¿Tartamudeas por ansiedad?

Algunas personas tartamudean cuando hablan, y hay otras a las que se les lengua la traba de vez en cuando; algunas más, al expresarse arrastran las palabras haciendo gala de una dicción espantosa, y también hay quienes de plano, mejor se ponen en modo "mute" y en vez de hablar, no dicen nada.

En ocasiones, estas situaciones pueden deberse a un daño neurológico ubicado en la Corteza cerebral de la gente, dentro de las regiones asociadas o con las funciones motrices del habla, o con las relevantes para la formación de conceptos... pero si estos accidentes al expresarse, tipo disritmias y tropiezos, se dan particularmente en situaciones de estrés elevado, puede que la cosa sea más psicológica o emocional, que neurológica.

O puede que la circunstancia psicológica / emocional agrave una condición psiquiátrica como el Síndrome de Tourette, que puede ser controlable con medicamento, salvo en presencia de la maligna ansiedad.

Y es que las habilidades para comunicarnos son el fundamento de nuestras relaciones con los demás, y si nuestra forma de hablar es accidentada, se van a afectar algunas de nuestras interacciones al relacionarnos, y aquí aparece un círculo vicioso: si mis problemas al hablar se disparan con la ansiedad emocional, y la ansiedad se dispara cuando me siento ridículo por tartamudear, entonces esa ansiedad va a generar mayores problemas al hablar que van a ocasionar una mayor ansiedad… y así al infinito.


Frecuentemente, este tipo de problemas al comunicarnos no limitan la vida de las personas, como para Jorge VI de Inglaterra, que hasta película tuvo. Uno puede ser cantante como Marc Anthony, o diva sensual al estilo Marilyn Monroe; puedes ser Mufasa o Darth Vader si quieres, como James Earl Jones, o actriz como Nicole Kidman... porque en efecto, todos ellos tartamudeaban en algún momento. Lo mismo Bruce Willis, por ejemplo, y Tiger Woods, Emily Blunt, Samuel L. Jackson o... Porky.

La cosa es abordar la circunstancia al estilo de Stallone, quien si bien no tartamudeaba, tenía de hecho una manera muy, pero muy curiosa de hablar. Stallone quería ser famoso, incluso por encima de la timidez generada por esa mitad de su cara paralizada por un error médico; él quería ser famoso, así que se enfrentó a desafíos que le obligaron a ser mucho más que un mal actor con problemas al hablar.

Hoy en día es un mal actor millonario; cosa que efectivamente, no cualquiera logra.

Cuando la tartamudez es psicógena, probablemente relacionada con la ansiedad y el estrés, aprender a gestionar nuestras emociones puede ser la clave para superarlo.

Personalmente, yo no tartamudeo, pero si arrastro las palabras y tengo lapsus liguae al estilo de Peña Nieto cuando me siento sobrepasado por la inseguridad o el estrés. Si yo tartamudeara, el tartamudeo se me dispararía de igual modo en momentos así. Todo tiene que ver con mi sistema límbico en general y con mi #amígdala en particular.

Por una parte, consideremos que tengo una corteza prefrontal que guarda la memoria de lo que voy haciendo en este momento; ella se encarga de que cuando estoy hablando, por ejemplo, no se me vaya el avión y pierda la idea de lo que estaba diciendo. Igual cuida de la continuidad de las cosas que hago, como manejar un auto, entrenar en el gym o caminar y masticar chicle simultáneamente.

Por otra parte, tengo un sistema límbico que desde mi amígdala, genera las emociones que corresponden a mis experiencias cotidianas: ira, miedo, tristeza, por decir algunas. Y puede suceder que mi amígdala se emocione tanto, que por ejemplo del miedo, en vez de producir un pequeño sustito, me ocasione un pánico que me deje pariendo chayotes..

Volvamos a la Corteza prefrontal que guarda la memoria de lo que voy haciendo... y que además se encarga de gestionar las emociones que vienen desde la amígdala, ¿lo había mencionado?

Si me encuentro haciendo alguna tarea, por simple que esta sea, pero llega en ese momento un torrente de emociones desde mi sistema límbico, mi corteza prefrontal me va a botar la chamba como becario con prepa trunca, y se va a dedicar a gestionar la emoción entrante y procurar contenerla. A veces sin mucho éxito.

Es entonces cuando yo cometo errores muy elementales y hasta estúpidos, porque mi cerebro dejó de darle continuidad lógica y consciente a la tarea que venía desarrollando... insisto, aún por elemental que esta sea, incluso hablar.

Así, si hablar con alguien me hace sentir nervioso, o si hablar en público me ocasiona pánico, mi  enemígdala... digo, amígdala, va a generar una carga tal de emociones dominantes gracias a las que que yo voy a terminar tartamudeando, arrastrando las palabras, olvidando qué estaba diciendo o haciéndome pipí en los pantalones.

Y como eso a su vez me va a dar más nervios, entonces vendrá de mi Sistema Límbico una nueva carga de emociones abrumadoras que van a sumarse a la anterior, o a las anteriores, neutralizandome completamente en esta circunstancia social.

Entonces consolidaré además un aprendizaje de que yo lo paso muy mal en este tipo de escenarios, y a la próxima voy a llegar con todavía mayor predisposición a tener #miedo para hablar en público.

La solución es confiar en otros atributos con los que uno cuenta. Por ejemplo, si eres Nicole Kidman, quizá tartamudeés, pero al menos eres bonita; o si eres Samuel L. Jackson, pues muy tartamudo, pero eres director de S.H.I.E.L.D. y amigo de IronMan, por lo que difícilmente alguien va a meterse contigo.

Ahora que si no eres bonito o super agente ultrasecreto, puede que tu mejor opción sea aprender a gestionar el estrés y la ansiedad. Investiga en Google o con un especialista algunas técnicas para manejar fisicamente el estrés, como estrategias de respiración y relajación. Es muy útil hacer algunas respiraciones profundas que relajen tu cuerpo antes de empezar a hablar.

En mi trabajo como psicólogo, frecuentemente necesito hablar en público o frente a una cámara, y yo siempre me pongo nervioso en circunstancias así. En la última década me ha estado funcionando checar a dónde van mis pensamientos y qué tipo de emociones alimento con ellas: pensamientos de zozobra como que habré de equivocarme y hacer el ridículo, o pensamientos de seguridad como los temas de los que hablaré, y así.

Y si poner mi atención en lo constructivo no me funciona, entonces aviso que estoy nervioso: "...y les pido su comprensión y paciencia, porque a veces me trabo de los nervios y me pongo colorado como jitomate", y como bajo advertencia no hay engaño, ya no me preocupa que súbitamente mi amígdala hiperactiva me juegue chueco mediante un secuestro emocional.

A vuelo de pájaro:

  • Cultiva diariamente estrategias de #relajación para entrenarte en técnicas para el manejo del estrés. 
  • Identifica las fortalezas con las que puedes fortalecer tu seguridad, como tu sentido del humor, tu manejo de los temas, tu apariencia o etcétera.
  • Monitorea tu ansiedad y el ritmo de tu comunicación, y si empiezas a tropezar, deja de presionarte: haz una pausa, bebe de una botella de agua que tengas a la mano para darte tiempo de restablecerte, o neta, empieza a habla más despacito (aunque luego ye digan que hablas como AMLO).
  • Entrénate para hablar: grábate o atrévete a abrir tu canal de youTube y de ese modo desarrolla esas habilidades que van a ser más sólidas que tu problema de comunicación... encárgate de que deje de ser un problema.

Demuéstrale a tu amígdala quien manda y exprésate, que de nada sirve que seas una persona padrísima, si te da miedo compartirte con los demás. El mundo está a la espera de conocerte, no nos dejes esperando.

No hay comentarios.:

Me interesa conocer tu opinión, escríbela y te responderé en breve: