El dilema de Susanita

Susanita era muy feliz siendo la niña de los ojos de su papá, y lo mismo, tampoco había capricho que su mamá le negara. Era una niña tan feliz... Susanita siempre supo que papá y mamá estaban ahí para resolver sus problemas, para ayudarle con el peso de sus emociones y para brindarle toda la atención que ella necesitara.

Porque Susanita creció en una familia muégano; ya sabes, de esas donde todos están más que involucradas e involucrados entre si, y nadie necesita atravesar sus penurias a solas o con la menor autonomía.

Pero sucedió que a Susanita le tocó crecer, y con este sino fatal, llegó también la posibilidad de volverse adulta y decir adiós al hogar que sus papás compartieron con ella. Oh, ansiedad¡! ¿Alguna vez te ha sucedido el agobio de decir adiós a lo que daba estabilidad a tu vida cotidiana? Pues a ella, ciertamente le pasó.

Pero la otrora niña, era una Susanita muy inteligente. Para no verse obligada a madurar y consumar su propia Autonomía Emocional, se propuso sin darse cuenta, un plan brillante: construir su propia familia, igualita a la que tuvo con sus papás, y lo bastante centrada en ella misma, para que esta nueva familia suya de ella, le resolviera sus problemas, sostuviera el peso de sus propias emociones y le proporcionara 24 / 7 toda la atención que ella tanto necesitaba. Muy lista la Susanita, ¿no?

Paso 1: conseguir marido.

Independientemente de lo divertido que sería revisitar la historia de la pequeña y trastornada amiga de Mafalda, el toparnos con Susanitas y Susanitos en el camino de consumar nuestros proyectos románticos, puede ser completamente abrumador. Y me refiero a este tipo de relaciones rígidas donde negociar es tan difícil como hacerle manicura a un tigre... con los dientes.

La primera característica de un Susanito es la magnitud de sus enormes expectativas hacia su pareja. El o ella sugiere: debes hacerte cargo de mi, no debes permitirme estar triste, asustado o enojado, no tienes derecho a cuestionar lo que sientes por mi y debes amarme permanentemente y con locura; y por supuesto, tengo que ser la luz de tus ojos como antaño lo fuera de mi papá o de mi mamá. Nada más.

Susanita o Susanito, "aman" de una manera sofocante... y sofocante aquí, significa que no lo hacen de una forma madura. Son niños emocionales que juegan a ser adultos, mientras mantienen las mismas expectativas que tuvieron en su infancia hacia sus padres, pero ahora redirigidas hacia su pareja actual. La gran dificultad para ellos, está en que no van a construir relaciones románticas recíprocas o equitativas, porque su razón para estar en pareja es continuar siendo nutridos y mantenerse recibiendo, por lo que para ellas o ellos no va a ser prioridad nutrir de vuelta o dar.

O sea, convierten a su pareja en una madre o padre de repuesto.

Casi podría afirmar, que todos hemos conocido a un Susanito o una Susanita con su bonita facilidad para las Relaciones Codependientes, en las que no encuentran el modo de responsabilizarse de la gestión y resolución de sus propias emociones, porque probablemente, no crecieron en un entorno familiar donde se les enseñara esta habilidad de Inteligencia Emocional.

Pero no podemos responsabilizar a los padres de haber amado demasiado... o lo que sea que hayan hecho de más o de menos para convertir a su bendición en una Susanita. Ya suficientemente complicado es traer un nuevo humanito al mundo y que no termine siendo Hannibal Lecter.

A veces el susanismo proviene de hogares donde los hijos crecen sin padres, ya sea realmente o que estaban, pero nada más no pelaban al niño. Entonces él o ella idealizan el modo en que debieron ser las cosas en familia y cuando de grandes forman la suya, la emplean para satisfacer esta carencia infantil que tenían pendiente. Lo cual no está del todo mal, porque se vale completamente... el detalle aquí radica en la virtual falta de reciprocidad con la pareja.

Si descubres que tu compartes una relación de pareja con una Susanita o Susanito, ten cuidado de no asumir la responsabilidad de sus emociones (acuerdate que no eres su papá o mamá), porque te desgastarás en balde. Susanita es un poco narcisista, así que necesitarás enfatizar tus propias necesidades para que a su vez, también sean vistas y reconocidas.

Mantén en la mira tus propias emociones y cuídate de la posibilidad de que la relación te desgaste. Date el permiso de hacer distancia cuando lo necesites: regalarte un fin de semana lejos de tu pareja, tener actividades personales además de los que compartes con tu relación, y así.

En resumen, frente al susanismo, ni todo el amor, ni todo el dinero.

Y si no conoces ninguna Susanita, entonces cabe la posibilidad de que la Susanita seas tu. En este caso, acuérdate que solamente tú eres responsable de tus emociones y no le cargues la mano con ellas a nadie más. No temas sentir, sobre la marcha descubrirás que no hay emociones malas y que si tienes paciencia, identificarás tus propios recursos para estabilizarte interiormente; herramientas que siempre han estado ahí, pero quizá no las has ubicado todavía.

Tienes derecho a satisfacer las carencias emocionales que tengas pendientes de tu infancia, si efectivamente las hay, pero procura no tratar de satisfacerlas exclusivamente con tu pareja. Distribuye tus necesidades afectivas, por muchas que estas sean, entre tus amigos, tu familia original, tu animal de compañía y tu pareja. De ese modo serás dependiente de todos en general y de ninguno en lo particular.

¿Dependiente?, sip... porque eso de ser animales sociales y depender de los demás, no nos lo quita ni el mismísimo Segismundo Freud.

Así que hablando de relaciones codependientes, no seas como Susanita... y en medida de lo posible, tampoco alimentemos el susanismo, porque haciéndolo, en realidad no estamos ayudando a nadie.

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