Psicología del Rebaño

Esta noche me he quedado hasta tarde discutiendo discrepancias con mi amigo Friedrich. Nunca nos hemos llevado especialmente bien, por eso, esta vez quisimos aprovechar la oportunidad para limar asperezas. 

Para empezar, Friedrich decía que hay tres tipos de hombres: el hombre superior, el último hombre u hombre del rebaño, y el esclavo; y como has de imaginarte, mi primer cuestionamiento fue si su pensamiento únicamente se centraba en los hombres. No soy quién para juzgar, porque cada quien sus gustos, pero en el s. XXI, esta tiene que ser una pregunta más que obligada.

Mi amigo, que lleva el Nietzche hasta en el carácter, concedió con algo de esfuerzo que lo mismo puede haber una mujer superior, una última mujer o mujer del rebaño, y la esclava, pero eso si, no dio su brazo a torcer cuando le invité a considerar que yo mismo me he ubicado según mi propia circunstancia, como una persona superior, una persona al último y por supuesto, también con una persona esclavizada. El decía que las personas son así, porque así les tocó, y punto. 

Tuvo paciencia para escuchar mi explicación, de cómo me parece que cuando nuestra emoción sostenida es La Satisfacción, alcanzamos una versión superior de nosotras y nosotros, pero cuando en cambio, perseguimos la cómoda Tranquilidad, nos relegamos al ultimo lugar de nuestra trascendencia personal; y finalmente, a veces también nos dejamos esclavizar por El Resentimiento como emoción dominante.

Con esto, llegamos al acuerdo entre Nietzsche y yo, de que no estábamos de acuerdo. 

Ahora que ya estoy solo pero inspirado, pues Friedrich ha retomado su sitio de vuelta al tren de Moebius dejando mi cerebro dando vueltas como balero, me gustaría invitarte reflexionar acerca de tres modalidades a través de las cuales podemos relacionarnos con nosotras y nosotros mismos, y al mismo tiempo, también con el mundo. Son tres modalidades emocionales para estar:

El yo superior. Lo primero que te preguntarás, es ¿superior a qué o quién?, se trata de ser superior a ti misma o a ti mismo. La superación personal es para Nietzsche una obligación íntima que nos conduce a la trascendencia, y aunque él lo pueda entender de un modo inter - competitivo, yo creo que es más funcional para nuestra época, considerarlo un reto intra - competitivo. 

Los valores principales que determinan el modo en que toma decisiones una Persona Superior, son la creatividad, la excelencia y el pensamiento crítico. 

Cómo lo explica en su obra “Más allá del bien y del mal”, toda persona que busca su superioridad, procura una capacidad para contener su impulsividad emocional, pero no le tiene miedo a lo que siente y puede actuar en consecuencia a sus sentimientos porque va aprendiendo a gestionar sus emociones. Es decir, derivando de “Humano, demasiado humano”, tenemos que la Persona Superior sabe prestar atención y construir nuevos aprendizajes constantemente. 

Entiende que la gratificación a largo plazo es infinitamente superior a la gratificación inmediata o instantánea, lo que permite que pueda tomar decisiones estratégicas y al mismo tiempo, ser responsable de las correspondientes consecuencias, porque mantiene una visión holística de su sitio en el universo. La persona superior asume que debe dejar una huella positiva a su paso, porque la vida es corta y somos seres efímeros, pero el mundo continúa y en esa huella que dejamos radica nuestra trascendencia. 

Tomando esta idea de “Voluntad de poder”, a las personas que se encuentran en esta modalidad emocional, les preocupa no sucumbir ante la influencia de sus propias pasiones o vicios, cultivando de este modo su poder personal. 

¿De qué se trata este poder? A quien conecta con la satisfacción consigo, le ocupa utilizar este poder para gestionar sus propios recursos, decisiones y dar forma a su vida en primera persona. Emplear su poder personal para controlar a otras personas, le parecerá absurdo, desgastante y absolutamente innecesario.

Cuando nos conectamos con el mundo y nuestra persona a través de la satisfacción y la plenitud, no tememos pasar tiempo en soledad para cultivar la introspección, que desecharemos de antemano cuando nos dejamos abordar por la Comodidad o el Resentimiento. La soledad aporta un componente tan indispensable como virtuoso: la autonomía. 

La Persona Superior desliga su valía personal de las críticas que carezcan de utilidad; le da exactamente igual si es un juicio de valor positivo o negativo. Gracias a la autonomía que cultiva, las voces a su alrededor no determinan el modo en que se relacionará consigo, pues su autoconcepto deviene principalmente de la autoconciencia sostenida en el día a día. 

El gran “pero”, reside en que no todo el tiempo podemos cultivar el suficiente nivel de plenitud y satisfacción hacia quienes somos y hacia nuestra vida, y es entonces cuando podemos pasar de esta modalidad superior, a otra que nos motive a relacionarnos distinto con el mundo. 

Cuando nos instalamos en nuestra zona de confort y no sentimos motivación para experimentar crecimiento o novedad, nos instalamos en la modalidad del rebaño, como un cordero que se mueve hacia donde la mandada indica, y anestesiados frente a los estímulos con los que la vida trata de impulsarnos. En esta modalidad no buscamos nutrimos de la Plenitud y la Satisfacción, sino de la Tranquilidad y la Comodidad. 

¿Está mal que nos permitamos conformarnos con lo que tenemos y dejemos a un lado la creatividad, la excelencia y la ambición? De ningún modo, pero en esta modalidad emocional, por falta de alimento y mantenimiento, nuestro autoconcepto corre el riesgo de erosionarse hasta, eventualmente alcanzar una magnitud de significativa de deterioro.

Friedrich subraya que el conformismo y la mediocridad se convierten en valores para la persona en el rebaño, claro, por encima de la excelencia y la creatividad o el pensamiento crítico. 

La persona que se ha sumergido en el rebaño, piensa que la vida es corta y por eso, hay que vivirla desenfrenadamente. Ya sabes: “vive deprisa, muere joven y deja un cadáver guapo”. En esta modalidad emocional, la trascendencia es absolutamente irrelevante, lo mismo que la empatía o la solidaridad, dado que al involucrarnos significativamente con otras personas, pondríamos en riesgo nuestra atesorada comodidad. 

Sumergidos en el rebaño, buscamos la satisfacción inmediata y el hedonismo estridente, buscando estímulos placenteros cada vez más estimulantes; a todo esto le llamaremos “felicidad”. Pero como se tratara de experiencias y efímeras, su virtual agotamiento nos mantendrá al filo de la ansiedad. 

Éste es el costo de sumergirnos en el baño: la ansiedad permanente. 

Niestzche coloca en esta categoría al grueso de la humanidad; pero obviamente, ya sabemos cómo es él. 

En el contexto de las relaciones interpersonales, incluso las relaciones de pareja, en tanto que la persona instalada en su yo superior ama con reciprocidad, quien se instala en el rebaño ama sin involucrarse, pero quien sea esclavizado por el Resentimiento, ama con posesividad y exigencia, porque siente que se lo merece todo.  

Nietzsche ubica dos niveles en el rebaño, “el último hombre” y “el esclavo”. 

La persona sumergida en la modalidad del esclavo, está esclavizada precisamente por sus emociones negativas, hacia las que se siente tremendamente comprometida... no para resolverlas, sino para sostenerlas impecables y relacionarse con el mundo a través de ellas. 

Desde la modalidad del esclavo, las personas nos sentimos débiles y enfermizas, intoxicadas con el veneno que una y otra vez, nos bebemos esperando que al hacerlo le cause ¿un merecido? daño a las o los demás. A ese veneno que intoxica el alma, podemos llamarle simplemente: Resentimiento. 

En la modalidad del esclavo, cultivamos un odio enconado hacia la vida porque nos sentiremos impotentes frente al mundo, que percibimos como un lugar hostil, amenazante y abrumador. Por eso, vamos a buscar consuelo en vicios más destructivos de los que procuraríamos cuando simplemente nos sumergimos en la comodidad del rebaño. 

La persona esclavizada por el resentimiento, suele evocar fuertes sentimientos de envidia que no resuelve de manera constructiva, y dirige estos sentimientos tóxicos hacia las demás personas que no sufren como él o ella lo hace. Particularmente, va a interpretar como una agresión personal, la expresión de plenitud y satisfacción que las otras personas pueden proyectar. 

Ya sabes, esas veces en que sentimos que lo hacen para humillarnos, o que están fingiendo porque no tienen la capacidad de ser personas “auténticas”; cuando en ese momento, es una o uno mismo quien ha perdido esa posibilidad.

Éste sentimiento de recibir agresiones continuas, estimula conductas de revancha y violencia física o simbólica, para recuperar lo que cree que los demás disfrutan a costa de habérselo arrebatado a él o ella… o a mi mismo, cuando igualmente sucumbo bajo el dominio de mi resentimiento.

Es por esto, que cualquier persona instalada en la modalidad “esclavo”, esté buscando o inventándose enemigos por doquier. 

Así como alguien en modalidad “superior”, puede influir en las demás personas, igualmente quien está en modalidad “esclavo”, puede ejercer una gran influencia, incluso una mayor influencia. Pero para alguien esclavizado por el resentimiento, es muy importante arrastrar a los demás hacia ese lugar emocional, para hacer del mundo algo más controlable y menos hostil para ella o para él mismo.

Por eso, embargados por el resentimiento, procuraremos hacer ver al resto de las personas que las cosas están peor que antes, que la buena voluntad no existe, que detrás de cualquier intención siempre está la pretensión de hacernos daño, y declararemos una victoria cuando consigamos contaminar a quien nos escucha con nuestro enojo o miedo. De esta manera, la modalidad “esclavo” es tremendamente infecciosa. 

Las y los esclavos suelen reunirse entre sí, promoviendo prejuicios que disfrazan de valores, pero que articulan una moralidad decadente y limitante y debilitante, que luego imponen a los demás. Quienes no adopten esta moralidad, en esencia hipócrita, serán considerados seres perversos y malignos. Cultivando esta suerte de liderazgo tóxico sobre el rebaño, las personas en modalidad “esclavo” se disfrazan de benevolentes, autoritarios, y justicieros sociales.

Su moral es tan frágil que revierte en contra de sí, utilizando una versión retorcida de cualquier discurso legítimo, para crear caos y revertir el orden social. 

Aclaman que los individuos en modalidad emocional “superior”, son soberbios y pretenden humillar al rebaño,  pero en realidad, son ellas y ellos (y a veces yo mismo cuando me les uno) quienes secretamente, creen tener la certeza de su inferioridad. 

Finalmente, es notorio que en esta modalidad, la premisa es que si yo no puedo obtener algo, entonces está mal que se tenga, y no puedo lograr algo, está mal que otros lo logren. Quienes han obtenido o poseen eso que desde mi esclavitud yo envidio, serán a mi parecer,  personas malas y merecedoras de castigo.

Tenemos entonces con pretexto de Nietzsche, tres modalidades emocionales a través de las cuales relacionarnos con la experiencia humana. En una estamos a salvo del sufrimiento, en otra el sufrimiento tiene forma de ansiedad sostenido, y en la última, el sufrimiento es un infierno constante del que la persona no puede permitirse salir porque está comprometida a resolver las emociones que le intoxican, a través del resentimiento hacia los demás.

Es necesario monitorearnos constantemente, para identificar la modalidad a través de la cual estamos viviendo en esta etapa de la vida. 

Tenemos que aceptar que cualquiera podemos entrar en la modalidad “rebaño”, o tropezarnos cayendo de lleno en la modalidad “esclavo”; y hay que identificar también en qué modalidad andan las personas a nuestro alrededor, para saber cómo relacionarnos con ellos o con ellas, y entender acaso, si lo más prudente es mantener la distancia.

De este modo hemos destrozado la Psicología del Rebaño; temo que Frederic no le guste esto, y venga a gritarme en alemán mañana por la noche. 


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