El lado oscuro del HomeOffice

Este año llegó con múltiples sorpresas para las y los ciudadanos de esta aldea global a la que llamamos mundo; y no es necesario mencionar que algunas de esas sorpresas, perfectamente hubiéramos preferido ahorrárnoslas, como los contagios, las muertes, la especulación financiera o el colapso de los mercados, por decir lo menos. Pero bien dicen que dios aprieta, pero no a orca; lo cual es genial cuando eres una ballena asesina...

...si te tocó ser homo sapiens o femme sapiens en el contexto de una sociedad capitalista marcada por estrictos estándares de productividad y libre mercado, probablemente conociste entonces, las bondades del trabajo remoto o home office. 

El home office te permite efectivamente, trabajar remotamente desde tu casa o cualquier lugar que tu elijas, ahorrándote horas y disgustos en el tráfico. Técnicamente, te permite pasar más tiempo con tu familia y te da espacio para que cultives tus propios proyectos. Incrementa tu productividad y tu satisfacción personal, te da autonomía y libertad para que generes tu propia organización, etcétera. 

Es difícil que con un panorama tan amigable, algo pudiera salir mal. Pero ¿que crees?

Eventualmente descubrimos que trabajar en el mismo sitio en el que dormimos, no era tan idílico como nos lo habían platicado. Los procesos se entremezclaron, y se volvió difícil distinguir un proceso laboral de otro personal, la jornada se expandió más allá de los horarios laborales y ya no tuvimos la posibilidad de alejarnos de las responsabilidades, porque ahora esas responsabilidades profesionales lo habían invadido todo. 

Con jornadas diarias que se dividían en trabajar y dormir, la fatiga fue incrementando y, por supuesto, la productividad disminuyendo. Las empresas generaron estrategias de mayor control para preservar la eficiencia, como exigir que las y los trabajadores tuvieran su localización siempre disponible en sus teléfonos, constantes videoconferencias para dar seguimiento a las tareas, y etcétera. De modo que el burnout no hacía más que crecer, y no había un lugar hacia dónde huir; porque encima, el mundo estaba en cuarentena. 

Y mientras las tareas laborales y personales van acumulándose y las personas reportan que jamás habían visto sus tiempos tan limitados, simultáneamente, florece una gradual sensación de soledad y aislamiento. Independientemente de nuestros grados de introversión y extroversión, cada persona necesita cultivar un suficiente sentido de pertenencia para nutrir el sentido trascendente de nuestras tareas. Y encerradas en el home office, cada persona estaba ella sola enfrentando los desafíos de su mundo inmediato. 

En otros aspectos, ese dinero en traslados que has estado ahorrándote, se manifiesta de vuelta, ahora que eres tu quien paga los insumos de tu jornada laboral: electricidad, wiFi, compra y mantenimiento del equipo necesario y los snacks que picas para matar la ansiedad. 

El consumo de alcohol, tabaco y drogas se ha disparado, según las encuestas de salud; la obesidad se ha vuelto un mayor problema y, a grandes rasgos, pareciera que el home office, más que mejorar nuestras vidas, vino a subirle dos niveles de dificultad al gameplay de nuestra existencia. 

La realidad actual del home office, se describe con sentimientos de frustración, dificultad para concentrarse, ansiedad constante que puede colapsar en depresión, agarofobia, burnout, desmotivación crónica, erosión del autoconcepto, irritabilidad, adicciones, baja autoestima y violencia. 

Esto nos lleva a dos reflexiones urgentes, si queremos sobrevivir como sociedad para la segunda década del siglo XXI. La primera es muy obvia:

Las y los profesionales que hacen trabajo remoto para sus empresas, necesitan detenerse y evaluar sus logísticas, priorizando espacios y tiempos tanto de desapego al trabajo, como de (re) apego forzoso a sus propios intereses personales suyos de cada quien.  El sentido de auto - eficiencia no se va a nutrir de los reportes entregados y las cuotas alcanzadas, sino de los proyectos personales que nutren nuestra identidad individual. 

Es imperativo reducir en medida de lo posible las tendencias al “multitasking”, que no solamente alientan la fatiga crónica, sino que distraen a la propia persona de la experiencia de sí misma, ocasionando un distanciamiento simbólico y operativo de las propias emociones, necesidades o logros. El “multitasking” es el principal responsable de la erosión del auto - concepto. 

Es importante que las empresas generen protocolos estandarizados, diseñados a favor del bienestar emocional de las y los trabajadores, desarrollando mecanismos eficientes de comunicación y facilitando herramientas para hacer tribu. De este modo, protegiendo a su talento humano, protegen directamente la productividad. 

La segunda reflexión no es tan obvia. ¿Quién en el mundo, hubiera imaginado que vivir en el mismo espacio en el que trabajas, 24 / 7 sin horarios de entrada ni de salida, sin un esquema que te permita diferenciar tus obligaciones de tus proyectos personales, en aislamiento, sin una tribu,, donde cada que te buscan es para asignarte una tarea nueva sobre las tareas que ya tienes pendientes; quién hubiera imaginado que eso reventaría a una persona, arrastrándola al burnout? 

Tan cómodo que era ir a la oficina y regresar a casa, donde sabes que está tu esposa preparando la comida, educando a las bendiciones y limpiando. Llegarás a casa y le pedirás que te lave la ropa o te planche las camisas, finalmente ella tiene “tanto tiempo libre... no hace nada más que estar en casa todo el día”, ¿que le cuesta echarte la mano un poquito?

Tu conociste el home office y sus perversiones apenas en el 2020, pero hay millones de mujeres ¿amas de casa?, que durante décadas han enfrentado este mismo aislamiento fuera de la sociedad, y burnout, erosión del auto - concepto, frustración y fatiga crónica; pero vamos asumiendo que así deben ser las cosas para ellas, en beneficio de nosotras y nosotros que nos beneficiamos silenciosamente de su explotación. 

¿Cuántas madres, esposas, novias... a veces hijas o a quien quiera que le cargamos la mano, viven sumergidas en este tipo de existencia increíblemente sofocante?, ellas no tienen “home”, solamente han tenido “office”. Ha sido normal, pero nunca fue lo correcto. ¿Qué vamos a hacer al respecto?

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