Síndrome del Quemado

De pronto descubres que te frustran las limitaciones que te ponen en el trabajo. Tu sabes que podrías hacer más, pero las circunstancias laborales te lo impiden.

Como todas y todos, quieres alcanzar todo tu potencial, desarrollar proyectos, ayudar personas porque tu vocación te lo demanda. Pero caes en la cuenta de que en ese puesto no va a ser. O renuncias a tu trabajo, o renuncias a tu compromiso contigo.

Renunciar no es fácil, quizá te asuste; postergas esa decisión. Y mientras tanto, aprendes que no importa lo que hagas, todo termina en frustración; adquieres un estado emocional de desesperanza, te cansas de estar lidiando contra la decepción del día a día.

Crees descubrir que en realidad el contexto está en lo correcto, que eres tu quien hace las cosas mal y te convences de que eres insuficiente. No importa cuanto te esfuerces, siempre es insuficiente. Te deprimes.

Para proteger tus emociones, las aíslas; decides hacer como que trabajas para que ellos hagan como que te pagan. El concepto que tienes de ti se va deteriorando, terminas agradeciendo lo poco que recibes porque crees en secreto que es más de lo que mereces. Te transformas, te reduces... te resignas, pero seguirás cayendo todavía más.

Bienvenid@ al burnout, el Síndrome del Quemado; que no es un criterio clínico, pero existe y hay que hacer lo necesario para sobrevivirlo cuando aparece.