Es muy fácil construir hábitos, porque el cerebro humano tiene una configuración de fábrica que le permite volver automáticas aquellas actividades que realizamos consuetudinariamente, como caminar, cerrar la puerta cuando salimos de casa o ponernos los zapatos.

La ventaja de construir hábitos es que podemos retirar nuestra atención de lo que ya dominamos, y redirigirla hacia aquello que nos es más demandante por ser complejo, novedoso o desafiante.
De esa manera, podemos dejar que nuestros hábitos se encarguen de que caminemos por la calle sin acabar rodando por el piso, al mismo tiempo que leemos y mandamos mensaje de WhatsApp.
Ahora, si un extraterrestre de ocho patas te pidiera asombrado, que le expliques cómo le haces para caminar con tan solo dos pies, ¿podrías explicarle?