lunes, 25 de noviembre de 2019

Malos Hábitos

Es muy fácil construir hábitos, porque el cerebro  humano tiene una configuración de fábrica que le permite volver automáticas aquellas actividades que realizamos consuetudinariamente, como caminar, cerrar la puerta cuando salimos de casa o ponernos los zapatos.

La ventaja de construir hábitos es que podemos retirar nuestra atención de lo que ya dominamos, y redirigirla hacia aquello que nos es más demandante por ser complejo, novedoso o desafiante.

De esa manera, podemos dejar que nuestros hábitos se encarguen de que caminemos por la calle sin acabar rodando por el piso, al mismo tiempo que leemos y mandamos mensaje de WhatsApp.

Ahora, si un extraterrestre de ocho patas te pidiera asombrado, que le expliques cómo le haces para caminar con tan solo dos pies, ¿podrías explicarle?

Malos Hábitos

Es muy fácil construir hábitos, porque el cerebro  humano tiene una configuración de fábrica que le permite volver automáticas aquellas actividades que realizamos consuetudinariamente, como caminar, cerrar la puerta cuando salimos de casa o ponernos los zapatos.

La ventaja de construir hábitos es que podemos retirar nuestra atención de lo que ya dominamos, y redirigirla hacia aquello que nos es más demandante por ser complejo, novedoso o desafiante. De esa manera, podemos dejar que nuestros hábitos se encarguen de que caminemos por la calle sin acabar rodando por el piso, al mismo tiempo que leemos y mandamos mensaje de WhatsApp.

Ahora, si un extraterrestre de ocho patas te pidiera asombrado, que le expliques cómo le haces para caminar con tan solo dos pies, ¿podrías explicarle?

La ventaja de desarrollar hábitos, es que aportan mucha economía de  recursos intelectuales para poder hacer más de una cosa por vez, pero la desventaja es que algunos de estos automatismos nos sabotea algunas estrategias que perseguimos cotidianamente. De nuevo, es tan fácil formar hábitos, que muchas veces construimos algunos que son nocivos para nosotros, y nos cuesta trabajo dejarlos.

miércoles, 6 de noviembre de 2019

La masculinidad tóxica

Levanta la mano si de chiquito te dijeron: “nada más me entero que dejaste que te pegaran en la escuela, y te voy a pegar yo llegando a la casa”. Puede que incluso le agregaran: “para que te vayas haciendo hombrecito”.

Enseñarle a los niños a hacerse hombres es un tema bien complicado, porque en el proceso suele generarse tal colección de cicatrices, que a veces ni una vida completa alcanza para sanarlas.

Por… no mencionar que muchos chavitos terminan identificándose con sus bienintencionados agresores, para transformarse ellos mismos en nuevos agresores cuando encuentran la oportunidad.

Y ¿si notaste la incongruencia principal? o sea, ¿si naciste hombre, porque se habría de pretender enseñarte a ser, lo que de cualquier manera ya naciste siendo? Ok, viene al caso entonces, dejar de hablar del sexo del niño y pasar a la noción de género, que en este caso es “masculino”… y con este tipo de prácticas, “masculinidad” adquiere además la acepción de “tóxica”.

martes, 5 de noviembre de 2019

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La felicidad eudaimónica

La felicidad es una sola moneda con dos caras que le dan equilibrio; en la práctica, ninguna de esas caras es más importante que la otra, y ambas son necesarias para consolidar el bienestar emocional.

Una cara es el hedonismo, o lo que es lo mismo, la conciencia presente de que hoy tienes ya, en este momento, todo lo necesario para ser feliz.

Al hedonismo no le preocupa invitarte a hacer lo que amas, sino a que ames lo que haces.

La otra cara de la moneda es la eudaimonía, o bien, tu compromiso contigo de alcanzar tu máximo potencial. Esta premisa que la Psicología Positiva tomó de la Filosofía Estoica, se basa en que a toda persona le produce bienestar percibir su propio desarrollo.

La felicidad eudaimónica

La felicidad es una sola moneda con dos caras que le dan equilibrio; en la práctica, ninguna de esas caras es más importante que la otra, y ambas son necesarias para consolidar el bienestar emocional.

Una cara es el hedonismo, o lo que es lo mismo, la conciencia presente de que hoy tienes ya, en este momento, todo lo necesario para ser feliz.

Al hedonismo no le preocupa invitarte a hacer lo que amas, sino a que ames lo que haces.

La otra cara de la moneda es la eudaimonía, o bien, tu compromiso contigo de alcanzar tu máximo potencial. Esta premisa que la Psicología Positiva tomó de la Filosofía Estoica, se basa en que a toda persona le produce bienestar percibir su propio desarrollo.

A la eudaimonía si le interesa invitarte a hacer lo que más amas, asumiéndote responsable de colocar tu desempeño donde encuentre mejores desafíos.