Inteligencia emocional para ellas y ellos

En este carnaval al que llamamos vida, hay quienes salen a buscar a su gente cuando se sienten felices, y también hay los que rehuyen de los demás cuando se sienten tristes. Algunas personas no marcan límites sino hasta que el enfado las motiva a hacerlo, y otras corren despavoridas en dirección opuesta de la que se les apareció el miedo.

Pero existen casos, en los que alguien derrama lágrimas cuando está triste, lo mismo que cuando está asustado o enojado, cuando se siente sorprendido, alegre, emocionado o con indigestión estomacal. Hay quienes dan gritos en todo caso...

Hablando para no variar, de Inteligencia Emocional, es útil saber que cada emoción nos moviliza en una dirección especifica, hacia la que hay que dirigir nuestras decisiones y acciones con la meta de resolver lo que sentimos.

Pero si fuera sencillo, cualquiera lo haría.

El reto es a) identificar qué emoción tenemos y b) inventarnos una forma correspondiente para resolverla. Y si sentimos muchas emociones, cada cual necesitara un poquito independiente de nuestra atención creativa para resolverse.


Llamémosle Analfabeta Emocional a la persona que por falta de una educación suficiente en esta materia, vive sin tener la menor idea de lo que siente o necesita. Es el tipo de persona que para todo grita, o llora, o lo que sea: exactamente la misma respuesta emocional, independientemente de la emoción que experimente.

El analfabetismo emocional nos conduce a hombres y mujeres, a patrones repetitivos con los cuales se pretende resolver las emociones... sin demasiado éxito.

A ellos se les enseña dentro de la Educación Tradicional, a competir, someter al otro y ser líderes y ganadores. Cuando en su desarrollo sienten agobio, ansiedad, miedo, tristeza o alguna otra de esas emociones incómodas, sin la inteligencia emocional suficiente, buscarán satisfacerse a través de la competencia y el reconocimiento social.

A ellas, desde la misma educación conservadora, se las enseña a aguantarse las ganas, a no levantar demasiado la voz “porque son unas señoritas”, y a no expresar sus necesidades. Cuando a su vez, ellas experimentan emociones incómodas y carecen de la educación para gestionarlas, van a procurar silenciarlas y distraerse de ellas.

Este tipo de educación genera analfabetas emocionales que no buscan gestionar lo que sienten de manera constructiva; su prioridad es contener las emociones. De alguna manera, interpretan la ira, el miedo o la tristeza y sus derivados como situaciones adversas, en lugar de entenderlas como una genuina fuente de recursos: motivación, bienestar, involucramiento, aprendizaje, sentido...

Pausa. Sabemos que hay montones de hombres que tienen hábitos alimenticios tan desorganizados que ponen en riesgo su salud, y lo mismo podríamos decir de mujeres que sostienen actividades sexuales de moderado o alto riesgo.

...es un patrón sostenido, en el contexto del analfabetismo emocional, cuando ellos le apuestan a manejar sus emociones mediante medios externos, que pueden involucrar actividades sexuales que a corto plazo los estabilizan, pero a mediano plazo incrementan la insatisfacción emocional. Así, hay hombres que buscan el sexo porque están tristes, se sienten solos o enojados, están contentos o secuestrados por el miedo. Y a veces, ellos buscaran tener sexo también porque están calientes. Cosas De Chicos.

...ellas por su parte, en ausencia de una buena inteligencia emocional, encontrarán en el autocontrol desmedido, la manera de silenciar sus emociones. Los trastornos alimenticios suelen ser consecuencia de esta estrategia: anorexia, bulimia, ortorexia, vomiting y etcétera; por supuesto que en este escenario pueden manifestarse problemas de obesidad. La alimentación se vuelve una manera de contención y a veces de autocastigo para refrenar los impulsos emocionales. Cosas De Chicas.

Si me lo preguntas, el principal problema de esta forma de mal - resolver las emociones, es el sabotaje en el disfrute de dos poderosos placeres de la vida: comer y coger...

Bueno, este... hacer el amor.

No es raro que alguien platique que "después del sexo se está sintiendo más vacío que al principio", o que "en vez de disfrutar la comida, se siente arrepentida y culpable". La razón es que el enojo, la soledad o lo que fuera que sintieran de inicio, no solo no se resolvió mediante el erotismo o la comida, sino que además ha dejando a la persona o el persono, con una dosis añadida de frustración.

¿Algo de esto te suena familiar?, ¿conoces al primo de un amigo al que le pasa algo así?

Lo que hay que hacer para comenzar a entrenarse en habilidades emocionales, es detenerse a darle un nombre a lo que estás sintiendo. Si necesitas inventarte la etiqueta con la que vas identificar esa emoción, permítetelo: hay emociones cálidas y emociones templadas, las hay ácidas, amargas e insípidas, emociones suaves y punzantes, áridas y refrescantes... así irás conociendo qué situaciones te despiertan cuáles emociones.

Lo que sigue es detenerte a reconocer lo que realmente necesitas desde esa emoción; a veces hará falta que alguien te apoye con esa necesidad emocional, y en otras ocasiones, bastará con tus propios esfuerzos y tu creatividad para resolverte. Quizá necesites desde tu enojo ponerle límites a alguien, o puede que te haga falta hacerle frente a tu miedo, o aislarte de todos para conectar con tus nostalgia.

Dale un nombre a tus emociones. Identifica la necesidad de cada una de ellas. Asume tu responsabilidad de darte el tiempo y el espacio para llevar a cabo la acción necesaria. Esa es la ruta para no ser un o una analfabeta emocional.

Progresivamente irás descubriendo la gran ventaja que tiene hacerte cargo de lo que sientes y necesitas.

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