Solemnidad

Cuando veas a alguien intoxicado con su propia solemnidad, se gentil y quédate cerca para observar. Espérate a que caiga por su propio peso... y entonces tiéndele una mano y ayúdale a reír. Reír mucho.

Algunas carcajadas le vendrían bastante bien, hasta que le duelan las costillas y los cachetes se le entuman.

Nada vale tanto la pena como para tomarlo tan en serio, nada es para siempre y no vamos a salir vivos de esta vida. Aunque no lo creas, esto también pasará.

...aunque sea lo peor que jamás te haya pasado.

...aunque sea lo mejor que jamás te haya pasado.

Esto también pasará.