Diferenciando entre parejas gay y heterosexuales

Ya Marina Castañeda, en su libro La Experiencia Homosexual, resaltaba el que algunos psicoterapeutas bienintencionados tendían a tratar a la pareja homosexual como si fuesen heterosexuales, bajo la consigna de evitar la discriminación y no partir en el acto terapéutico del estigma social. Sin embargo la estrategia no es funcional al cien por ciento.

Ni siquiera al 40...

No es una novedad el que una pareja hetero tiene una dinámica de relación distinta a la de una pareja homo, y tampoco es igual una conformada por dos hombres que otra de dos mujeres. Todos ellos fueron, muy probablemente, educados como heterosexuales y en un escenario hetero: si eres mujer, te realizas como tal embarazándote, siendo madre y teniendo hijos; si eres hombre, te toca realizarte siendo proveedor, macho y el que manda.


Los adeptos del psicoanálisis dirían que a unos les toca ser sádicos y a otras masoquistas, o sea, unos activos y las otras pasivas. Esto funciona cuando él y ella se unen en pareja, cada cual con sus roles establecidos, y no habrá conflicto, a menos que por cuestiones de personalidad o educación alguno de entre ambos cuestione estas directrices. Hasta ese momento todo esta equilibrado.

El conflicto llega cuando a un integrante de la pareja hetero le da por no querer cumplir con su rol y se revela, queriendo ser tan activa como se supone que es el hombre, o tan frágil como se supone que es la mujer, por poner un ejemplo. Habrá competencia, uno querrá la exclusividad del atributo que le corresponde según su género y la otra el suyo, por no mencionar que la mujer que quiere ser protegida, porque así le enseñaron, no querrá protegerlo a él y enfrentar la incertidumbre de sentirse descobijada; mientras él, que le educaron para ser “el que manda”, no querrá delegarle la decisión a ella pues le haría sentir menos masculino: menos hombre, siguiendo con el ejemplo.

No es necedad ni neurosis de su parte, es solo que estamos tan profundamente condicionados por la cultura que tomamos de la familia, los amigos, los medios y etcétera, que es lento en extremo el proceso aquél de liberarte de los estereotipos de género. La mujer no querrá ser menos mujer y el hombre no querrá ser menos hombre, porque de serlo, la sociedad los castigaría con la burla, la ley del hielo o la desacreditación neta.

En una pareja homo es casi igual. Educados para ser como se supone que deben ser hombres y mujeres, dos hombres que forman una pareja querrán ambos ser EL proveedor, EL que toma las decisiones y EL protector; dos mujeres en pareja querrán ser LA que nutra, LA maternal, LA que cuide con ternura del otro. El no conseguir la satisfacción de esta necesidad emocional por cumplir con su rol de género, genera el riesgo de vulnerar la imagen que tienen de sí mismos y el grado en que se quieren a sí mismos.

Como con la pareja hetero, entre dos personas gay, la competencia proviene de las ideas de género; sin embargo, mientras que en la primera se origina cuando cuestionan el rol que les determinaron seguir, en la segunda comienza desde el inicio y no finaliza sino hasta que cuestionan ese mismo rol. Por ello el conflicto venido de la competencia es más importante en una pareja homo que en su contraparte heterosexual.

Por otro lado, no está igual vista una pareja gay que una hetero, ¿cierto? Ser gay implica ser mal recibido, los cuchicheos de la gente y el estigma y la desacreditación en menor o mayor grado. Un homosexual es, por principio de cuentas, alguien que emplea el sexo únicamente para encontrar placer, sin ocuparse de las funciones reproductivas que su sexualidad tiene inherentes. Al menos eso dicen las voces de derecha.

Aquí en México está Provida, por ejemplo. Conozco chistes muy buenos contra ellos. Por no mencionar al Partido Ación Nacional, al que pertenece nuestro H. Presidente y a la Iglesia, en sus piadosos esfuerzos por hacer de nosotros buenos hombres y mujeres castrados, asexuales y tremendamente frustrados por ser. Sólo por ser.

La sexualidad ha sido y probablemente será tópico tabú y motivo de vergüenza, dentro del marco de esta vergüenza intrínseca que mantiene el ser humano por ser tan humano. La única excusa aceptable que la moral acepta para ser sexual es la reproducción, y lo inadmisible aparece cuando se ejerce la sexualidad sólo por placer. Menudo origen de todos los pecados: el placer. Todavía hay algunos que no entendemos que el placer viene luego de que te mueres, dentro de un paraíso de algodones de azúcar blanco que puede que exista y que quizá nos esté esperando; mientras tanto, es nuestro deber moral sufrirle y sangrarle en este valle de lagrimas que es la vida...

...y así quieren que tengamos salud mental?

A los homosexuales no se les mira con buenos ojos por ese pecaminoso hedonismo que se les atribuye, por esa contranaturalidad en la que incurren, y todo aquél que haya sido educado dentro de una cultura igual o paralela a la judeocristiana, va a aplicarles el estigma en pequeña o gran medida. Los hombres y mujeres gay nacieron en una cultura así, por lo que tampoco se salvan de ejercer el estigma y la discriminación contra otros homosexuales... y contra sí mismos.

Y es que puedes manejar el discurso, ser consciente de la falla y argumentar convencido al respecto de ella, pero las emociones van a tardar mucho en adaptarse. De igual manera a como un hombre puede saber que la araña que sostienen en la mano no le hará daño, no implica que deje de sentir con angustia una opresión en su pecho; o así como el que argumenta con convicción contra el machismo se va a sonrojar cuando una mujer pague de su bolsa el taxi del que se están apeando. Razón y emoción. Siempre será más fácil trabajar la primera que la segunda, y siempre la primera será la vía para lograr un cambio a nivel emocional. El que sostiene la araña o el que rechaza el machismo no tienen la labor ya terminada, les falta trabajar sus emociones, pero llevan ya un muy buen camino recorrido.

Igual pasa con la mujer o el hombre gay. Probablemente sepan que ser homo no esta mal... ni bien, que únicamente es y existe ajeno a cualquier axiología. Quizá sepan que son tan valiosos como cualquiera y tal vez más, según sus características individuales. Posiblemente dominen todo este discurso, pero aún necesiten tener relaciones sexuales con la luz apagada, o todavía se nieguen abiertamente a decir que son gay. Razón y emoción, la diferencia entre saberlo y sentirlo.

Por esto, dentro de una pareja homo suele haber esa discriminación hacia el otro y hacia sí mismo, lo que lleva a coercionar al otro cuando muestra “demasiado” su homosexualidad y a reprimir la propia expresión, pera no parecer “tan“ homosexual.

Es este mismo tenor el que lleva a la comunidad gay en el mundo a segmentarse en sub grupos: leather, queens, rubber y etcétera, donde un grupo discrimina a otros según el grado en que manifiestan su homosexualidad. En general, como diría Goffman en su ensayo sobre el estigma, los que presentan el objeto de su estigma con mayor evidencia o notoriedad son puestos en lo más bajo de la jerarquía, mientras quedan en la cima del prestigio aquéllos a los que “se les nota” en menor medida.

...en una pareja homo existe una dinámica de competencia mucho más fuerte que en una hetero por las razones de género que mencionan los primeros párrafos y por el estigma, donde uno y otro tratarán de que sea a quien menos se le note que es homosexual. Por eso, en psicoterapia, no puedes tratar igual a una pareja que a otra, porque cada cual tiene sutiles características que las diferencian y necesidades muy particulares.