¿Qué es la terapia familiar?

Para nadie es extraño afirmar que la familia en México es una institución fundamental para el desarrollo tanto de las personas, como de sus identidades, y tampoco es nuevo pensar en la influencia que mantiene la familia sobre el  bienestar social y personal, además de que hay factores externos que ponen en entredicho su desarrollo económico, emocional e incluso biológico; a partir de todo eso, tiene mucho sentido promover un abordaje psicoterapéutico que, desde una epistemología sistémica, considere a la entidad familiar como el sujeto de sus estrategias e intervenciones.

En este sentido, la Terapia Familiar de enfoque sistémico aborda a las familias como un conjunto de individuos que, al mantenerse en cotidiana interacción, conforman un sistema, es decir, una unidad en sí misma, poseedora de sus propias reglas y pautas organizativas que tienden a una constante autorregulación con el fin de preservarse. Dentro de una familia, el malestar o bienestar de cada uno de los integrantes va a repercutir en el bienestar del resto de miembros del sistema e, incluso, en su estructura completa.  Con este fundamento como punto de partida, el proceso terapéutico que se dirige a una parte de la familia va a repercutir generando cambios en toda ella, y de forma inversa, la psicoterapia que interviene a la familia completa moviliza a cada uno de los integrantes involucrados en la cotidianidad del sistema.


Con este abordaje, el terapeuta o la terapeuta sistémicos tienen la oportunidad de enfrentar un amplio abanico de problemáticas familiares, desde farmacodependencias hasta conflictos conyugales, trastornos alimenticios, crisis emocionales o problemas escolares, dado que su labor no se centraliza en torno a un “paciente identificado”, sino en el sistema familiar por entero y los vínculos relacionales que lo conforman. Uno de los principios de la Terapia Familiar Sistémica es que los problemas devienen de dificultades en las relaciones (o interacciones) que la familia no ha conseguido resolver por sí misma; algunos de los múltiples modelos comprendidos en este enfoque, afirma que, incluso, los problemas relacionales se refuerzan en cada ocasión en que  la familia aplica el mismo intento de solución.

La gran diferencia entre el enfoque sistémico y otros enfoques de psicoterapia es, evidentemente, la noción de que los problemas que llevan a un cliente a consulta, no son intrapsíquicos ni inherentes a la persona; para todo hay un contexto pertinente que permite entender la lógica del conflicto, un contexto donde el problema pudiera ser una estrategia de sobrevivencia. La persona que la familia identifica como el paciente a tratar, pierde responsabilidades y se despatologiza mediante la perspectiva interaccional; es visto como persona y no como un avatar del trastorno.

Cabe mencionar que otra importante diferencia entre el enfoque sistémico y otras perspectivas es el efecto sostenido que tiene el trabajo terapéutico. Para la usanza de otros modos de hacer terapia, la situación terapéutica puede durar en tanto dure la sesión dentro del consultorio, pues la fuerza que motiva el cambio, es decir, el especialista en psicoterapia, no existe fuera del contexto del consultorio; en el enfoque sistémico, en cambio, uno en el que puede involucrarse para el proceso a la abuela, el vecino, el sobrino, el mejor amigo, la profesora escolar y hasta a la mascota o el portero, porque todos pueden formar parte de un sistema relevante para el trabajo terapéutico, la situación terapéutica se extiende hasta el contexto del cliente, lo que le permite continuar la reflexión y el proceso de cambio más allá de las paredes del consultorio. Involucrando a otros actores relevantes de la vida del cliente, éstos funcionan también como agentes de cambio, y no necesariamente como preservadores del status quo que llevara originalmente al cliente a solicitar la terapia.

Esta visión que sitúa a la o el cliente en un contexto familiar, y a la familia en un contexto social, cultural y económico, promueve un cambio que va desde la persona hasta su comunidad, y de las experiencias de vida a los patrones culturales. El enfoque sistémico plantea enfáticamente la importancia de la psicoterapia como un factor de cambio social, y promueve esta transformación en su práctica clínica cotidiana.