Hay un experimento realizado por psicólogos de la Universidad de Virginia en el que se inventaron cualquier justificación para captar a sus voluntarios y de ahí, los pusieron a esperar en una habitación austera, sin absolutamente nada que hacer; previamente, les preguntaron si de una vez les daban chance de electrocutarlos tantito para otro experimento que necesitaban realizar, a lo que cada persona que participaba les respondió con un contundente “no”.

Cada persona estuvo sentada en una sala con nada más que su propia humanidad, una silla y una maquina de electrocución que supuestamente sería empleada para otro experimento distinto a ese. Los minutos pasaron, las horas también, el aburrimiento llegó y de pronto la máquina para electrocutar no parecía tan mala idea.
El punto es que al final de este experimento que en realidad exploraba cómo funcionamos ante el aburrimiento, cada hombre y mujer que participaron en él, fueron sorprendidos electrocutándose luego de que quienes dirigían el estudio, notaron que sus asistentes podían en cualquier momento empezar a lastimarse en serio.
Claro que los detuvieron.