El amor a uno mismo

Si bien uno de los fenómenos más interesantes en el campo de la astrofísica son los agujeros negros, ellos representan a la vez, un desafío muy importante para la ciencia porque son virtualmente invisibles; pero cómo no, si consiste en encontrar agujeros negros en la vasta negrura del espacio. Negro sobre negro, ¿así, pues cómo?

Afortunadamente, los astrofísicos son personas muy listas que han aprendido a conocerlos por el desastre que ocasionan a su alrededor, ya sabes: los cuerpos espaciales modifican su trayectoria ante la gravedad de un agujero negro y desaparecen, la luz pareciera ser devorada en la cercanía a ellos, y así. Si no pueden identificarlos directamente, siempre pueden confiar en los efectos que ocasionan con su presencia.

Y yo aquí, bien gracias... mirando hacia el cielo húmedo, nublado y sin un agujero para atisbar las estrellas. Ya no digamos, agujeros negros.

Entonces bajo la vista, y a veces me pasa que al voltear a mirarme a mi, me encuentro con algo muy similar a lo que experimentan los astrofísicos: pasa que no encuentro nada. Vamos, creo que todos hemos tenido en alguna ocasión un momento así, como yo que miro hacia mi buscando recursos, habilidades o herramienta alguna para hacerle frente a la vida, y tal cual: naaada.


A veces pasa que soy tan invisible para mí mismo como un agujero negro. ¿A ti te ha sucedido?, creo que no es algo tan raro: no siempre nos sentimos tan sólidos como quisiéramos, ni somos siempre tan resilientes o conscientes de nuestros alcances y posibilidades.

Afortunadamente uno le aprende a Stephen Hawking y sabe que no necesitas ver algo para saber que está ahí; basta con a) no entrar en pánico, y b) buscar al rededor las consecuencias que ocasiona con su presencia.

Puede que de repente me vuelva invisible y se me olvide quién soy, que mi #autoconcepto se escape de entre mis dedos y no identifique nada valioso o competitivo en mi.

La estrategia super - astrofísica es respirar profundo un par de veces o quizá tres, así yo declaro mis treguas conmigo, y voltear a mirar con atención la vida. Yo, por ejemplo: las personas que me aman y a quienes amo de vuelta, el trabajo que tengo y que me encanta, el gimnasio y lo mucho que me gusta... lo delicioso que me resulta caminar por la ciudad con sus calles mojadas, el placer de tener la posibilidad de bañarme con agua calentita... mis libros... mis ideas que en ocasiones son bastante buenas... todo eso orbita en trayectorias regulares al rededor de mi.

Son evidencias valiosas de que alguien ha tomado las suficientes decisiones correctas, porque sucede que si ese alguien no supiera elegir lo más correcto para si, entonces muy probablemente el o ella no estarían aquí. Es simple, darwinismo para principiantes.

Siempre están esas evidencias de lo que hay de positivo en tu vida, para recordarte quién eres, quién has sido y quién puedes ser si lo deseas, en serio: ¿qué evidencias te hablan de quién eres y de cuanto has logrado y eres capaz de lograr?, tal vez la familia que tienes, o tu trabajo, tu perro o lo que sea que atesores como algo valioso.

No podemos esperar tenernos en la mira las 24 / 7, sin caer alguna vez en el descuido de nulificarnos o descalificarnos a nosotras o nosotros mismos; lo mismo, tampoco podemos esperar amar quienes somos en cada minucioso instante y momento... pero si descubres que te vas volviendo invisible y que no te estás amando lo suficiente para hacerle frente a la vida, entonces detente a contemplar el horizonte de tus eventos. Busca tus evidencias.

Amarse a uno mismo puede trabajarse de muchas maneras; yo te comparto la que mejor me funciona: auto - reconocerme.

Reconoce... te a ti que lo que va de tu vida, lo has hecho muy bien, de algún modo. No importa si no entiendes cómo ha sido ni en qué has acertado, o incluso si la que tienes no es una vida perfecta, eso déjalo para después. Por ahora, reconócete lo genial que eres y agradece... te la vida que tienes, que probablemente nadie te la ha regalado.

Contempla las evidencias de tu vida, reconócete y permítete sentir gratitud por la vida que te has dado. No ha sido sencillo llegar al momento en que te encuentras, regálate una sonrisa de gratitud y procede a rodear tu propio torso con los dos brazos para apretarte fuerte, bien fuerte. Hazlo... vamos, abrázate...

...abrázate, vamos; con confianza.

Felicidades¡!, las evidencias a tu alrededor afirman que tu también eres una persona fenomenal, inmersa una vida grandiosa. Cuida de recordarlo cada vez que se te olvide.

No hay comentarios.:

Me interesa conocer tu opinión, escríbela y te responderé en breve: