Somos demasiado distintos

“Somos demasiado distintos” decía él, con la intensión de explicar porqué tenían tantos conflictos en pareja. Lo que aquél hombre no estaba considerando, era por una parte que tener conflictos con la pareja es la cosa más natural del mundo, que de hecho, es en gran parte gracias al buen conflicto, como van desarrollándose las relaciones.

Pero, ¿es que hay un conflicto bueno y un conflicto malo? Por supuesto. Lo mismo podríamos decir que los hay conflictos constructivos y destructivos.

Podríamos resolver el tema con simpleza, al considerar que una Relación de pareja involucra a dos mentalidades diferentes con sus propias expectativas, sus propias historias de vida, y sus propias personalidades… pero igual podrías argumentar que una persona sola puede vivir en conflicto consigo misma, y tu argumento sería tan oportuno como el mío. Los conflictos son parte de la vida, y mientras mas importante es algo para nosotros, más alta es la probabilidad de que esos conflictos existan.


Un conflicto es positivo cuando lo abordamos constructivamente, de un modo en el que reconocemos tan validas las necesidades de la otra persona, como las propias; y es constructivo también cuando la perspectiva del otro sirve para complementar mi perspectiva personal. Es decir, hacemos de un conflicto algo positivo cuando lo empleamos para sumar y no para restar o descalificar a la otra persona.

En el Buen Conflicto, todos los que participan juegan un Juego Colaborativo.

Un conflicto es negativo cuando lo abordamos destructivamente. Contrario a la situación anterior, habrá quien busque imponer sus necesidades y puntos de vista sobre las necesidades y perspectivas de alguien más. Aquí no hay complemento, sino descalificación, y en vez de contribuir a que la relación se desarrolle, lo que desarrollamos son heridas nuevas... probablemente sobre las heridas viejas.

En este caso, el conflicto es un Juego Competitivo, donde obligatoriamente alguien gana y alguien pierde.

Con lo anterior, si necesitas razones para no tenerle miedo a los conflictos, considera nada más que no son inherentemente tan malos o buenos; el chiste es el abordaje con el que eliges aproximarte a ellos. ¿Te impones, cedes o negocias?

Ah, pero es que somos tan distintos...¡! Por supuesto.

Lo que el hombre de nuestro ejemplo tampoco estaba considerando, es que dos personas cualesquiera son tan distintas como similares, con aspectos en sus estilos particulares de vida o de personalidad que tanto pueden aproximarles, como distanciarles. Esto no debiera extrañar a nadie.

Digámoslo así: el pegamento que ayuda a la consolidación de una relación, es la identificación. Y esta #identificación se da cuando alguien se conoce a si misma o a si mismo lo suficiente, como para poder ubicar las similitudes que comparte con los demás (alteridad), y las diferencias que le distinguen de las otras personas (otredad).

Y efectivamente. Yo me siento identificado contigo por todo eso que nos asemeja y por lo que nos distingue, porque nuestras semejanzas me reafirman, y nuestras diferencias me complementan. Y ambos aspectos son una fuente de recursos al interior de una relación... de amigos, de familia o de pareja.

Gracias a que la otra persona es distinta a ti, cuentas con perspectivas y fortalezas que no formaban parte originalmente de tu experiencia de vida, pero gracias al vinculo que compartes, esas herramientas ahora están a tu disposición: tu traes tu martillo, y la otra persona contribuye con un destornillador. Y gracias a que la otra persona también se parece a ti, pueden ponerse de acuerdo hablando un mismo lenguaje y persiguiendo objetivos similares, aunque no necesariamente los mismos.

Cuando tu comienzas a conectar con alguien, ¿qué es lo que buscas más, las diferencias o las semejanzas?; y cuando encaras un conflicto, ¿qué es lo primero de lo que echas mano, de las diferencias o de las semejanzas?

Definitivamente, hay personas que subrayan más sus diferencias con el resto de la gente, y entonces no alcanzan a conectar porque solo cultivan una identificación a medias; y lo mismo hay personas que no miran lo diferente más allá de las semejanzas, porque lo distinto les asusta, y así construyen sucesivamente tremendas relaciones de codependencia.

El buen conflicto surge cuando barajamos con equidad lo semejante y lo diferente entre nosotros, respetando y valorando aquello en lo que no somos iguales, y utilizando como punto de partida todo eso en lo que nos parecemos. ¿Captas la diferencia?, pues abrázala¡! ¿Habías considerado ya que las diferencias también nos unen?

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