Identidad de Tribu

En la Tribu del Oso Cavernario siempre podían surgir conflictos, ya que tenías a casi una decena de familias conviviendo en un mismo espacio, y en cada ocasión en la que tenían que mudarse debido a un derrumbe, una plaga, un terremoto, el ataque de depredadores que se merendaban a los miembros de la tribu, o simplemente porque la tribu había crecido, surgían nuevamente las disputas para decidir el espacio que cada familia ocuparía en la nueva caverna, y de ahí se redistribuían los roles a cumplir dentro de la tribu, la distribución de alimentos y etcétera. Sin embargo, al final cada habitante de la caverna reconocía en los demás a los miembros de su propia tribu y la armonía regresaba pacíficamente.

Saber quiénes son parecidos a ti y pertenecen a tu misma tribu es “identidad”: la capacidad de mirar un reflejo de ti en cada gente.

Pero llegó un día en el que, de cambiarse de una caverna vieja a una más nueva, la Tribu del Oso Cavernario conoció a la Tribu del León Cavernario. Unos y otros se miraron con rechazo porque cada cual representaba una amenaza para el otro, pues no conocían ni los modos e intenciones de la otra tribu, ni sabían si los recursos eran suficientes para ambas comunidades; pero si ubicaban lo llamativo que era para los depredadores, tener a mucha gente reunida en un mismo lugar. Entonces surgieron las hostilidades hacia esa tribu nueva, y el tótem del León Cavernario y todo lo que tuviera que ver con esa gente, se convirtió en un tabú proscrito.

Saber quiénes son distintos a ti y pertenecen a una tribu ajena, también es “identidad”: la capacidad de diferenciarte a ti del resto de la gente.

Hasta el momento en el que la tribu del León Cavernario apareció en sus vidas, la Tribu del Oso Cavernario no había tenido mayor necesidad de diferenciarse de los demás. Si bien había quienes eran de una familia y quienes de otra, al final del día todos eran hijos del Gran Oso Cavernario, y bajo el símbolo de este poderoso tótem, todos eran uno y lo mismo; no necesitaban pertenencias personales, y la identidad del “nosotros” era mucho más relevante y práctica, que la solitaria identidad de un “yo”.

Finalmente, Osos Cavernarios y Leones Cavernarios se instalaron en el vecindario, juntos pero no revueltos. Sin embargo la cercanía entre ambas, reforzó las diferencias entre las dos tribus, donde cada cual observaba lo que la otra hacía, y así mismo, cada cual hacer justo lo contrario para continuar diferenciándose: si los Leones sembraban hortalizas, los Osos cortaban frutos de los árboles afirmando que “sembrar hortalizas sería comer los frutos impuros del infamundo”, y si los Osos veneraban a una Diosa Madre, los Leones venerarían a un Dios Creador porque “las Diosas Madre son demonios disfrazados para engañar a los ingenuos”. 

Y así, ambas tribus resaltarían progresivamente sus mutuas diferencias para distinguirse, y en la medida en la que se sentían diferentes a los otros, al mismo tiempo, se sentían más similares a los integrantes de su mismo clan. Simultáneamente, para darle estructura a estas identidades en formación, las de semejanzas y las de diferencias, envolvieron sus creencias con intrincados simbolismos que a la larga conformaron una mitología. 

De ese modo, Leones Cavernarios y Osos Cavernarios construyeron hábitos, prácticas y rituales que representaran en su cotidianidad concreta los elementos de su mitología tribal; por eso, gracias al conocimiento de la existencia de la tribu vecina, cada cual adoró a dioses diferentes, y contaron historias diferentes al calor de las hogueras en su caverna.

Toda identidad, ya sea por semejanzas o por diferencias, termina desarrollando una mitología que crea tribu y demanda ser expresada en rituales cotidianos, algunos son rituales simples como tomarse un café por la mañana, y a veces son rituales complejos como mismamente, una ceremonia del té.

Naturalmente, en la Tribu del Oso Cavernario continuaron habiendo disputas y querellas, y los jefes de la tribu idearon ahora una manera muy eficiente de agilizar los regresos a la calma: exacerbar el antagonismo con la Tribu del León Cavernario. Así, surgieron consignas como: “no somos llorones como los leones”, o “si fuéramos salvajes como la Tribu del León Cavernario, estaría bien que siguiéramos peleando”, y etcétera.

Para este momento, la tribu ya había descubierto que con el fin de reafirmar la identidad de semejanzas, basta con exacerbar la identidad de diferencias; y así fue como nacieron los discursos de odio. El costo que debieron pagar en la caverna del Gran Oso por alimentar la diferencia y el odio, fue que los integrantes de la tribu que originalmente poseían una identidad en común, empezaron a diferenciarse entre sí, al según de quienes eran mejores representantes del Oso y quienes parecían mostrar rasgos del despreciable León Cavernario. 

Conceptualmente, Oso y León fueron dos extremos de una misma continuidad a lo largo de la cual se fue acomodando la gente de ambas tribus, donde unos eran plenos representantes de una y otros lo eran para la otra; algunos presentaban características equitativas de ambas tribus, y otros poco más de alguna o de la otra. Con tantos gradientes diferenciando a esta gente entre sí, necesitaron diferenciarse individualmente, y entonces el “yo” empezó a volverse más necesario que el “nosotros” y surgieron nuevas fuentes de conflicto, como el hurto y la protección de las pertenencias personales que a partir de ahora, le serían propias a algún miembro de la tribu.

Entonces sucedió que algunas familias ya no se sentían representadas por ninguna de las dos tribus y se fueron lejos, a hacer sus propia tribus; en tanto, los jefes del Oso Cavernario o del León Cavernario, espantados por la creciente tendencia hacia la emancipación pretendieron enfatizar sus diferencias con la gente de la tribu contraria para generar una mayor pertenencia y apego, pero consiguieron justo el resultado opuesto.

Y llegó el día en que surgió una Tribu de la Caverna, constituida por antiguos integrantes de la tribu del Oso y la tribu del León, que habían perdido tantos miembros, que ya eran tribus más vulnerables,  y tuvieron que transformarse y unirse entre sí, porque en el vecindario habían surgido demasiadas tribus diferentes luchando por los recursos.

Es así como se ha conformado la identidad dentro de nuestra psique, y del cómo dentro de nosotros que ya no vivimos en cavernas, todavía anhelamos pertenecer a una tribu. Pero en la actualidad las tribus son cada vez más pequeñas y seguimos construyendo nuestras identidades a través de las diferencias, mientras condenamos las costumbres y creencias de los otros. Al final, vivimos en tribus de un solo miembro sin totem, mitología, ni caverna, y sintiéndonos en aislamiento, tremendamente solas y solos, vulnerables.

¿Qué pensaría el Gran Oso Cavernario de esto que le hicimos a la tribu?

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