Escucha a tu cuerpo

Desde Italia, el doctor Sergio Canavero afirma que ya es posible transplantar la cabeza del cuerpo de alguien, al cuerpo de otra persona donante. Lo cual es muy alentador para esa gente que suele perder la cabeza a la primera oportunidad; todos conocemos a alguien así.

Pero ante la posibilidad de este futuro frankensteiniano que pareciéramos estar alcanzando, surge una curiosidad aparentemente simplista: ¿se trata de un transplante de cabeza, o estamos en realidad hablando de transplantes de cuerpo?

Cuando decapitaron a Maria Antonieta, ¿quedaría su cabeza experimentando las sensaciones de un miembro fantasma?, ¿qué hay con el jinete de Sleepy Hollow?

Y es que probablemente tu, como el doctor Canavero, asumas de habitual que la esencia de cada persona reside en su cabeza. Esta apreciación en particular es my propia de la gente más racional, la que presume de ser más objetiva; pero, ¿que tan cierto es eso, realmente?

Hoy en día sabemos que una persona que ha padecido una gran pena, puede sufrir fulminantes problemas cardiacos que le lleven a la muerte, porque en el corazón también residen neuronas sensibles a las emociones, aunque todavía no sabmos del todo para que son o cómo funcionan en el entorno complejo de la conciencia.


Un desequilibrio entre las colonias de esos microorganismos que hacen barrio en tu sistema digenstivo (tu microbiota, que le llaman) puede afectar a su vez la experiencia emocional que tienes de la vida, porque hoy sabemos que esos bichitos, hongos y microorganismos mil, generan gran parte del material que emplearás para la construcción molecular de tus #neurotransmisores y otros químicos que propician tu / mi supervivencia.

Y hay más, mucho más que nos hace afirmar que si bien el cerebro es el indiscutible director de esta sinfonía milagrosa que es la conciencia humana, no es ni por mucho el único protagonista de la orquesta.

No sabemos donde reside la persona en la ancha extensión de su cuerpo. Quizá efectivamente en el cerebro... tal vez en el corazón, en el páncreas, en el riñón, o en todas las anteriores. O en ninguna, ve tu a saber.

¿Que tal que tu personalidad se desarrolla tan a la par de tu cuerpo, que si cambiaras de cuerpo, tu te transformarías en alguien distinto? Y en efecto, quien se habitúa a nuevas posturas corporales, se abre mentalmente a muevas posturas cognitivas, alguien que sube o baja de peso, tiende a significar su mundo diferente... cuando una persona se somete a cirugía plástica, frecuentemente experimenta desajustes simbólicos o cognitivos al respecto de si misma.

No se si un día logremos situar el punto exacto de la consciencia en el total de su corporalidad física; no se incluso si haya que hacerlo. Pero mientras tanto, sugiero visualizarnos como un todo completo y aprender explorarnos, conocernos y sin duda, a escucharnos.

La evidencia científica dice que quien contempla e identifica las señales espontáneas que le emite su cuerpo, tales como pulsaciones aceleradas, tensión en el vientre, hormigueos, respiraciones irregulares, cambios de temperatura y demás, tiene una mayor Inteligencia emocional y una mejor capacidad para tomar decisiones.

Son personas que saben escucharse: saben pensar no solamente con su cerebro, sino con todo su cuerpo, y cuando están a punto de tomar una decisión que les hace sentir mal, se lo vuelven a pensar. Nuestro cuerpo es un complejo emisor de constantes señales, él sabe comunicarse, pero nosotros no siempre sabemos escucharlo.

Así que ya sabes, la próxima vez que alguien te pregunte ¿cómo estás?, piénsatelo dos veces antes de responder a la ligera. Puede ser que esa pregunta encierre más sabiduría de lo que parece. Así que cuéntame, ¿cómo estás?

¿Te has detenido a escucharte ultimamente?

Ah¡!, y claro... cuídate de no andar perdiendo la cabeza, porque todavía no existen garantías de que en efecto, alguien pueda volver a ponértela.