domingo, 26 de julio de 2020

Salir del clóset: mitos

Cuando hablas con la gente acerca de si en sus casas “saben” (acerca de su orientación sexual), una gran proporción de tus interlocutores te responderán que sí, que obviamente: “bueno, yo no les he dicho; pero son mis papás… claro que saben ya”, suelen agregar. Aquí es de donde llega la invitación a hablar de los mitos del clóset.

Para tu familia, especialmente cuando compartes un techo con ellos, será evidente que hace ya algunos años que no te ven con una novia, o si eres mujer, que lo mismo llevas tiempo sin un novio. Notan que eso no pareciera molestarte particularmente. Entonces comienzan a elaborar sus conjeturas; muy pocas veces te lo van a preguntar directamente. Las conjeturas pueden ser: “es que es muy madura para los chavitos de su edad”, “es que se ha aplicado tanto a sus estudios/trabajo, que ni tiempo le queda para andar de novio”, etcétera.

La negación familiar y la sceptación de la homosexualidad

La cosa sería distinta si se tratara de alguien externo a la familia, cuya sospecha podría conducir directamente a una conjetura sobre su orientación sexual. Piensa ¿mal? de las o los demás, y acertarás; dicen por ahí.

viernes, 24 de julio de 2020

El perdón a cuento

Cada vez que una persona logra perdonar honestamente y desde su tierno corazón, un ángel en el cielo gana sus alas... pero luego se les llenan de ácaros y hay que darles mantenimiento y desparasitarlos, o se atoran en las turbinas de los aviones y causan accidentes y así. Por no mencionar anécdotas como la que nos cuenta el Gabo García Marquez, acerca de "un señor muy, muy viejo con las alas enormes", que vino a perturbarle la vida a una sencilla familia colombiana, al caerles súbitamente sobre las láminas de su granero.

No, por practicidad hay que poner a revisión el perdón, para no andar por ahí haciendo estropicios. 

Para muchas religiones, el perdón es un acto de amor al prójimo, que tiene un poco que ver con aquella cuestión de poner la otra mejilla. Perdonar es reencontrarse con la persona que debido a un descuido o acaso franca estupidez, te ha lastimado. Para el #budismo, el perdón es un acto de compasión que, empleando otras palabras, consiste en ponerte en los zapatos apretados de la otra persona. Él o ella te han herido porque a su vez, arrastran un gran sufrimiento y es eso lo que tienen para dar. 

Nadie da lo que no tiene, como el olmo, que no tiene ni una sola pera para ofrecer. Y si en mi interior hay sufrimiento de sobra, eso es precisamente lo que tengo para compartir. #DeNada

Identidad y Feminismo

Cuando ellas hablan de feminismo, están hablando de su identidad misma, porque “identidad” no solamente es identificación, sino también roles, cotidianidad y el lugar que nos damos frente al mundo.

Cuando cada quien define su identidad, está dando respuesta a la pregunta crucial de “¿quién soy yo?”, y también “¿qué significas tu para mi?” y “¿quién soy yo para ti?”.

Como un efecto dominó, responder a la primera pregunta genera los recursos suficientes para dar solución a la segunda, y posteriormente a la tercera; pero la cosa no termina ahí, dado que al saber quienes somos, podemos dar una respuesta efectiva a un montón de preguntas relevantes que van a determinar el curso de nuestras vidas, y si bien esa colección de nuevas interrogativas va sucediendo utleriormente, sobre la marcha, en la práctica no vienen siendo menos importantes que nuestra primera pregunta.

¿Quién soy?

Identidad y Feminismo

Cuando ellas hablan de feminismo, están hablando de su identidad misma, porque “identidad” no solamente es identificación, sino también roles, cotidianidad y el lugar que nos damos frente al mundo. Cuando cada quien define su identidad, está dando respuesta a la pregunta crucial de “¿quién soy yo?”, y también “¿qué significas tu para mi?” y “¿quién soy yo para ti?”.

Como un efecto dominó, responder a la primera pregunta genera los recursos suficientes para dar solución a la segunda, y posteriormente a la tercera; pero la cosa no termina ahí, dado que al saber quienes somos, podemos dar una respuesta efectiva a un montón de preguntas relevantes que van a determinar el curso de nuestras vidas, y si bien esa colección de nuevas interrogativas va sucediendo utleriormente, sobre la marcha, en la práctica no vienen siendo menos importantes que nuestra primera pregunta.

¿Quién soy?

...mira nena, tu eres una niña, vistes de rosa, eres linda, y calladita te ves todavía más bonita. En la vida, a ti te toca vestirte coqueta y de colores pastel; serás maestra, enfermera o cocinera, aunque lo más probable es que crezcas para casarte y tener hijos, porque mira nena, tu eres una madre en formación. Déjame, nena, instruirte acerca de no preferir lo que implique esfuerzo físico, a las nenas no les queda bien sudar; no te debe de gustar lo que le gusta a los niños, jamás te confundas, y sentiría mucha decepción de ti, si me entero que andaste por ahí haciendo aspavientos y levantando la voz.

viernes, 3 de julio de 2020

Las telenovelas mexicanas

Las telenovelas son un fenómeno profundamente arraigado a la cultura pop mexicana, y de acá, al mundo. Desde Verónica Castro hasta Thalía, pasando por quien quiera que haya dicho “maldita lisiada”, estas producciones televisivas han abonado un sinfín de elementos que hemos incorporado a nuestra identidad colectiva, encontrando en este universo de simbolismos harto regocijo y un sólido vínculo con nuestra gente y con nuestros espacios más familiares.

Aunque no tuviésemos la asiduidad de ver novelas en la tele, cualquier referente a ellas nos lleva de vuelta a casa, evocando sabores a apapacho, sopita caliente y tribu.

Gente un poco más analítica que uno, mira en las telenovelas un característico estilo propio: una narrativa que marca la evolución de un / una protagonista que suele ser la versión extendida de la tragedia de Cenicienta, la que al estilo de María la del Barrio, debe aguantar sucesivos desencantos hasta que finalmente se resuelva su destino, en gran parte por la suerte y en parte también por la gracia de alguien más que les rescata del foso para llevarle hacia la luz.

Las telenovelas mexicanas

Las telenovelas son un fenómeno profundamente arraigado a la cultura pop mexicana, y de acá, al mundo. Desde Verónica Castro hasta Thalía, pasando por quien quiera que haya dicho “maldita lisiada”, estas producciones televisivas han abonado un sinfín de elementos que hemos incorporado a nuestra identidad colectiva, encontrando en este universo de simbolismos harto regocijo y un sólido vínculo con nuestra gente y con nuestros espacios más familiares.

Aunque no tuviésemos la asiduidad de ver novelas en la tele, cualquier referente a ellas nos lleva de vuelta a casa, evocando sabores a apapacho, sopita caliente y tribu.

Gente un poco más analítica que uno, mira en las telenovelas un característico estilo propio: una narrativa que marca la evolución de un / una protagonista que suele ser la versión extendida de la tragedia de Cenicienta, la que al estilo de María la del Barrio, debe aguantar sucesivos desencantos hasta que finalmente se resuelva su destino, en gran parte por la suerte y en parte también por la gracia de alguien más que les rescata del foso para llevarle hacia la luz.

Son historias emocionantes. La racha más reciente de telenovelas tiene protagonistas con mayor empoderamiento, pero aún conservan este atributo sutil que les vuelve fatídicamente víctimas de las circunstancias; al menos hasta que los escritores deciden quitarles el castigo y permitirles ser felices, lo cuál es peligroso, porque com la felicidad suele llegar el final de la novela.