Las fiestas del Solsticio

Tú y yo no nos conocemos tanto, pero apostaría que la Navidad es importante para ti, como lo es para mi. Y en realidad no es que yo mismo sea demasiado sagaz, sino que la humanidad lleva tanto tiempo celebrando estas fiestas, que al final, las traemos tatuadas en la naturaleza misma de quienes somos.
 
Ya sabes, llega diciembre y metes a tu casa un pino que va a representar el árbol Yggdrasil de la mitología nórdica, y lo decorarás con esferas que simbolizan la fatídica manzana del Jardín del Edén; vas a dar y recibir jugosos obsequios como lo hicieran los romanos durante las Saturnales y en una de esas, hasta te sentarás en las piernas de un Santa Claus, cuya imagen diseñó CocaCola, porque hacer “merchandising” también es celebrar. 
 
Todo esto al rededor del Solsticio de Invierno, momento del año en el que los vikingos conmemoraban una vuelta más a la Rueda de la Vida; los persas honraban exactamente el 25 de diciembre el nacimiento del dios Mitra, y los egipcios celebraban el renacimiento de Osiris, exactamente el 6 de enero. En Tenochtitlán, durante el Panquetzaliztli, los mexicas agradecían con danzas y rituales el nacimiento de Huitzilopochtli, dios de la guerra y la vida. 
 
No se trata solamente de ti y de mí, la Navidad en sus múltiples manifestaciones y su permanente presencia a lo largo de geografías y momentos históricos, ha sido muy importante para la humanidad entera. No es propia de ninguna cultura en lo particular, y al mismo tiempo, le pertenece a todas las culturas en general, porque cumple una función trascendental en la relación que las personas tenemos con el mundo. 

Me explico. 

Por un momento, olvídate de medir el tiempo mediante meses o semanas, y contempla el paso del tiempo a través de las estaciones. Debido a la posición del sol en el cielo, hay tiempos en los que la vida florece y hay muchos animales para cazar, y hay muchos frutos muy sabrosos para tomar de los árboles, los ríos están llenos de peces y el clima está fenomenal. Son los tiempos de abundancia. 
 
Pero progresivamente, la abundancia empieza a dar paso a la sequía y tras la sequía llega el hambre y el frío. Parece que el ciclo de las estaciones llevan al mundo a morir una y otra vez, y donde antes habían terrenos de caza y árboles frutales, ahora tal vez haya nieve o simplemente tierras yermas, gélidas y sin alimento. Las bestias fuera de la tribu ahora tienen hambre, y ahora tú eres la presa. La noche se vuelve oscura y llena de horrores. 

Podemos decir que cada vuelta de la Rueda de la Vida contiene estaciones de esperanza primaveral, felicidad veraniega, desapego otoñal e incertidumbre invernal; para los antiguos pueblos, el invierno era la temporada donde los más viejos, los más jóvenes, los más débiles y los enfermos, eran los primeros en morir; y eso marcaba noches largas de mucho dolor. 
 
Entonces, los seres humanos decidieron empezar el invierno con una celebración, adelantando la esperanza que sabían que llegaría más tarde, con la primavera. Un poco, se trataba de un contrato con los dioses para homenajearlos a cambio de que ellos no fueran demasiado crueles esta temporada, y otro poco, era unir a la tribu en una misma sintonía emocional mediante rituales, celebración, fe y agradecimiento. Así nacieron las múltiples navidades que hicieron presencia en cada cultura que tuvo que afrontar las inclemencias propias el Solsticio de Invierno. 
 
Y por esto, desde sus múltiples orígenes, la navidad también es diversidad. 
 
Celebrar las fiestas del solsticio siempre le ha funcionado a la gente, por qué han permitido mirar el mundo invernal con sus carencias y pérdidas, desde una óptica de esperanza y unidad. Celebrar la Navidad es retomar el aplomo para afrontar lo que venga, y es también hacer tribu, porque no hay persona que celebre ella sola. 
 
Imagina una cazadora que no alcanzó a regresar a la caverna antes de qué empezara la ventisca, y tuvo que encontrar un lugar donde guarecerse hasta que la tormenta amaine. Ella sabe que en estos momentos, en la tribu probablemente están celebrando ya los ritos del solsticio, y quisiera estar ahí, pero no puede. Entonces ella en su refugio, llevará a cabo los rituales que sabe que su tribu está realizando, y de esa manera sentirá que está con ellos, y lo mismo, sentirá que su tribu está ahí con ella. 
 
Compartiendo con su tribu la magia simbólica de las fiestas del solsticio, la cazadora renovará su entereza y voluntad, lo suficiente para esperar el final de la tormenta. 
 
La sabiduría antigua, entendía que no podemos controlar el curso de las tempestades o extraer alimentos de donde no los hay, pero si podemos tener control sobre la manera en la que hacemos frente a estas dificultades. Hemos ido incorporando rituales y celebraciones que nos recuerdan de mil y un maneras que “esto también pasará”, y que la única tarea en la que debemos enfocarnos, es mantener la actitud correcta para esperar juntos el final de la tormenta. 
 
Celebrar las fiestas del Solsticio de Invierno, es permitirnos una pausa emocional para elegir la actitud más adecuada con la que resolveremos lo que esté por llegar, elegir el cómo y también el con quién, porque, recordémoslo siempre, que el espíritu de estas fiestas reside en hacer tribu. Así lo fue hace miles de años y así sigue siéndolo ahora. 
 
Te invito a reflexionar acerca del cómo necesitas que la Navidad se materialice en tu vida; a diseñar una fiesta a la medida, con los elementos que simbolicen para ti la sanación, la unión, la esperanza y la gratitud por lo recibido en las temporadas de abundancia. Es verdad que las dificultades continuarán estando ahí afuera, que la ventisca seguirá soplando y que habrán todavía más tormentas por venir; pero al elegir celebrar de manera consciente, te haces cargo de lo que sientes y de la experiencia que estas construyendo respecto a los acontecimientos a tu alrededor. 
 
Es por esta razón tan cercana a nuestra supervivencia, que las navidades son una celebración viva. ¿Qué tomarías tú de las fiestas del solsticio de los antiguos romanos para incorporarlo a tu forma de experimentar la Navidad?, ¿que te serviría de los celtas, los persas, o del solsticio inuit? 
 
¿Con quién elegirás compartirla?

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