérica del reino, se ve transformada en, escoja usted: cuervo de negro plumaje, sapo lleno de verrugas, cisne blanco con sus amigas, solitaria, piojo, tardígrado... y a partir de este momento la historia versa en las peripecias del expríncipe (-cesa) para recuperar su identidad anterior y dejar de ser un animal.

Intermedio: ¿te ha pasado que navegas por la vida harto ufano de ti mismo o de ti misma en caso de que seas la princesa de tu propia cuento, y de súbito, algo sucede que te deja sintiéndote como un idiota?, ¿que alguien te juega chueco y al ver que te transaron, te dejan sintiéndote bien perpleja?; a veces las situaciones te obligan a mirarte de una manera que no era la que elegirías, y te quedas con vergüenza, menosprecio y el alma lastimada como si te hubieran transformado en algo peor e inferior a lo que tu eras.

Prosigo: en el tercer acto, este personaje que a veces se parece a nosotros, lleva a cabo una serie de tareas para volver a ser quien era y que tanto le gustaba ser. Puede suceder que el hechicero, bruja o madrastra ya no vuelvan a aparecer, finalmente esta no es su historia; porque el espíritu de este cuento, es narrar cómo alguien a quien le han arrancado su identidad, consigue con esfuerzos bien encausados, volver a ser quien era en un principio.

El desenlace es que el príncipe o la princesa vuelven a ser "casi" quienes eran al inicio del cuento, pero el haber sido convertidos en algo más, fuera de su control, les permitió conocer otras perspectivas a las que de no haber atravesado por esta historia, no habrían tenido acceso. El personaje del cuento, vuelve a ser persona, pero esta vez de mayor sabiduría y compasión gracias a los aprendizajes que ha adquirido acerca de si y del mundo a su alrededor.

El plot twist es que de esto se trata el perdón: de no quedarte convertido en una víctima ni permitir que sean tus heridas abiertas las que te definan. Es retomar con autonomía la identidad que prefieres para ti.

Constantemente y a lo largo de la vida, personajes oscuros van a llegar. pretendiendo arrebatarte el protagonismo de tu propio cuento, buscando convencerte de que tu eres lo que sabes que no corresponde a tu naturaleza: alguien más débil, quebrado o insignificante. A veces vas a creerles.

No pierdas el tiempo peleándote contra las circunstancias, y ahorra tus recursos para darte a la tarea de recordar quien te gustaba ser y volver a vestir aquella piel en la que estabas tan a gusto. Enfrenta los desafíos que tengas que cumplir, y aliméntate del amor y el reconocimiento que eres capaz de dirigir hacia tu propia persona. El personaje que te hubo lastimado, deja a este punto de aparecer y ser importante, porque centrándote en tu propia recuperación, rompes el vínculo que te unía a su magia e influjo.

Entonces se da el perdón como una consecuencia del reencontrarte contigo, y vuelves a ser "casi" quien eras al inicio de este cuento... casi, porque la experiencia probablemente ha hecho de ti una persona más sabia y compasiva, poseedora de una mayor resistencia a los maleficios maléficos que enfrentes en el futuro.

Consumado el perdón, puedes elegir seguir tu camino hacia nuevos reinos muy lejanos; o puedes quedarte, y mirar al pérfido hechicero desde tu nueva sabiduría. Tal vez descubras que sumergida en su propio cuento, la madrastra malvada estaba extraviada en su camino de reencuentro consigo misma y le basta un poco de compasión para dejar de envenenarse con su propio sufrimiento.

Tal vez te apetezca indicarle a la bruja maléfica una parte del camino que tu recorriste, por si le sirve, y tal vez descubras que te dan ganas de acompañarle una parte del recorrido, ahora que sabes tu de qué se trata el perdón.

A veces, en el proceso descubrimos a nuestra vez, que nosotros fuimos la madrastra malvada en el cuento de esas personas que compartieron nuestra historia, y entonces perdonarlos es perdonarnos... y empezar a viajar ligero, sin deudas con el karma. Quizá descubras que al final ni nosotros ni ellos somos tan santos ni tan diablos, ni tan víctimas o tan tiranos.

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