Adictos a despedirnos

Conforme pasan los años, vamos volviéndonos expertos en despedir a personas de nuestra vida, pero no alimentamos la capacidad de darle la bienvenida a personas nuevas.

Crecen las intolerancias, abundan las manías. Cada vez nos hacemos mas solemnes, formales y buscamos tener la razón a costa de cualquiera.

Tenemos derecho a poner nuestro ego frágil por encima de cualquier relación, pero pensémoslo: ¿dentro de treinta años quién será una mejor compañía, el amigo que me ha acompañado durante tanto tiempo, o este ego que hoy defiendo como si no hubiese un mañana?

La diferencia entre la vejez digna de ser vivida, y una contaminada por el abandono y la soledad, estriba hoy en saber hacer ese recorrido bien acompañadas y acompañados.

Echa tus barbas a remojar...