Atención¡!

Mi abuela decía que recordar es volver a vivir, y no cabe duda de la verdad que hay en esa afirmación... por eso hoy en día la industria de la nostalgia es tan tremendamente rentable.

Y es que esto de la memoria es una cosa muy curiosa que a muchas personas les preocupa, porque sentimos que es un indicador de que vamos envejeciendo. Pero no es tan exactamente casi, por ejemplo, si eres de esas personas que afirman tener problemas para recordar eventos, datos o rostros, estoy casi seguro de que tu problema no es de memoria, sino de atención.

Dime tu. En estos tiempos ruidosos, nuestros sentidos son tan abrumadoramente bombardeados por tantos estímulos olfativos, sociales, visuales y auditivos, que hacen virtualmente imposible concentrarse en algo específico. A esto, agrégale el modo en que se nos ha inculcado valorar la cultura "multitask", que más que entrenarnos para mantener en foco nuestra atención, pareciera habituarnos a desparramarlo en todo lo estimulante a nuestro derredor y en nada interesante en particular.

Digamos que la atención es un proceso previo a la memoria, que sirve para capturar con nuestros sentidos los acontecimientos que pretendemos almacenar, y gracias a alguna o varias emociones pertinentes, estos acontecimientos pasan a incorporarse a nuestro acervo de recuerdos: nuestra historia. Y si algo no recibe nuestra atención plena, o si no nos es emocionalmente significativo, no lo vamos a recordar... porque probablemente jamás pasó por nuestra memoria.


Por eso es importante divorciarnos un poco del hábito "multitask" que no le es natural a nuestra neurología, y entrenarnos un poquito en prestar atención específica, voluntaria y sostenida.

¿Cómo estás?, ¿qué estás haciendo? ¿De qué lado de tu nariz estas respirando en este momento, que tan profundas son esas respiraciones que haces ahorita?, ¿te estás prestando atención?, ¿estás en la postura más cómoda que podrías adoptar?, ¿que tal está la distancia de esta pantalla frente a tus ojos; te conviene alejarla un poco?, ¿aproximarla tal vez?

Otro problema al momento de prestar atención, es lo vertiginoso de nuestras actividades: no hemos terminado de hacer esto, cuando ya nos preocupa comenzar aquello... y al final no estamos del todo aquí pero tampoco allá; y cuando llegamos allí, no recordamos si terminamos nuestros pendientes cuando estábamos acullá.

¿Si cerraste la puerta bien cuando saliste casa?, revisa nada mas que efectivamente traigas las llaves del carro... no vaiga’ a ser.

Nuestra sociedad aprecia mucho el valor del entretenimiento, y en todos los espacios hay esperándote el esfuerzo sostenido de brindarte distracciones; dentro de un consenso general que entiende la distracción como un sucedáneo de la felicidad. Pero a la postre, lo que ésta cultura de la distracción promueve es la ansiedad y la incapacidad de mantenernos concentradAs y concentradOs.

Y no asumamos un rol de víctimas tampoco, que nosotros igualmente consumimos y propiciamos esta misma cultura de la distracción porque nos da pánico sentirnos aburridos.

Prueba un día darte permiso de desacelerar y conectar a través de tus sentidos con aquello que estás haciendo: en la comida, por ejemplo. Detente a diferenciar los sabores y la textura de eso que te llevas a la boca, mastícalo despacio dejando que su esencia suba hacia tu olfato. Acompaña con tu atención al alimento a lo largo del recorrido que hace hacia tu estómago. ¿Que tal si lo comes con palillos, facilitándote recordar saborear tus alimentos con calma?

Realiza alguna de tus actividades con total atención al menos una vez cada día y descubrirás que te van a suceder cosas... como por ejemplo, que se reducirá tu estrés, disfrutarás más tus actividades y tu memoria irá mejorando progresivamente. Con el tiempo, cultivando el hábito de prestar atención, sentirás que los días duran lo que deben de durar: ni tan lento que te aburran, ni tan rápido que te ocasionen ansiedad.

Para saber más, checa en Google el concepto de minfulness o Atención Plena y te garantizo que encontrarás algo muy interesante.