Mujeres sin voz

 ¿Si los hombres y las mujeres tienen el mismo nivel de intelecto, porque en la historia de la humanidad, no ha habido una Leonora da Vinci, una Galilea Galilei o una Joana S. Bach? Virginia Woolf tiene la respuesta al presentarnos a Judith Shakespeare, la hermana ficticia del famoso William. 

En “Una habitación propia”, la autora aborda en concreto, la cuestión de por qué no ha habido una mujer Shakespeare, preguntando si esta hipotética Judith, la hermana con igual talento que William, podría haber alcanzado la misma altura que su hermano, en aquellas mismas condiciones socio - culturales de comienzos de la Inglaterra moderna. 

La biografía que construye para Judith, deja claro que la respuesta debe ser rotundamente “no”, no podría haber habido una mujer Shakespeare. 

A diferencia de William, a Judith nunca la enviaron a la escuela. Ella efectivamente aprendería a leer, pero si su madre la descubre con un libro, la reprende por desatender sus tareas domésticas. Cuando cumple diecisiete años, sus padres deciden que es hora de buscarle un marido y la prometen a un mercader de lanas de la vecindad. 

Horrorizada ante la perspectiva de casarse, Judith ficticia huye a Londres para buscarse la vida en el teatro. Pero el teatro isabelino por edicto, no contrata a mujeres, y la ciudad es un lugar bien peligroso para una chica joven y sola. Al final, Judith Shakespeare encuentra a un mecenas, pero predeciblemente, el apoyo que él le brinda tiene un precio. 

Soltera y embarazada la Judith que jamás llegó a ser, se quita la vida.

Evidentemente, esta habría sido igualmente, la biografía de Galilea Galilei o de Teresa Alva Edison. Los roles de género que se le imponen a las mujeres, con frecuencia no dejan espacio para que puedan desarrollar otros intereses prácticos ajenos a su papel social estereotipado. Y es probable que al hacer referencia a personas y personajes del siglo XIX y anteriores, cualquiera se vaya con la finta de que hoy en día las cosas son diferentes. 

No exactamente. 

En las ciudades multiculturales actuales como Nueva York, Madrid o Ciudad de México, el rol de las mujeres es mucho más flexible para que ellas puedan en lo general, realizarse según sus intereses individuales; pero ¿verdaderamente hay mayor flexibilidad, o simplemente se ha rediseñado para ellas un nuevo papel, en la nueva sociedad, igual de rígido y estereotipado, pero congruentes con las necesidades sociales del siglo XX y XXI?

La mujer moderna “debe de ser” profesionista y exitosa, admirable si es emprendedora, y naturalmente, destacada cuando encuentra la armonía entre su carrera y su maternidad; porque a una le puede faltar su realización profesional, pero nunca su realización como madre. 

Nuestra sociedad aplaude esta búsqueda por la realización profesional, pero le resulta raro e incluso reprobable, que las mujeres se dediquen a ciertos oficios, tales como ser taxista, sacerdota, o taquera, ¿cuantas mujeres conoces a las que les pidas “3 de pastor con todo”?

Desde los años 60 hemos cultivado una apreciación por la familia, institución a la que hemos idealizado y decorado en nuestro imaginario con glitter, colores pastel y música de arpas; sin embargo, la responsabilidad de mantener la estampa familiar impecable, difícilmente recae con equidad entre hombres y mujeres,  por qué todavía a inicios de este siglo, aún afirmamos que “la mujer es el pilar de su casa”. 

La mujer actual, todavía me encuentra que sus opiniones fuera del escenario familiar, no son tomadas en serio, y por eso tiene dificultades al escalar una trayectoria política o lograr puestos directivos en una empresa importante. Todavía es sexualizada, imponiéndosele utilizar su cuerpo y su apariencia como moneda de cambio para pagar peaje en el escalafón social.  

Las circunstancias que impiden que surja una Alberta Einstein en la sociedad cosmopolita actual son, sin duda, muchas más que las que caben en dos o tres párrafos. Pero hablamos de sociedades enriquecidas por su intercambio interscultural con otros países y movimientos culturales, ¿que sucede en México, al interior de la República, en una población enclavada en la sierra, donde la estructura idiosincrática no es demasiado distinta a de comienzos de la Inglaterra moderna?

Son más, muchas más las mujeres tratando de alcanzar su máximo potencial personal en poblaciones ajenas al intercambio cultural al que nos hemos acostumbrado en las grandes ciudades; y aún en estas grandes ciudades, las mujeres encuentran techos de cristal, menosprecio a sus opiniones, cosificación y otras muy diversas manifestaciones de violencia permanente y opresión sutil. 

Existen muchos más hombres destacando en el devenir histórico de la humanidad porque a las mujeres no se les da voz o se las excluye de los recursos culturales de su sociedad, impidiendo nutrir sus intelectos, o desarrollarlos para participar de nuestra evolución cultural. Mujer es la que aparece desnuda en un cuadro del artista, donde el artista es hombre, y la mujer un objeto de arte, no el sujeto creador del arte... de la ciencia... de la tecnología...

Por supuesto que hay distinciones, porque la expectativa y obligación social hacia una mujer en un nivel sociocultural acomodado, es distinta a la que se espera de otra mujer en un contexto menos privilegiado. La misma Virginia Woolf se desarrolló en una familia pudiente, pero lo mismo ella, debió empujar los muros a su alrededor, para conseguir la suficiente auto expresión de su potencial personal. 

En “Una habitación propia”, a las mujeres a las que se les obligó a ser más mujer que persona, a mantenerse invisibles e irrelevantes para el devenir cultural de su momento histórico, a todas ellas de alguna manera se les devuelve su voz por un instante, y puede la usen para afirmar “Mujer, hazte escuchar; y si no te escuchan grita, explota, porque es más importante tu dignidad que un cuadro o un monumento. Se incómoda; si te arrebatan tu voz, marcha, manifiéstate, vuélvete estridente hasta que tu voz te sea devuelta”.

O no. 

Yo que soy hombre, realmente no lo se; el mensaje de las mujeres sin voz está dirigido a otras mujeres que están a mi alrededor. Yo solamente pasaba, haciendo de metiche por aquí y tratando de entender. 

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