Personas Fuertes, Personas Duras

Tratando de enseñarle a los humanos la cualidad de ser resistentes, los dioses antiguos pidieron que los Robles del bosque, le enseñaran su dureza a la mitad de la humanidad. Pero Gaia era sabia, y a diferencia de los antiguos, ella encomendó esta tarea a los Juncos en el río, para que enseñaran a ser resistentes a la otra mitad.

Es por eso que en la vida, vas a encontrarte dos tipos de personas: la Gente del Roble y las Personas de Junco.

Los hombres y mujeres del Roble aguantan los vientos fuertes sin doblarse ni resquebrajarse; en tanto que las Personas de Junco se doblan hacia la tierra al soplo de la más ligera brisa, y cuando el viento amaina se yerguen nuevamente.


La Gente del Roble aguanta decenas de huracanes sin doblarse ni romperse; pero las Personas de Junco se dobla hacia la tierra al soplo del menor huracán... para después erguirse nuevamente.

Sin embargo, cuando los tornados soplan embravecidos y el cielo se ennegrece con la oscuridad de la tormenta, la Gente del Roble es arrancada lejos de sus raíces y al alba yacen, quebrantados e inertes. Los hombres y mujeres de Junco, en cambio, cuando los tornados soplan embravecidos, se doblan hacia la tierra al soplo del vendaval y al amainar se yerguen incólumes, otra vez.

Y es que la Gente del Roble es dura, y su resistencia dura hasta que les llega su tormenta; las Personas de Junco en cambio, son fuertes, y su resistencia viene de la flexibilidad.

Por eso, si tu eres de la raza del Junco, nunca dejes que te convenzan de no doblarte ante el temporal; la fuerza de un Junco estriba en su llanto, en su honestidad ante el miedo y en su adaptabilidad emocional.

Convencer de endurecerse a una mujer o un hombre de Junco es predisponerle a quebrarse con el mal tiempo, así que mantente cerca, pero déjales llorar, doblarse, sentir... sabrán demasiado bien cómo levantarse cuando la calma vuelva y termine la tormenta.

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